– ¡Que oportunos pueden ser algunos! – Exclamó de forma sarcástica Raquel, caminando con pesar hacia la puerta – ¿Qué deseas? – preguntó fingiendo amabilidad.
– Hablemos por favor – suplicaba.
Raquel miró hacia donde estaba Sara y la vio riendo con las caricaturas en la televisión.
– En otro momento te prometo que hablaremos, pero no ahora – le dijo sin mirarlo.
El chico volvió a insistir – solo quiero disculparme – esta vez Raquel lo miró fijamente, buscando algún indicio de sinceridad.
– Está bien – dijo accediendo, abrió la puerta y lo hizo pasar.
Raquel se sentó en una de las sillas altas que acompañaban la barra americana de la cocina. Su ex novio la imitó.
– Bien – empezó a decir – lamento mucho mi actitud de hace unos días, sé que me comporté como un imbécil.
– Un completo imbécil – recalcó Raquel.
– Lo sé, pero de verdad lo lamento, seamos amigos ¿te parece? – propuso dulcemente.
Raquel rio por lo bajo y dijo – ¿amigos? – Lo pensó un momento – creo que prefiero conocidos – agregó.
– ¡Raquel! – Exclamó Sara llegando animadamente a donde estaba la chica – ¡Quiero otro beso! – dijo abrazando a Raquel por el cuello. Sin embargo, Raquel asustada por lo que diría el chico, quien miraba la escena confundido y sorprendido, dijo – Sara basta, déjate de tonterías – mientras se soltaba del agradable abrazo y le lanzaba una mirada de reproche a Sara.
Sara confundida la miró despegándose de ella y salió de la cocina.
– ¿Qué acababa de pasar? Llega ese chico, que ni se cómo se llama y Raquel cambia conmigo. ¿Acaso está mal pedir afecto en público? Tal vez deba preguntarle. Mi corazón se siente totalmente diferente ahora, es como lo contrario a lo que sentía hace un momento ¿Será así el dolor? ¿Y la tristeza? ¿Será igual? – Y entre pensamientos, mirando por la ventana de la sala que daba justo a un parque muy bonito, una voz la interrumpió.
– Sara no puedes pedirme besos así – le explicaba Raquel – ¿Qué pensará la gente? – preguntó.
– ¿Qué pensarán? – preguntó Sara.
– Pues... – empezó a titubear – está mal – respondió no muy convencida.
– ¿El afecto es malo? – preguntó Sara más confundida.
– No, no es malo – intentó explicar – es solo que... – Raquel no sabía cómo explicar algo que simplemente no tenía explicación. Sara tenía razón – es que hay varios tipos de afecto – intentó excusarse.
– ¿Cómo es posible eso? – preguntó.
– Verás, hay afecto entre amigos, entre parejas, entre familias – explicó.
– ¿Y cuál es la diferencia?
– Pues, entre amigos está bien darse abrazos y besos, pero solo de vez en cuando, no todo el tiempo – empezó a decir – entre parejas, es casi igual, solo que los abrazos y besos son más profundos y está bien demostrarlo en público, además que pueden pasarse todo un día en eso si quieren – explicó mientras Sara la miraba atentamente – y el afecto de familia, es cómo el que tenemos Joshua y yo – finalizó.
– Creo que entiendo – dijo Sara – ¿Podemos entonces ser amigas, pareja y familia? – Preguntó – Quiero todo eso – dijo sin entender bien.
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Corazón de tela
FantasySara es una muñeca, literalmente. Ha pasado su vida sin moverse en un estante. Deseosa de saber lo que es vivir al fin la compran, pero la vida de los seres humanos es más intensa y complicada de lo que ella imagina.