Capítulo 1

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Ring, Rang, Rung.

Rung, en lengua inglesa, podía significar varias cosas:

Una escalera.

Un escalón.

El participio de "llamar", y su traducción sería algo así como "llamado".

Pero a pesar de estas acepciones, Rung era también una persona. La definición perfecta para él era la de caballero inglés: Un perfecto gentleman llevado a su máxima expresión. Un hombre de cierto rango social que su comportamiento, porte y actitud son simplemente intachables. Y así verdaderamente era Rung: un hombre pelirrojo de mediana edad y de cuna noble inglesa, trato suave y algo amanerado, siempre dispuesto a ayudar a los más necesitados. Su filosofía era "Siempre pregunta con un por favor y da gracias", "Cuida tus modales", "Respeta a tus superiores" o el más universalmente clásico hablando, "Ofrece tu asiento a una señorita". El te de la tarde era sagrado, tanto como su puntualidad y buen gusto. Muchos de sus colegas lo conocían por ''cejas'', ya que estaba dotado de unas muy resultonas, naranjas y expresivas. 

Nuestro inglés había nacido en el seno de una familia realmente rica y poderosa: los Truswell. Su padre era un descendiente directo del conde Rubert de Hertfordshire, que mediante la venta de obras de arte y otras riquezas exóticas, consiguió hacerse aún más extraordinariamente rico de lo que era, tan rico que los Truswell disfrutaban de las comodidades y despreocupaciones típicas de los Lords generación tras generación. Aun así, Rung no deseaba una forma de vida tan ociosa como sus familiares esperaban que disfrutase, algo que consideraba profundamente patético. Su vida personal y académica estaban atascadas, y su mente inquieta por naturaleza estaba ávida de nuevas sensaciones. Por lo que, a la edad de 25 años, se embarcó hacia los Estados Unidos, recién terminada su carrera de Psicología y Psiquiatría en Oxford.

Y allí estaba él, viento caluroso de verano de 1990 arremolinándose en su naranja y a veces rebelde pelo. Había llegado hasta Los Ángeles, donde allí todo se resumía en algo completamente distinto de su tierra natal: sol, arena, desierto y calor.

.

-¿Rung Truswell? - una voz profunda y de tono algo cascarrabias sonó detrás de él.

El pelirrojo se giró inmediatamente, para encontrarse cara a cara con un hombre mucho más viejo y maduro que él. Era alto y algo robusto, con azules ojos penetrantes enmarcados en unas profundas ojeras, y su rostro adusto estaba surcado por finas arrugas que marcaban sus facciones. Por su aspecto y la vestimenta compuesta por bata blanca de doctor, Rung supuso que aquel doctor estaba trabajando demasiado. Y aún así, parecía later ahí una inmanente belleza extraña y añeja.

-Oh, sí, ese soy yo, señor - Rung respondió apocadamente con una sonrisa despistada.

-Soy el Doctor Ratchet, y venía a darle la bienvenida al hospital. Es la primera vez que tenemos un gabinete de psicólogo aquí, cosa que me parece realmente estupenda - Ratchet se presentó mientras estrechaba la mano de Rung con afabilidad, y éste hacía lo mismo con gentileza. La soltura con la que hablaba Ratchet le sorprendió, ya que él no estaba acostumbrado a ese carácter tan temperamental que observaba en muchos americanos. El pelirrojo era demasiado tímido para esas cosas, pero aún así sonrió, sintiéndose mejor.

-Muchas gracias, señor Ratchet. No sabe mi grado de ansiedad al llegar aquí al hospital sin conocer a nadie... Estaba algo aterrado. - Rung comentó, mirando derreojillo sus cosas aún metida en cajas. Algunos libros sobre el psicoanálisis se le habían caído al suelo y al reparar en ello, se agachó y los recogió rápidamente, dejándolos en la mesa con sumo cuidado.

Ratchet sonrió con una mueca y se dispuso a ayudar al inglés. Rung pudo notar como las manos de Ratchet eran enormes pero bien cuidadas, de dedos robustos y nudillos fuertes. El inglés se empezó a preguntar en qué área podía estar especializado aquel hombre, y a juzgar por su aspecto algo demacrado, tal vez paramédico. 

-Por favor, llámame solo Ratchet. Lo de señor me hace sentirme más viejo de lo que soy ya - el doctor rogó sin rastro de malicia o enfado, y eso rompió por momentos la distracción que Rung había depositado en él. - Te entiendo perfectamente, lo de la ansiedad quiero decir. Siempre fui un hombre retraído, no sabes hasta que punto. Cuando vine a trabajar a este hospital por primera vez, creía que vomitaba.

Rung no pudo suprimir una carcajada a causa de la franqueza del doctor. Nunca había oído a alguien hablar así en Inglaterra, cosa que le resultaba estimulante.

Cuando abrió la boca para seguir con la conversación, sonó el busca del Doctor. Éste lo apagó con una maldición y puso los ojos en blanco. Debajo de esa amabilidad, Ratchet en realidad sufría de muy mal humor, que solía pagar con casi todo el mundo que osaba romper su tranquilidad.

-Lo sé, soy un viejo cascarrabias. Debo volver al trabajo. Ha sido un placer conocerte Rung, y espero que pronto podamos volver a vernos- Ratchet sugirió y se colocó sus gafas con rapidez, planchándose la bata blanca con las manos y mirando que todo estuviese en correcto orden. 

-El placer es mío, Doctor. Si no es mucha indiscreción, exactamente me gustaría saber cuál es su especialidad. ¿Traumatología?, ¿Paramédico? - él preguntó con un hilo de voz, tratando de parecer lo menos estúpido y cotilla posible. 

Ratchet miró a Rung por última vez antes de desaparecer, clavando sus ojos debajo de las pobladas y marrones cejas.

-Soy el Jefe de Cirujanos de este hospital - contestó escuetamente pero sin dejar de sonreír a un, ahora, boquiabierto inglés. -Lo que explica mis profundas ojeras y mi acusado mal humor, si es lo que deseas saber. Ah, antes de que se me olvide... -el doctor sacó un papel de uno de los bolsillos de la bata y alargó la mano hacia Rung. -Aquí, mi número de móvil y de busca por si necesitas algo. Aunque este sitio pueda parecerte el Paraíso los primeros días, he de decir que Sant Claire por muy buen hospital que sea, está plagado de imbéciles trabajando aquí. Seré tú protector, por eso no tienes que preocuparte.

Y a partir de aquel día, empezó lo que sería una relación indestructible de amistad que duraría años y años. Pero en ese momento, Rung ignoraba lo que iba a suceder en el futuro, sintiéndose como un fruto que suavemente flota y flota en una corriente de flujo lento y permanente.

Ese era Rung. Esa era su nueva vida: psicólogo y caballero de anacrónicos pensamientos y porte. Preparado para una vida nueva en una tierra de las que tantas fantasías había oído hablar. 

¿Y sobre las relaciones amorosas de nuestro ya amado pelirrojo?. Bueno, todo ya llegará.

Un gentleman en la jungla de asfaltoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora