— ¡Justiiiiiiiiiiiiin!—salgo corriendo detrás de él por toda la casa.
— ¿Qué pasa, no puedes cogerme?—ríe y sigue corriendo.
— ¡Eres un imbécil!—grito enfadada y corro lo más rápido que puedo, se despista y salto encima suya—. ¡Dame eso!—grito enfadada.
— A ver que hay... Un móvil, condones... A ver...—sigue rebuscando y le quito mi bolso.
— ¡Deja de urgar en mis cosas!—se echa hacia alante conmigo encima y me agarro a el para no caerme—. ¡Para, me vas a tirar!
— No te voy a tirar—ríe a carcajadas y me coge del culo.
— ¡JUSTIN, ERES UN PU.TO CERDO!—empiezo a golpearle la espalda y el me lleva a caballito por toda la casa. Río y me agarro a él para no caerme.
— Buenos días—Justin para en seco y yo paro de reír, ahí esta Bryan.
— Eh... Buenos días—hago una media sonrisa.
— ¿Qué tal dormiste?—Bryan alza las cejas.
— Bien—arrugo la nariz y Justin me deja en el suelo. Mi móvil empieza a sonar y me dirijo a mi habitación al ver quien es.
— Dime—contesto nada más descolgar el tlf—. Ya lo sé... Vale, iré con cuidado... Que sííí—pongo los ojos en blanco—. Por Dios, no tengo 5 años... De acuerdo, adiós—cuelgo y me levanto, me giro y ahí esta Justin, grito—. Imbécil, me has asustado—me llevo la mano al pecho.
— Lo siento—ríe—. Vamos a ir todos a una discoteca, ¿te apuntas?
— Vale, me arreglo y vamos—sonrío.
— Tienes media hora—avisa Justin.