12- Primeras heridas de guerra

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Casa de Harry, Shirakawa.
Segunda semana de Enero, Año 1869.
Era Meiji.

De un día para el otro todo se volvió incómodo. No se atrevían a hablar sobre el incidente del brazalete, así como de Louis. El único que tal vez lo mencionaba era Yuki cuando pedía permiso para ir a hablarle. Su madre ya no se lo negaba, incluso ella hablaba con él de vez en cuando.

- ¿Cómo has estado? -preguntó Harry mirando al ninja. Se encontraban en el jardín desayunando, ya que Gemma junto con Yuki se habían ido al mercado y Kaoru se encontraba entrenando con su arco.

-Bien -respondió secamente el menor. No se encontraba muy elocuente que digamos ese día. Sólo se concentraba en el arroz que tenía en su tazón. Gracias a los dioses había empezado a comer mejor.

-El día está muy agradable -el menor no le hizo caso-tal vez podamos entrenar juntos.

- ¿Entrenar juntos? -Louis levantó la mirada observando detenidamente a Harry, como si no le hubiera entendido.

- ¡Así es! -exclamó sorprendido por la respuesta del ninja. Había logrado captar su interés -. Traeré unos bokens (espada de madera para entrenamientos) y entrenaremos un rato antes de que me vaya al palacio - le dijo sonriendo. Los ojos de Louis brillaron, hacía tanto tiempo que deseaba entrenar.

-Tendrás que demostrar todas tus habilidades si es que deseas alcanzarme, samurái - dijo el ninja sonriendo retadoramente.

-Eso lo veremos -finalizó Harry. Ambos terminaron su desayuno y se dirigieron al salón de entrenamiento.

Tomaron posiciones uno frente al otro. Cada uno con un boken en mano, con la guardia en alto, habiendo adelantado el pie izquierdo listos para dar el mando y atacar, con los ojos entornados fijados en un solo objetivo: su oponente.

Iban a comenzar cuando apareció Gemma tocando la puerta.

-Harry, a ti y a Kaoru los llaman desde el palacio. Parece que hay disturbios en la zona urbana -les dijo seriamente. Su kimono negro con flores rosadas y el obi verde claro hacían resaltar lo claro de su piel y su cabello sujeto en un rodete caído le daba un aire juvenil.

-Será en otra ocasión Louis. Lo lamento -se disculpó Harry bajando los brazos para dejar el boken en su sitio y acomodarse las mangas del kimono color tierra, combinado con un hakama azul oscuro.

-No lo lamentes. Es tu deber. Es lo único que un guerrero jamás debe permitirse ignorar -comentó Louis también bajando los brazos para dejar el boken y soltar las mangas del kimono verde que llevaba puesto.

Este hacía un contraste perfecto con sus ojos

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Este hacía un contraste perfecto con sus ojos. Harry se volteó a mirarlo y le sonrió de forma cómplice ante la promesa de entrenar juntos. Luego partió presuroso junto a su cuñado.

Louis lo siguió con la mirada hasta la salida, cuando Gemma hizo un ruido con su garganta para llamar su atención.

-Acompáñame Louis -ordenó la mujer. El ninja asintió y la acompañó. La vio cerrar la puerta y la siguió cuando se dirigían a una gran puerta de madera. Era la que seguramente dividía la residencia de Harry y la de ella.

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