Ser tragado por una aurora era lo más surreal, además de estar hipnotizados siguieron sintiendo dolor. Aquella espesa neblina los arropó y no de forma delicada precisamente. Sin embargo, cuando despertaron o tal vez, cuando salieron de la hipnosis se encontraban en una habitación completamente color naranja, en todas sus tonalidades. A primera vista parecía una habitación pequeña, pero luego de enfocar bien la vista, se notaba que era mucho más grande. Las personas que allí se encontraban también tenían tonalidades naranjas, como si se hubiesen restregado por las paredes cuando aún estaba recién pintado y caminaban de un lado a otro, murmurando cosas para sí mismos.
Al fondo de la habitación se encontraba un enorme letrero con un color naranja más fuerte y brillante que decía: "El salón de los arrepentidos" Raquel se levantó del suelo, el cual, curiosamente era muy blando y suave. Buscó a David con la mirada y lo encontró justo a su lado perplejo mirando todo.
– ¿El salón de los arrepentidos? – Preguntó David.
– Debe ser una de las pruebas – Le dijo Raquel.
Caminaron por la habitación y se dieron cuenta que dos personas exactamente iguales a ellos, se dirigían en la misma dirección. Extrañados, caminaron más rápido y se dieron cuenta que solo se acercaban a un espejo.
– Que buena broma – Dijo Raquel.
Detallando el espejo enorme que cubría la pared, la habitación era mucho más pequeña de lo que pensaba.Pero más allá de la ilusión que ofrecía el espejo, se dieron cuenta que ellos también estaban pintados de color naranja. Ahora sí que no entendían nada.
– ¿Recuerdas lo que dijo la anciana? – Preguntó David, haciendo pensar a Raquel – Tres pruebas para aligerar la mente y el corazón – Dijo respondiéndose.
– ¿Buscan algo en especial? – Preguntó un señor, cuya tonalidad naranja era más suave que la de los chicos.- Buscamos a una chica que está en la ciudad oculta – Dijo rápidamente Raquel, esperando que le dieran buenas noticias.
– Bien, bien – Dijo el señor, que eran tan pequeño y gordo que parecía una naranja parlante – Primero deben desteñirse – Anunció, haciendo una seña para que se fijaran en su color.
– ¿Y cómo hacemos eso? – Preguntó confuso David.
– Pues arrepintiéndose, claro – Respondió como si fuese lo más obvio del mundo – Están en el salón de los arrepentidos – Agregó soltando una risa.
– ¿De qué se supone que nos debemos arrepentir? – Preguntó otra vez David.
– Cuando los sentimientos se contradicen, en la propia contradicción se produce luz – Dijo lentamente y se marchó.
– Creo que nos quedaremos aquí para siempre – Anunció David desanimado, mientras Raquel seguía callada y movía sus ojos cómo analizando algo.
– Creo... – Empezó a decir – Creo que sé de qué habla – Dijo – Tenemos que recordar cosas que hayamos hecho – Raquel se movía de un lado a otro – Que hayan estado mal y contradecir el sentimiento de ese hecho... Y arrepentirnos – Finalizó.
David comenzó a pensar – De niño le até las trenzas de los zapatos a un chico... – Pero la naranja parlante lo interrumpió.
– Eh chico, al espejo – Le señaló.
Entonces entendieron, las personas que murmuraban se encontraban pensando sobre que arrepentirse y las que estaban frente al espejo, eran las que ya se arrepentían. Notaba como pequeñas ráfagas de luz cambiaban las tonalidades del color naranja de las personas.
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Corazón de tela
FantasySara es una muñeca, literalmente. Ha pasado su vida sin moverse en un estante. Deseosa de saber lo que es vivir al fin la compran, pero la vida de los seres humanos es más intensa y complicada de lo que ella imagina.