Capítulo 4

20 3 14
                                    

Pasaron unos cuantos meses y dieron vacaciones de medio año.

Al regresar él tenía un asiento desocupado a su lado derecho, hasta parecía que me estaba esperando–tal vez era idea mía.

-Hola –me acerqué a él y lo abracé. La verdad lo extrañaba.

-Hola, me hiciste falta –dijo sonriente.

Me senté a su lado y le conté que me habían bajado de nivel en inglés. Se notaba la alegría en su rostro, ¿Eso significaba algo?

Después de un rato de clase Joel me dijo que tenía una nueva amiga y que me la presentaría en recreo.

Ya en recreo (parece novela esta madre).

-Se llama Esther Castillo, y está en nuestro mismo salón. –dijo Joel.
Y yo ni en cuenta –pensé.

-Mucho gusto –le extendí la mano.

Ella no supo que hacer.
¿Será retrasada? –pensé otra vez.

-Sólo está nerviosa –dijo Joel –Es muy tímida.-

-A, ta' bueno –dije.
-El gusto es mío –dijo ella. (Retrasada pero educada).

Al final nos terminamos llevando bien, era agradable, era la amiga chaparra que siempre había querido tener, era muy baja, entiéndanme. Y eso que yo para ese tiempo era un moco.

Ella a los días (a los dos días) me terminó presentando a su mejor amiga.

-Nina de la Vega –dijo Esther.

Era la chica que estaba en segundo nivel conmigo. ¿Que cosas, no?

-Hola Nina–le extendí la mano.
-Veo que eres amiga de la enana.

-Veo que te gusta decir obviedades, ¿no?

-¿Cómo lo descubriste? –dije sarcásticamente.

-Es un don que tengo, puedo adivinar los pensamientos de las personas.

- Ya veo –puse los ojos en blanco.

Esther se notaba un poco preocupada por la tensión entre nosotras dos. Pero era normal, quién se podrías llevar bien con una tipa así, sólo por haber nacido en España se creía la gran verg*.

Era cómico que se sintiera superior considerando que sus padres eran nicaragüenses y ella no tenía nada de diferente a nosotros.

Era una india de las finas.

Y pensar que yo antes quería hablarle, si hubiese sabido no le hubiera dirigido ni la mirada.

Ellas se fueron y nos dejaron a mí y a Joel solos.

-Pobre pendeja de Esther que es su amiga, espero que se dé cuenta de lo que Nina es realmente –le dije a Joel.

-No creo que sea tan mala –me dijo no muy seguro. –Tal vez solamente no la supiste comprender.

-Ella es la que comenzó a pelear, yo no dije nada malo.

-Tal vez no le gusto que le dijeras enana a Esther, pude notar una cara de disgusto de su parte cuando lo dijiste.

-Pero era obvio que no iba en serio, que sea tan flor no es mi problema. Igualmente a Esther no le molestó.

-Eso crees tú, yo noté que agacho su cabeza cuando lo dijiste.

-Eso no significa nada –dije ya disgustada.

Parecía discusión de casados.

-Al final de cuentas la que se pone mala eres tú, dime... ¿Quién es la flor ahora?

-Cállate –le di un golpe en el brazo.

Le encantaba contradecirme al maldito.

-Me gusta verte enojada.

-Cállate. Haces cumplidos en mal momento.

-¡Pero si sabes que soy el amo conquistador!–dijo, haciendo una pose heroica. 

-¡Ya quieras!

-No podrías ni conquistar aquella chica de allá. –dije señalando a una chica que estaba leyendo un libro en una banca cercana, se miraba un poco insegura, lo digo porque miraba a su alrededor constantemente.

Joel se puso de pie y se sentó a lado de la chica, sonriéndole.

Habló con ella un rato y después de unos 5 minutos volvió.

-Me dio su número –dijo emocionado.

-Ajá, cuéntame más –dije como si me importara.

-¿Qué pasa? ¿Por qué ese tono? No me digas que estás celosa.

-Claro que no, estúpido.

-No te preocupes, sólo soy tuyo –dijo acercándose a mí.

-Supongamos que me importa.

-Si no te importa, no hay problema con que haga esto.

Justo cuando estuvo a punto de besarme llegaron Nina y Esther.

Mierda, que alegre que me sentí de ver a Nina.

-Vámonos tortolos –dijo ella.

-Está bien, nos vamos –dijo Joel un poco triste.

-Sí, ¡Vámonos! –exclamé yo nerviosa.

-¿Está todo bien? –me preguntó Esther.

-Sí, todo tranquilo...

Puntos cardinalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora