Capítulo 5

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Y ella se derritió con el sonido de su voz, tan clara, tan masculina y tan seductora.

— El gusto es mío – respondió ella atrapando sus emociones para mostrarse fría indiferencia al devolverle la mirada un par de segundos.

— Él es el dueño de este lugar, le dije que tienes buenos comentarios respecto al club. – comentó Elliot a su lado.

— Sí, es un lugar interesante y muy cómodo.

— Gracias. Espero que se convierta en una visitante habitual – y él la seguía mirando intensamente.

— No creo que pasase, solo estoy de paso por la ciudad mientras disfruto de unas cortas vacaciones – Ella decía la verdad, solo estaba de paso y no volvería a ese lugar. Al menos eso creía.

— Entiendo...

— ¿Preciosa, quieres ir a bailar? – invitó Elliot y ella acepto con una sonrisa, estaba apurada por alejarse.

— Claro, me muero de las ganas por bailar esa canción.

Adella se alejó, pero no moría por bailar, más bien por fumar un cigarrillo. Eso no evito que le sacara provecho a la noche. Elliot no era muy bueno bailando, pero por lo menos se defendía siguiéndola a ella y seduciéndola cuando se pegaba un poco. Esto le hizo olvidar el miedo de la desbordante atracción que sentía por aquel moreno alto de ojos verdes llamado Dominic.

¡Hasta el nombre es sexy! - Se lamentó internamente.

Elliot estaba haciendo un buen trabajo, y había atracción entre ellos, la atracción que normalmente sentía cuando encontraba un chico que le gustaba. Así que se atrevió a hacer la pregunta.

— ¿Me llevas a casa, Elliot? – le susurró al oído.

— Claro.

Los dos se sonrieron en complicidad, aunque ella mantuvo un poco de distancia. Nunca debía olvidar que para todos ella tenía novio y era una imagen pública. Cualquiera podría tomarle fotos y subirlas a la red.

Era difícil mantener una imagen perfecta cuando no se era perfecta. Nadie lo era. Pero ella debía parecerlo al menos. Un duro precio a pagar por la fama y los aplausos.

Para Dominic esta era una noche como todas, nada interesante. Hasta estuvo en la barra preparando cocteles haciéndose cargo de los pedidos de sus camareras, algo que habitualmente hacía, siempre y cuando su club esté en control y eficiente funcionamiento.

Sus amigos le habían dado un grato saludo y él había estado dispuesto a acompañarlos, pero eso no había podido ser porque Dan, su hermano menor, había decidido hacer acto de presencia en el club y beber unos tantos tragos. Esto difícilmente le ponía contento. No quería que se dieran rumores de menores de edad bebiendo en su club, aunque este sea su propio hermano. Por lo que se lo llevó a su oficina a tener una corta charla.

Hasta ese momento su hermano había entendido la importancia de conservar un negocio sin problemas, ahora el punto estaba en despacharlo a casa.

— Evítame problemas Dan, solo te falta un mes para la mayoría de edad, es poco el tiempo que tienes que esperar.

Lo miro con cansancio, era un hombre de paciencia limitada, pero con su familia siempre hacia concesiones, a excepción de Evan.

— Está bien, pero con una condición.

Dominic suspiró, le era difícil decirle que no a su hermano menor, más cuando eran tan unidos.

— Dispara.

SIN COMPROMISODonde viven las historias. Descúbrelo ahora