Capítulo 4

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LUNA

 
12 años después

Ha pasado tanto tiempo y tantas cosas desde que ingresé a entrenar al edificio guardián, doce años a ser exactos, que ya no sé ni cómo sentirme. Cuando llegué aquí todos me recibieron gratamente y me dieron una calurosa bienvenida, que a decir verdad me hizo sentirme como en casa, aunque no niego que estaba un poco nerviosa, pero eso con los años se fue al convivir con los chicos. Aunque no haya querido aceptar mi puesto guardián aún, ellos aún me dejar ir al edificio guardián a entrenar, y eso para mí es increíble, pues me hace olvidar un poco al mantener mi mente ocupada. Me agrada sentir esa extraña sensación en mi piel cuando tengo que centrarme en poner en práctica mi poder. Después de tantos años no lo he controlado al cien por ciento, pero podría decirse que he mejorado bastante y que he logrado puntería a base de mi don. Aún recuerdo la primera vez que lo usé en el campo de entrenamiento… primitivo, sin control… ¡cómo me encantó sentirlo esa vez! Aunque estaba asustada, no podía negar que me gusto. Sonreí. Tantos recuerdos que se ven tan lejanos… como Sasha por ejemplo. Mi sonrisa se borró al instante y en su lugar quedó una mueca de melancolía. Desde esa última vez que hablamos no hemos vuelto a cruzar palabra, aunque sí la he visto un par de veces después que dejó de acudir a clases, pero eso es todo. Su mirada fría antes de que desapareciera dentro de un deslizador la última vez, y mi mano alzada con la palma abierta, ahí quedaba, en el recuerdo, esperando la respuesta que nunca iba a llegar. No sé qué es lo que le pasó, era mi mejor amiga, y de pronto, ella se fue, dejándome sola. Debía admitir que a pesar de todo, la echaba de menos. Suspire.

- ¿Metida otra vez en tus pensamientos? – me sobresaltó sacándome bruscamente de mis pensamientos, pues no la había escuchado acercarse. La miré y sonrió, lo que hizo que se le marcaran los hoyuelos en sus mejillas.

- Hola Meggan, no te oí venir – le devolví la sonrisa y se sentó a mi lado. Estábamos en el patio trasero de mi casa, sentada sobre una roca abrazando mis rodillas y contemplando el atardecer que se cernía sobre un hermoso paisaje -. Hermoso, ¿no crees?

- Si – su cara de embelesada por el paisaje lo decía todo. Tenía el cabello negro y lacio, recortado un poco más debajo de la barbilla, con un flequillo que enmarcaban sus ojos verdes. Miré al frente sonriendo, por la paz que se sentía en el ambiente, a pesar de que lo más seguro era que pronto habría un nuevo ataque, pues había aparecido un nuevo personaje a intentar robar la paz de Orión: el hijo de Steph, Scott. Lo había visto sólo en una ocasión hace un año, en la que yo me encontraba en el lugar y en el momento menos indicado: en el bosque Uk, pues sentía una curiosidad inmensa acerca de los reptilianos. Lo que me sorprendió fue que estaba sólo en medio del bosque y no me atacó, sino que sólo me observó con el ceño fruncido e inmediatamente me fui corriendo a toda prisa. A pesar de que era la única vez que lo había visto, sí que lo reconocía por la descripción física que tenía gracias a los demás guardianes y algunos guerreros, y a unas imágenes que disponemos por si las llegásemos a requerir, y ¡vaya que me sirvieron!, comprobé mis sospechas al llegar al edificio guardián, temblando y con la adrenalina más activa de lo que nunca había estado en mi organismo. Recuerdo que años atrás, cuando aún era pequeña, le había preguntado a Octavius el motivo por el cual había guerra entre guerreros y guardianes contra los enemigos de la paz, a lo que él me contestó:

- Luna, cuando los grises nos crearon, además de heredar el físico por parte de los humanos del planeta Tierra, también heredamos genes grises, que se activaron en nuestro organismo de manera incontrolable, algunos de ellos fueron pacíficos y otros no. Estos genes, por falta de evolución en ellos no se activan, pero al crear una nueva raza, es decir los híbridos, en nosotros si se activaron. Es complicado… Poco después de la creación de los híbridos, había más genes destructivos que vieron más oportunidades en éste planeta el control, dejando a los grises totalmente fuera del área, y es ahí donde se reactivaron los genes pacifistas en los híbridos, haciéndolos más potentes, a los que hoy en día llamamos guardianes y combaten a los genes destructivos… Llámale naturaleza o destino, pero yo le llamo equilibrio de genes, considero que es el nombre más adecuado para llamarle.

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