CAPÍTULO 1 | ¡Buenos días, vacaciones!

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Hace un calor como nunca en casa de Marsha

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Hace un calor como nunca en casa de Marsha. Junio está a punto de terminar, y el mes de Julio suele traer consigo altas temperaturas. Pero, sobre todo, lo que más excita a Marsha es el campamento. La Brigada de Verano, para ser más precisos. Nunca ha ido antes a un lugar similar pero, si es como ve en las películas y series adolescentes, le espera un verano brutal. Es uno de los campamentos más solicitados por los jóvenes, ya que incluso han llegado a hacer viajes al extranjero o a festivales de música como Coachella o Tomorrowland. Ha tenido suerte de conseguir plaza. Todavía sigue sin saber cómo ese vídeo de presentación que envió pudo convencer a quienes fuesen que lo valorasen para que entrase ella y no otro. No era para tanto.

En fin, el caso es que el avión sale mañana, y los nervios no perdonan. ¿Qué tal será la gente allí? ¿Serán muy duros con ellos los monitores? ¿Y si sólo se le acercan los bichos raros para tratar de ligar con ella, como en el instituto? Vale, no es una chica precisamente dulce o acaramelada, pero mejor eso a ser una cursi o alguien que solo piensa en salir de fiesta o rollos de una noche, ¿no es así? Además, está segura de que si nadie se fija en ella es por su cara de niña. Venga ya, han llegado a preguntarle si quiere el menú infantil en los restaurantes. ¡Eso era para críos de hasta trece años, no de casi dieciocho! Puede que su físico también sea aniñado y delicado, pero no hace falta tener curvas o escotes tremendos para que alguien decente se fije en una, ¡venga ya!

Como sea, Marsha no podrá hacer más que conjeturas hasta que viva la experiencia en su propia piel. Y, quiera o no, tendrá que esperar todo un día entero para ello.

Al día siguiente, Marsha está más embobada que un zombie de The Walking Dead. No ha dormido demasiado pensando en lo del viaje, y eso que normalmente no suele aguantar despierta más allá de las once y media. Qué remedio. Desayuna lo más rápido posible a pesar del cansancio y corre a vestirse. Camiseta negra por encima del ombligo, dejando ver su lunar justo encima de este, pantalón corto negro y zapatillas blancas, sin olvidar su collar con forma de tabla de surf. Se pone la mochila, colgada en la puerta de su cuarto desde el día anterior, y echa un último vistazo a su habitación.

"Allá vamos"- Piensa.

Ya en el aeropuerto, justo a las dos del mediodía, saca su bocadillo de pollo, lechuga y tomate de su mochila y se dispone a comerlo antes de embarcar en su viaje.

- Y recuerda echarte siempre crema solar. Ya sabes que tienes la piel muy sensible. ¡Ah, y ten cuidado con los chicos, que con lo ingenua que eres seguro que...

- No tengo diez años, Tamara- Responde Marsha a su tía-. Voy a estar bien, ya lo sabes. Ese sitio es una pasada.

- Lo sé. Lo importante es que te lo pases bien, que es a lo que vas. Pero con cabeza.

- Sí.

- No hagas nada de lo que puedas arrepentirte. Sabes, yo también tuve tu edad, y si llego a tener esta oportunidad... habría sido el mejor verano de mi vida. Aprovéchalo.

Marsha abraza a su tía por última vez, y tira el envoltorio de su bocadillo a una papelera, despidiendo después a sus primos también. Ya es el momento de embarcar. No hay vuelta atrás. Las vacaciones de su vida acaban de comenzar.

El vuelo dura bastante y hay que hacer escala de por medio, pero lo poco que ha dormido esta noche ayuda a que Marsha pueda pasarlo en su mayor parte durmiendo.

- Pasajeros, el vuelo 1745 con destino Los Ángeles ha aterrizado con éxito. Passengers, the flight...

Marsha baja del avión mientras la azafata continúa hablando por los altavoces y va directa hacia la cinta transportadora de las maletas, en la que, como no es de extrañar, la suya aparece de las últimas. Solo de pensar que podría haberse perdido por el camino o que cualquiera podría haberla cogido le entran escalofríos, porque ¿qué hay más emocionante que llegar a un campamento lleno de adolescentes sin ropa de cambio o equipaje alguno? ¡Una experiencia fantástica, sin duda!

Marsha toma un bus desde el aeropuerto que pasa por la ubicación del campamento, a unas tres horas de allí. Posiblemente las tres horas más largas de su vida.

Cuando el autobús se detiene, Marsha no puede creer lo que tiene delante. Cerca de la playa de Santa Mónica, uno de los lugares con los que siempre había soñado visita, se encuentra el enorme complejo, más parecido a una pequeña ciudad o pueblo muy moderno que a un campamento. Baja su maleta, se coloca la mochila en la espalda y toma aire. El sol está poniéndose sobre el mar. Por la diferencia horaria, en su casa ya deben estar durmiendo. Es la hora de entrar.

El lugar está a rebosar de jóvenes. Parece que casi todos hablan el mismo idioma, lo que facilita mucho las cosas, aunque es lo que cabe esperar dado que el concurso de plazas solo estaba disponible en inglés, español y un par de lenguas más. Marsha no es capaz de encontrar a quién unirse y comienza a vagar por lo que parece la plaza central del sitio, mientras saca una manzana de su mochila. Apenas puede comenzar a comerla cuando alguien impacta contra ella, haciendo que casi se caiga a la fuente en la que estaba apoyada.

- ¡Ay! ¡Lo siento! ¿Estás bien?- Una chica de pelo castaño oscuro y ojos grandes se echa las manos a la boca- Siempre me pasa igual... iba corriendo hacia donde se supone que hay un puesto de comida, y creo que me emocioné un... Espera, ¿hablas mi idioma?

- Eso creo, jaja.

¿Qué acaba de decir? No, Marsha, esa respuesta no tiene ningún sentido. Definitivamente, tiene el don de la estupidez.

- ¡Ah, genial, entonces! ¡Yo me llamo Sasha! Encantada.

- Lo mismo. Yo soy Marsha- Si quiere preguntar algo, tiene que hacerlo ahora-. Oye, ¿por casualidad sabes de más gente con la que podamos hablar? Esto es un caos, ¿no crees?- Bien, parece que lo ha hecho correctamente.

- ¡Anda, qué parecidos suenan nuestros nombres, qué casualidad! Ah, por a lo que dices, pues ni idea. Aunque supongo que no tardarán en poner orden por aquí y organizarnos mejor.

Como dicho y hecho, todo el mundo se calla poco a poco y, desde el fondo, la gente va haciendo un hueco a unas cuantas personas, aparentemente los monitores o algo por el estilo, las cuales se dirigen hacia el centro, cerca de las dos chicas. Son tres hombres, un señor mayor y dos bastante guapos. El más bajito de ellos, de pelo negro y aspecto delgado pero imponente, toma la palabra. Por suerte, comienza a hacerlo en el idioma de Marsha.

- Bien, ahora que os habéis callado, escuchadme, por favor. Bienvenidos a la Brigada de Verano. Supongo que sabréis que es un privilegio y todo eso. No voy a daros una charla motivadora. Simplemente que sepáis que quienes mandamos aquí somos ese viejo de ahí, Pixis, el compañero de mi derecha, Erwin y yo, el capitán Levi.

- ¡Oye, tampoco te pases, Levi!- Le dice el tal Pixis- Y aún no sé a qué viene eso de capitán...

- Oh, como quieras. Ahora es tu turno, Erwin. Pasa a anunciar el registro de habitaciones.

El chico rubio, alto y de cejas pobladas, con aspecto nórdico, da un paso al frente y empieza a hacer lo que Levi le ha pedido.

- ¿Te imaginas que nos toca juntas? ¡Sería una pasada!

- Sí, la verdad- Marsha sonríe hacia Sasha mientras espera atenta a que Erwin pronuncie su nombre. Si lugar a dudas, está viviendo lo que nunca había esperado.

Brigada de verano [Attack on Titan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora