Enamorado

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Día 3.
Narra Samuel.

Despertar había sido la cosa más increíble de todas, poder cerciorarme que anoche en realidad si había dormido con Guillermo y aún continuaba descansando en mi pecho. Sus enormes cachetes tenían un ligero color rosa, sus gruesos labios estaban entreabiertos mientras que sus achinados ojos permanecían cerrados y su respiración calmada, era, sin duda, el mejor panorama ante mi vista. Cada momento a su lado era mágico, como si se detuviera el tiempo y sólo existiera él.

No tenía idea de la hora que era, las cortinas permanecían cerradas y poca luz entraba a través de estas, estaba seguro que no era tan tarde pues en mí era normal madrugar. Cogí mi celular de la mesita de noche y en efecto, 7:36 am, me sentía algo extraño al recordar que no haría ejercicio el resto de la semana para no levantar a Guille, en realidad, sería la primera vez en 5 años que rompería la rutina diaria y todo para permanecer unas horas más abrazando al chico que en 24 horas ya era dueño de mis suspiros. Acostado en la cama, pensaba en lo que quedaba por hacer en los días siguientes, afortunadamente los horarios coinciden con partidos por la mañana, a partir de ahora sólo quedaban 4 partidos oficiales previamente establecidos, el desempate y luego la final, con seguridad podía prever que estaríamos en todos, siempre ganábamos y este año no sería la excepción. Por estar tan ensimismado no noté cuando el pelinegro comenzó a removerse entre las sábanas y sujetaba con más fuerza mi cuerpo como asegurándose de no estar soñando.

—Buenos días. —algo adormilado y con voz más ronca de lo usual me hizo regresar a la realidad.

—Buenos días niño. —me sentía feliz, deseaba todas las mañanas despertar con él. —¿Cómo amaneciste?

—Demasiado bien, —sonrió. —a tu lado. —me estrujó un poco más entre sus brazos y reposó suavemente sus labios sobre mi desnuda piel, pudo compararse con un beso, en cambio no lo fue.

—Gracias por dormir conmigo. —me tomé el atrevimiento de besar su cabeza y remover su cabello.

—Gracias por amarme, —rió. —así de absurdo sonaste. —En un sólo movimiento y como si su cuerpo no pesará, tomé a Guillermo por los brazos y lo recosté sobre mi cuerpo abrazando su delgada cintura con demasiada fuerza. —¡Ahh! ¡Me asfixias! —ignoré por completo sus quejas y continúe aferrándome a su cuerpo de tal manera que no pudiese desprenderlo. —¡Sam! —sus mejillas aplastadas contra mi pecho impedían que hablará. —¿Qué haces? —era demasiado graciosa la forma en que hablaba.

—Me encantas. —externé mis sentimientos, con este chico me era casi inevitable no pensar en cuanto le quería. De poco a poco solté su agarré pero me impresioné al notar que quien ahora se aferraba a mi cuerpo era él.

—También me encantas, Samu. —acaricie su cabello mientras aspiraba el abrumador aroma del chico. —¿Quieres ir a desayunar? —en realidad no lo sabía, mi estómago no exigía alimento pero aún así sabía que permanecer más tiempo en aquella posición me haría desear no abandonarla en todo el día.

—Me baño y luego desayunamos, ¿te parece si tú también te bañas? —movió su cabeza en señal de aprobación. —¿Tienes problemas para levantarte? —lo recosté sobre la cama y acto seguido  se cubrió hasta la cabeza con la tela riendo cual niño pequeño. —Yo te ayudo. —me levanté y descubrí su cuerpo para después cargarlo como princesa.

—¡No! ¡Bájame! —pataleaba mientras reíamos como tontos.

—Tienes que ducharte señorito.

—¡No! —lo deje sobre su cama.

—Anda nene, saca tu ropa y entra al baño, —me miró como pensando algo, frunciendo ligeramente su ceño. —ire al mío. —antes de irme tomé su mano y la besé.



Hospedado| Fanfic WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora