Cap. 5 Yúlia

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Introducción

Pas de Deux del cascanueces era lo que se podía escuchar en el lugar, una joven de cabellera rubia platinada se dejó observar con aquél traje de tonos violetas; su mirada de cielo, facciones delicadas y unas pequeñas pecas sobre su nariz, podían provocar que la gente recordara a su madre, pese a que su parecido físico coincidiera con otra persona.

Con trece años ya se postulaba para ser la mejor del equipo ruso de gimnasia rítmica, por lo que se esperaba que en cuanto cumpliera los dieciséis años, participara en los juegos olímpicos. La gimnasia rítmica siempre había sido su fuerte; sin importar que tanto el ballet como el patinaje se le daban bien, ella no quería seguir los pasos de sus padres.

Especialmente no después de esos rumores que escucho desde los seis años.

Todos sabían que no era fácil de tratar. Entrenada por la gimnasta retirada Yevguenia Kanáyeva, pupila de la famosa entrenadora rusa Irina Víner, quien era una de las figuras más prestigiosas en ese rubro. Todos reconocían que las chicas entrenadas por Víner fueron ganadoras, muchas de éstas desde temprana edad.

Pero ser hija de dos patinadores de élite en sus tiempos, tenía sus desventajas; la envidia de muchos otros ante sus aptitudes le había orillado a desarrollar una impaciencia que rivalizaba con la de su padre, y una ambición por demostrar su valía que arrasaba con cualquier insulto.

Siempre trató de ignorar los rumores, e incluso jamás lo mencionó a sus padres. Empalagosos a decir verdad, pese a que la mayoría de los amigos de éstos no lo creyeran. ¡Ella vivía con ellos! ¡Obviamente les conocía! Pero con el tiempo se dio cuenta de que cada palabra sí que la lastimaba, los rumores con tintes de verdad siempre dolían.

Pero debía decidirse ahora mismo, sus padres no criaron a una niñita llorona.

El vínculo que une a tu auténtica familia no es de sangre, sino de respeto y alegría mutua.

Richard Bach (1936-?)

La cosa era si ella sería capaz de hablar del tema con sus progenitores. No lo pensó demasiado, con la energía e impulsividad que le caracterizaban simplemente lo soltó aquel día antes de ir a practicar.

— Quiero saber quién es mi verdadero padre...

El silencio se formó de inmediato cuando salieron aquellas palabras de los labios de Yúlia. Observó como aquél hombre rubio que siempre era arisco con el mundo pero que, por ella, incluso hasta se pondría un tutú, la observaba a los ojos.

Era obvio que no compartían sangre, también que lo amaba demasiado, después de todo la había criado, pero tenía la necesidad de saber, de entender como aquella pareja tan peculiar se había atrevido a formar una familia.

Su madre soltó un suspiro y le hizo un ademán con la mano para que se acercara y se sentara a su lado. Así lo hizo la jovencita.

Tras unos segundos de reflexión, su madre, con una gran sonrisa, declaró:

— Tu verdadero padre es el que ya conoces: Yuri.

Fue interesante que pasando tres segundos, Yúlia se incorporara y alegara con exigencia— ¡No estoy bromeando madre!

— Ah, pero si reaccionas igual que Yuri, ¡es obvio que eres su hija!

— ¡Mamá!

La risa del hombre presente se dejó escuchar, para después seguir la de su madre. Yúlia de verdad comenzaba a pensar que ya estaban tan viejos, que se les olvidaba todo.

Se sentó en el sofá con actitud molesta y enfurruñada. Odiaba que no se tomaran en serio sus palabras. ¡Ella tenía ya 13 años!

De pronto sintió como era arrebatada del sofá por su padre, quien la cargó y la sentó en sus piernas. Sintió como el rubio le revolvía los cabellos tratando de tranquilizarla.

Quid est amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora