Capítulo 3

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— Es Jane – explicó Ren para luego darse paso a contestar la vibrante llamada de su hermana. - ¿Dónde estás metida Jane?... por lo menos contesta el teléfono cuando te llaman, sabes que me pongo nervioso... no... aun así... se mas precavida... si, me acabo de enterar... me pareció un buen gesto por él... lo harás bien, lo sabes... me presentaras por fin a tus amigas?... si quieres les hago de conductor jejeje... bien, avísame dónde y paso por allí... ok... solo cuídate, Jane.

Bien, no le era difícil adivinar de que se trataba toda esa conversación, lo más interesante que había entendido era que Jane no venía sola, traía amigas y esa era una de las razones por las que los tres sonreían. Todos sabían que la enana tenía buenos contactos femeninos, casi siempre modelos, actrices, cantantes, herederas de grandes fortunas y algunas de dudosa procedencia.

No es que él se pudiera emocionar por conocer mujeres atractivas, tenía novia y una muy celosa de por sí. Luna Scott le había robado el corazón hace aproximadamente un año y llevaban una buena relación. Era la chica perfecta, era cantante de música indie y por lo tanto entendía la forma de vida que llevaba como miembro de una banda de rock, aunque no la hacía feliz su otro trabajo.

— así que traerá amigas... - murmuró Elliot para sí mismo.

— Si, traerá a su nueva novia y dos amigas más.

— A veces me olvido de que tu hermana es lesbiana – dijo sin poder evitarlo.

— Yo lo tengo tan presente, es una locura. Yo nunca he conseguido novias tan buenas como las que se consigue ella – dijo su amigo en un lamento.

— No digas eso... es como echar al suelo el orgullo de los hombres – regaño el rubio a su amigo de ojos un poco rasgados.

— Es verdad, por tú bien el de nosotros tus hermanos debes buscar una mujer más buena que la de tu hermana el día de mañana, no te será difícil conseguirlo.

— Es verdad, las múltiples tentaciones femeninas se encuentran cruzando la puerta – corroboró Elliot con una sonrisa.

La reunión se dio a término cuando Ren acepto el reto con tal honor que no pudieron evitar reírse a carcajadas. Pero claro, el día no terminaba allí.

Para cuando estuvo frente a la puerta de su fabuloso departamento se encontró con su pequeño hermano sentado a lado de su puerta con la cabeza gacha. Dedujo que se encontraba dormido, pero se equivocó cuando se oyó un ronco y entrecortado susurro.

— ¿Puedo quedarme unos días contigo?...

Dominic se preocupó, no era de su hermano tal comportamiento triste y melancólico, su hermano era un chico muy alegre, divertido y bromista. Que estuviera allí en su puerta en tal estado le afecto de sobremanera. Así que tuvo que hacer un esfuerzo porque no se le notase mucho seguro de que a su hermano no le gustaría, así que también evito preguntar.

— Levántate - este así lo hizo evadiendo la mirada. Abrió la puerta. – Vamos, pasa. Ponte cómodo.

Con un gran bolso en la espalda su hermano se dio paso por la estancia que estaba un tanto desordenada.

— ¿Quieres algo de tomar?

— Si, cerveza. – dijo su hermano mientras dejaba caer el bolso al suelo para luego tomar asiento en el sofá para recostarse.

Dominic lo observó. Parecía ser que su hermano se quería ahogar en alcohol esta noche y el motivo era una mala mujer, si, mala, porque una mujer que se respete no lastimaría a su pequeño hermano. Daniel era el chico bueno de los tres, y por lo tanto el más querido por la familia.

SIN COMPROMISODonde viven las historias. Descúbrelo ahora