Después de una pequeña lucha contra mis padres, accedieron a dejarme ir solo al colegio, este asunto del asesinato los tenia de unos nervios... y no es que los culpara de ello, ni siquiera yo había podido dormir bien anoche, la voz del detective seguía rondando en mi mente, ¿Cómo podía pensar que éramos culpables de su muerte? Claro que nunca lo dijo tan explícitamente pero sus palabras quisieron decir exactamente eso.
-Te juro que estoy arto de escuchar el nombre de Cameron-se quejó Duncan al lado de mi casillero-. Las noticias, los periódicos, internet ¡Todo! A cada maldito rincón que veas, él está presente.
-Ya se les pasara-mencioné cerrando mi casillero-. Solo es cuestión de tiempo.
La mayor parte del día solo estuve escuchando palabras de aliento por parte de los maestros, por primera vez en toda mi vida quería resolver problemas matemáticos a seguir escuchando el nombre de Cameron y los supuestos logros que había obtenido en su corta vida, ya no quería que más gente se me acercara diciéndome cuanto lo sentía, era agobiante todo este asunto.
-¿Vendrás a cenar?-preguntó Duncan.
-¡Claro! Ninguna muerte se interpondrá.
-Nos vemos en mi casa entonces-se despidió y salió por el pasillo.
Medio mundo ya se había ido a sus hogares, el pasillo permanecía desierto, antes de poder ser libre tenía que entregar unos papeles que la maestra de Inglés me había pedido dejar en la dirección, comencé a caminar en soledad mientras leía los mensajes que me habían llegado, todos tenían algo que ver con el asesinato de Cameron, solo quería que me dejaran en paz de una maldita vez ¿Era mucho pedir?
De pronto sentí un golpe, mi iPhone cayó al suelo con fuerza, al levantar la vista me di cuenta de que había chocado con Leonardo, su celular también había caído al suelo, solté un suspiro y tome mi teléfono para guardarlo rápidamente en mi mochila.
-Lo siento, no me fije por donde iba-se disculpó.
-Descuida-dije restándole importancia.
Tenía el atuendo del equipo escolar de futbol, ¿Había hecho pruebas? Sobre su hombro colgaba una enorme mochila llena de cosas que solo él conocía, me disponía a alejarme cuando me detuvo con una pregunta.
-¿Sabes dónde está el campo de entrenamiento?
-Pasas esa puerta y bajas las primeras escaleras que veas, ese pasillo te llevara al campo.
-Gracias-dijo dándome un ligero golpe en mi brazo como si fuéramos amigos.
Sin decir nada más me aleje para retomar mi camino, le entregué los papeles a la secretaria y me salí a toda prisa de la escuela, no deseaba pasar un momento más aquí, las paredes me parecían asfixiantes.
****
Cuando llegó la hora, bajé las escaleras para ir a la casa de Duncan a cenar como lo había prometido, mi madre estaba sentada en la sala tarareando una canción mientras veía revistas de moda a las que estaba suscrita, cuando me vio me pidió que me acercará.
-Emer, ¿A dónde vas?
-Quede de cenar con Duncan y Camyl-le informé.
-No regreses tarde ¿De acuerdo?
-Claro, cualquier cosa me llamas-quise retomar mi camino cuando me volvió a retener.
-¡Emer!-grito.
-¿Qué pasa?- pregunte regresando.
-¿Sabes dónde está tu padre?
-No, pero si lo veo le diré que le buscas.
-Gracias.
Después de nuestra ligera charla salí de casa, estuve muy tentado a tomar las llaves de mi camioneta pero me regañé a mí mismo, la casa de Duncan solo quedaba a un par de cuadras y aun iba a buena hora así que opte por caminar para así tomar un poco de aire fresco, las calles permanecían en una quietud envidiable, el cielo estaba oscureciendo pero aun así se podía ver con perfección por donde iba.
Cuando estaba a punto de cruzar la calle divise el auto negro de mi padre, me fijé en las placas para cerciorarme de que era el mismo, ¿Qué hacia estacionado aquí? Me acerque con calma y fue ahí que le vi, mi padre estaba dentro con una mujer, ambos se estaban besando con pasión, me quedé congelado ante la imagen.
Repentinamente mi padre se separo de la mujer y me vio de pie ahí, como si de una estatua se tratara, no sabía qué hacer, ¿Golpear su coche? ¿Gritarle a la mujer? Sentí un frío recorrer mi cuerpo, esto no podía pasar.
-¡Emer!-gritó mi padre tratando de bajar de coche.
Negué con la cabeza para después seguir mi camino, podía sentir como mis piernas temblaban a cada paso que daba, la cabeza me daba vueltas, no podía creer lo que mis ojos habían visto, sentí la fuerte mano de mi padre y me giré con fuerza.
-No puedo creer que tu...-las palabras se atragantaron en mi garganta.
-Emer, no es lo que tú piensas.
-¡¿Y entonces qué es?! Estabas besando a otra-grité.
-Lo siento hijo yo... ¡Por favor! No le digas nada a tu madre, la destrozaría.
-Tú... me has... defraudado.
Me aparté de él hecho un sinfín de emociones, quería golpearlo con fuerza, quiera llorar de nervios, mi padre siempre había sido un ejemplo para mí pero ahora... ahora no sabía ni que pensar.
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Rumores
Teen FictionPiedmont puede parecer un simple pueblo con una vida llena de lujos donde sus habitantes no deben preocuparse por nada más que lo que se deben comprar, sin embargo, si eres capaz de acercarte podrás ver las oscuras sombras moviéndose en cada esquin...