Todo tiene un principio

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Stiles se estiro en la cama, podía sentir como sus cansados músculos protestaban, no se levantó de inmediato se quedó unos minutos observando el techo blanco de su habitación perdiéndose en sus pensamientos, eso hasta que la segunda alarmo sonó y se obligó a levantarse, esos panes no se iban a preparar solos.

Stiles trabajaba preparando postres en la pequeña cafetería de su mejor amigo Scott.

ѻ ~ Flashback ~ ѻ

Después probar su suerte en la gran Nueva York, y que está lo masticara y escupiera como un chicle insípido, Stiles regreso con el orgullo mallugado a su querida Beacon Hills, esperando no haber decepcionado a su padre.

Todo lo contrario, cuando regreso a casa, el Sheriff Stilinski recibió a su derrotado hijo con un abrazo, "ellos se lo pierden hijo, no saben el talento rechazaron".

Stiles lloró en los brazos de su padre, esa tarde volvió a sentirse como el pequeño Stiles de seis años que intentando preparar panqueques casi quema la cocina.

Al día siguiente de su regreso se reunió con su amigo Scott en casa del aludido y conoció a Isaac el pequeño hijo de su amigo, una criaturita pequeña pero con una mirada llena de astucia, algo que obviamente heredo de su madre, porque le dolía decirlo, pero su amigo no era el hombre más perspicaz del mundo.

Su amigo Scott se casó unos meses antes de que él se fuera a Nueva York, su esposa Lidia Martin, una mujer increíble, era tan hermosa como temible, sumamente inteligente tanto que se graduó dos años antes que ellos de la preparatoria y fue aceptada en la facultad de Medicina de la Universidad de California, obtuvo su título con honores y regreso a Beacon Hills a ocupar el puesto de directora del Beacon Hills Memorial Hospital.

Como su torpe pero querido amigo, habia conseguido conquistar a esa amazona de cabello perfecto, pues el destino siempre favorece a los más despistados. La madre de Scott era jefa de enfermería del Beacon Hills Memorial Hospital, así que Scott pasaba mucho tiempo en el lugar, ahí conoció a Lydia, una cosa llevo a otra y el resto es historia.

— ¡Amigo!, supe que te fue muy mal pero muy mal en Nueva York — ¡Oh Scott!, siempre tan Scott. Stiles se obligó a sonreír sabía que no era intención de su amigo recordarle el mal momento con poco tacto, es solo que...así era él.

— Si bueno, así es la vida no, no siempre es color de rosa — Scott se quedó pensativo unos segundo, vio a su bebe pidiendo atención y lo sentó en su regazo, luego regreso la mirada a Stiles

— Tengo una idea grandiosa y necesitare tu ayuda — Así era Scott, impulsivo y lleno de energía, se le ocurrían ideas tan descabelladas que habia la posibilidad de que funcionaran.

Esa tarde Scott le propuso a Stiles abrir una cafetería en Beacon Hills, el joven de pecas no tenía nada que perder y acepto. Cuando Scott le comunico por teléfono a su esposa su brillante idea, esta se alejó el teléfono del oído y se le quedo viendo como si fuera un objeto desconocido.

ѻ ~ Fin del Flashback ~ ѻ

La vida en Beacon Hills empezaba a las ocho de la mañana, así que Stiles siempre llegaba hora y media antes para abrir la cafetería que se encontraba en el centro de la ciudad y preparar todo para recibir a los clientes. Todos los días era la misma rutina el abría el local, encendía las luces y se encerraba en la cocina para preparar la masa para hacer panecillos con miel, especialidad de la casa. A las siete y media llegaba su amigo Scott cargando a su somnoliento hijo y lo acostaba en el portabebés que guardaban en el local para que siguiera durmiendo, encendía las cafeteras y le gritaba un "Buenos días" a Stiles desde el mostrador, casi nunca habia respuesta.

A las 8:10 se empezaba a ver el movimiento en las calles, y el local comenzaba a cobrar vida. Los primero clientes siempre eran padres que acababan de dejar a sus hijos en el colegio y necesitaban empezar el día con su amada cafeína, también estaban los ancianos que solos en hogares visitaban la cafetería en busca aunque sea del ruido de cotidianidad, Scott solía regalarles un panecillo cuando pedían el café. Y no nos olvidemos de los oficiales de la ciudad, que cumpliendo con el cliché acudían a la lugar por donas y café.

— Buenos días Sheriff Stilinski, oficial Hale, que gusto verlos, ¿lo mismo de siempre? — Scott les sonrío, el mayor le regreso el gesto, y el más joven solo le dio un asentimiento con la cabeza.

— Buenos días hijo, lo de siempre está bien. ¿Cómo está mi hijo? — el moreno ni siquiera necesito anotar la orden la conocía de memoria para el mayor "Un americano sin leche y una dona integral" y para el más joven "un café con canela y una dona glaseada" — Stiles está bien, está metido en la cocina como siempre haciendo arte con la masa — el más joven contestaba mientras preparaba el café. Era normal que el joven de pecas no saliera a saludar en la mañana, normalmente su padre solía conversar con él hasta el mediodía que era cuando tomaba su descanso y le llevaba el almuerzo a la comisaria.

— ¡Shediff, hola! — la atención del mayor fue atraída por la vocecita del pequeño niño sentado en el amplio mostrador, este le dedico una sonrisa mostrando una fila incompleta de dientes, Isaac acababa de cumplir un año y aún faltaba para que tuviera todos sus dientes.

— ¡Hey campeón!, ¿Cómo estás? — el hombre revolvió los cabellos claros del niño y este soltó una risa alegre.

— Muy bien Shediff, ¿y ushte?

— Yo también estoy muy bien, pequeñín.

— ¡Hola, Delek!, ¿tú también estash bien? — el hombre le sonrió al pequeño, no era un hombre expresivo, pero los niños eran su debilidad.

— Si yo también.

— Aquí tienen oficiales — Scott les entrego una charola de cartón con dos vaso humeantes y una bolsa de papel donde venían las donas.

— Gracias hijo, nos vemos más tarde

— Hasta luego McCall — el joven oficial se despidió con un movimiento de cabeza y camino detrás del sheriff hasta la salida.

w=k

Besos de azucarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora