— ¿Estás seguro que no te olvidas nada?Su madre llevaba cerca de 20 minutos comprobando la mochila. Marc asintió con la cabeza y siguió tomando su desayuno.
— Cariño relájate –su padre aparta la mirada de su taza de café– tu hijo tiene ya 17 años, no cinco. Puede prepararse la mochila él solo.
Su madre levanta la mirada, encontrándose con la de su padre. Ese simple contacto visual les basta para comunicarse, dejando su madre la mochila en el suelo y su padre sonriendo levemente. Marc conocía perfectamente el trasfondo de esa conversación silenciosa. Con el paso de los años su madre había desarrollado una leve sobreprotección en su único hijo, debido a su situación. Él lo entendía, al igual que comprendía que su padre buscase que lo tratasen como a un chico normal para no hacerle sentir de cristal.
— Deberías ir tirando, las clases empiezan a las ocho –su padre interrumpe sus pensamientos. El pelinegro mira el reloj de su muñeca, que marca las siete y media de la mañana.
— Sí, debería irme ya.
Tras terminar de asearse y despedirse de sus padres, asegurándole a su madre que estaría bien, se dirige hacia el instituto. Llegando al final de la calle vislumbra un grupo de gente a la que reconoce casi enseguida. John, Selena y Emily están parados al final de la calle, charlando y riendo. John es el primero que lo ve en la distancia, alzando la mano para saludarle. Marc se acerca al grupo, dudando ligeramente como debería saludarlos, pero no le hace falta porque en seguida le dejan un hueco en el grupo para que pueda entrar a la conversación.
— Me parece mentira que solo llevemos una semana de clases y ya empieza a llegar tarde –se queja el rubio. Emily y Selena asienten, a lo que Marc mira al chico buscando una explicación– Emma siempre llega tarde cuando quedamos para ir al instituto.
Como si la hubiesen invocado, observan una mata de rizos castaños corriendo hacia ellos. Emma no tarda en situarse junto a ellos, normalizando su respiración. Marc observa por el rabillo del ojo como los demás sonríen con picardía.
Sin más comentarios entre ellos se dirigen calle abajo en sentido al parque en el que estuvieron la tarde anterior. Marc agradece en su interior habérselos encontrado de camino, pues aún no sabía bien donde estaba el instituto y pensaba ir tirando del GPS del móvil.
— ¿No nos vas a contar por qué has llegado tarde esta vez? –Emily se gira a mirar a Emma, que trata de arreglarse el pelo mientras caminan. Los demás se giran a mirarla también, provocándole un suspiro de frustración.
— No me sonó el despertador –Emma intenta recolocarse los rizos, dejándolos aún más encrespados. Los demás intentan reírse disimuladamente de ella, pero es inútil– parece que os guste verme sufrir.
— No seas dramática –John le acaricia la cabeza, encrespándosela todavía más. Ella alza el puño para golpearlo, pero el rubio la esquiva con agilidad.
Cuando parece que van a empezar a pelearse Marc nota una mano en su brazo empujándolo hacia delante. Emily lo coloca entre Selena y ella, dejando detrás de ellos a John y Emma.
— Cuando empiezan así lo mejor es dejarles algo de espacio –le explica.
— ¿Pero se pegan de verdad? –pregunta él. A pesar de su inexistente historial de amistades sabe que los amigos no suelen pegarse entre ellos.
— Emma nunca llega a golpear a John –niega Emily– él siempre la esquiva o la frena.
— Por eso nosotras nos apartamos –continúa Selena– porque muchas veces esos golpes fallidos nos los hemos llevado nosotras.
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Sin sentimientos
FantasyMarc ha pasado la mayor parte de su vida en hospitales, visitando médicos, especialistas... Todo con el único fin de encontrar un remedio a su condición, pues posee una extraña enfermedad que le impide sentir emoción alguna. Tras mudarse a la ciudad...