Epílogo

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Kihyun sonrió al tocarse la cicatriz que tenía en su labio inferior, había sido provocada por alguien hace muchos años atrás, cuando sus heridas tardaron un par de semanas en sanar y había decidido teñir su cabello nuevamente. Ahora el rosa también era algo oscuro para él.

Su contacto con Daehyun y Yongguk no se había visto afectado, en lo absoluto. Aunque ya con 25 años Kihyun había optado por retirarse de las peleas callejeras, abrir un pequeño local y cuidar a la perrita que había comprado. Era pequeñita y muy amorosa con todo el mundo, por ello, cuando los clientes entraban a la tienda y la perrita se les abalanzaba quedaban encantados. Kihyun sonreía y luego los atendía.

Había recibido tratamiento por meses, incluyendo el seguimiento y las continuas sesiones con su psicólogo que al finalizar todo ello pudo mencionar toda cosa que le causara una antigua mala reacción sin verla en el presente. El viejo hombre lo había felicitado, y Kihyun había estrechado su mano agradecido por su paciencia.

El castaño estaba tan embelesado en la pequeña pero notoria cicatriz que no se dio cuenta cuando su bebé había comenzado a ladrar, corriendo por toda la tiendita.

—¡Pequeña, no!

La perrita estaba tirando del pantalón de su nuevo cliente, y Kihyun tuvo que salir de su lugar para tomar al cachorro entre sus brazos y pedir las disculpas correspondientes. El joven sólo sonrió negando alguna molestia. ¿Pero quién se podría molestar con esa pequeña bichón maltés? nadie, absolutamente nadie.

—Disculpe, a ella le encanta jugar y no puedo dejarla sola.

El joven volvió a negar, acariciando el suave pelaje de la cachorra cuando la misma había comenzado a lamer sus dedos. Pidió un par de paquetes de dulces y algunas gomitas cuando vio a Kihyun dejar a la perrita en el suelo y lavar sus manos.

Si, Kihyun había optado por tener una dulcería.

—¿Cuál es su nombre?

—Bueno... —El joven terminó de empaquetar las gomitas antes de levantar bien su mirada —la verdad es que no tiene nombre, ella es mi niña y cada vez que le ponía uno terminaba mencionándola de cualquier forma menos la correcta. Así que preferí decirle como se me antojaba, y a ella no le molesta.

—Ahh, pero yo me refería al suyo.

Kihyun pestañeo un par de veces antes de sentir su rostro hervir en vergüenza. ¿Ese chico estaba coqueteando con él? ¿era posible? ¡pero si estaba demasiado viejo para esas cosas! El castaño miró hacia un lado avergonzado aguantando la risa nerviosa que estaba teniendo, el chico frente a él, notoriamente más joven sonrió.

—El cabello castaño se le ve muy bien, como un chocolate.

Kihyun no podía aguantarse la vergüenza, ni siquiera podía seguir viéndolo a la cara por más de dos segundos antes de que sus mejillas se tiñeran de ese carmesí acaramelado que combinaba con la decoración de toda la tienda. El joven tenía el cabello negro azabache y medía un par de centímetros más que él. Era un pequeño golpe en su orgullo. Kihyun pensaba que el chico creía que coqueteaba con un adolescente, todo debido a su rostro infantil. Kihyun quería morirse.

—Soy mayor que tú por mucho, estoy seguro.

—¿Cuantos años tienes? —Kihyun bufó.

—25.

—Tengo 23, así que no es taaaan viejo señor dulcero.

La perrita comenzó a ladrar nuevamente, encaramándose en la pierna del joven justo cuando Kihyun lo miraba divertido y falsamente ofendido. Le entregó la bolsa con dulces antes de darle una mueca, apretando sus labios por la risa que tenía.

—Por favor no me digas "señor dulcero".

—Podría decirte por tu nombre, si es que quieres.

El mayor sonrió alzando los hombros y mirando hacia el suelo avergonzado, en sus dos años trabajando en esa tienda jamás se le había presentado alguien así, era divertido, y le gustaba.

—Kihyun, Yoo Kihyun.

—Pues fue un gusto verte lindo Kihyun, me verás aquí más seguido.

El chico dio media vuelta acariciando a la perrita por ultima vez antes de dirigirse a la salida, Kihyun no quitó su sonrisa de su rostro hasta que se había dado cuenta de un pequeño pero importantísimo detalle. Pegó un pequeño gritito alertando al menor quien volteo algo extrañado.

—¿Cual es tu nombre?

El chico sonrió, dejando ver sus perlados dientes a la vez que alzaba una ceja algo desconcertado.

—Wonho, sólo Wonho.

El chico se había ido, y Kihyun se quedó con su pequeña entre sus brazos, abrazándola con las mejillas aún encendidas, quería llamar a Daehyun pero estaba tan emocionalmente alegre que sabía Daehyun correría a la dulcería para saber que había pasado con lujo de detalle. Kihyun besó a su niña antes de bajarla y pensar que hacía muchos años no conocía a alguien tan lindo como lo era ese chico "Wonho".

Un ave fénix, de papel ➸ kiho/wonkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora