uno.

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Tutututu.

El día de ayer pasó algo muy extraño.

Extraño como un trapo.

Ayer Mamá no pasó por mi a la escuela.

Era tarde y yo estaba llorando.
No sabía dónde estaba Mamá y eso me hacía sentir triste.

Las señoritas de la escuela llamaron al teléfono de Mamá pero ella no contestó.

Me asusté mucho.

¿Acaso ya no me quería?

Y volví a llorar.

Pero luego de unas llamadas ella contestó.

No pude oír la voz de Mamá porque ella no habla tan fuerte como para que escuchen otras personas que no están con el teléfono en el oído.

Eso me molestó.

¿Porqué otras personas podían hablar con Mamá cuando yo estaba triste?

Estaba tan molesta que me di la vuelta con los ojos cerrados y los brazos cruzados caminando hacia la salida.

Pero fuí torpe, torpe torpe.

Me golpee con la pared.

Ya no estaba enojada, estaba con dolor.

La señorita me miró preocupada y colgó rápidamente para ayudarme.

Eso no estuvo bien.

Nadie debería colgar de esa forma tan apresurada a Mamá.

Ella me dio caricias en mi frente y colocó algo de hielo que fue a buscar al salón que era muy blanco por dentro.

Ya no dolía.

Ella me sonrió y me dijo que Mamá no podría venir conmigo porque había tomado un turno extra en su trabajo.

Me pregunté si eso tenía que ver con mi pedido de una linda muñequita que vimos la semana pasada.

Ella siguió hablando, diciéndome que me llevaría a su casa mientras que Mamá regresaba.

Y eso no me gustó.

Después de un laaaaaargo tiempo donde la Señorita solo apretaba los botoncitos del teclado de su computadora nos fuimos a su casa en su automóvil.

La señorita tenía un automóvil feo.

Y por dentro era aún más feo.

En el camino la Señorita pasó por un niño a una escuela que no había visto nunca.

De seguro la habían construido ese día.

oppa; kth.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora