Locura

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Entra en la habitación y encuentra al chico de cabello castaño sentado al borde de la cama. Hacía un rato se había presentado en su casa pidiendo ver la habitación de Diana, así lo había hecho y al parecer había quedó desolado al encontrarla totalmente vacía.

— Mudarnos aquí fue su idea —comenta colocándole una taza de chocolate caliente en las manos y sentándose a su lado—. Imagínate, teníamos dieciocho, nos encontrábamos en Francia celebrando nuestra graduación y de pronto se le ocurre esta idea loca y me dice: "Tan solo imagínalo, pedimos una transferencia a la gran ciudad, buscamos un trabajo y seremos libres, independientes". Claro que tardamos dos años en conseguirlo, y que a todas luces parecía una mala idea. —Finaliza sonriendo.

— Diana se caracterizaba por sus ideas locas ¿Sabías que estaba convencida de que las mujeres debían pedirle matrimonio a los hombres? No creo que fuera capaz de hacerlo. —No lo sabía, pero eso explicaba un par de cosas.

— Yo si la creo capaz.

— La creías Emi, la creías. —La corrige devolviéndole el chocolate intacto y levantándose—. Lamento haberte hecho perder el tiempo. —Sale de la habitación y al poco tiempo escucha cerrarse la puerta de la sala. Camina hacia allí y observa la caja de música en la mesa, la abre y saca el anillo.

— Debo seguirlo ¿verdad? —pregunta en voz alta observándolo, suspira y comienza a correr por las escaleras. Lo alcanza poco después de cruzar la puerta de la calle—. ¡Enamel! ¡Espera! —Se gira y la mira expectante, ella se toma un minuto para recuperar el aliento—. ¿Te casarías conmigo? —dice mostrándole el anillo.

— ¿Te volviste loca? —pregunta desconcertado.

— Eso creo, pero me parece que es así como Diana lo hubiera hecho. ¿Te sirve el anillo? —Duda un momento pero finalmente se lo pone.

— ¿Estaba entre sus cosas? —Asiente—. Espero que de verdad no quieras casarte conmigo.

— Ya te dije, una parte del amor es hacer las cosas que a ella deseaba, quizás no pueda hacer nada por ella pero me ayuda a sentirla cerca.

— Es una idiotez.

— ¿Entonces por qué aún no te has quitado el anillo? —Desvía la vista.

— De todas formas era para mí ¿no?

— Claro. —Le responde sonriendo.

— Adiós Emi —dice y le da un beso en la frente. Lo observa marcharse, debería sentirse alegre, pero no es así, por algún motivo cuando las cosas parecen ir mejor es cuando peor se siente, pero es una tontería, solo una locura más.

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