Vigésima sexta carta.

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Hola Tristeza.

Bueno, aprendí a lidiar contigo.

Te puse en tu lugar, ¿no? Y si, acepto el hecho de que andas rondando a mi alrededor. Pero quédate en aquel rincón de mi corazón que te puse.

Estás bien allá. Lejos de mis sentimientos y mis pensamientos. Querida Tristeza, aprendí a ser feliz sin importar los problemas que me causas.

No necesito nada, sólo me necesito a mi, me quiero a mi. Y tú quieres que te siga queriendo, pero tienes que saber que no puedo volver a ti. No puedo y no quiero.

Estoy mejor así, locamente enamorada de la vida y de todas las cosas malas y buenas que me ha mandado.

Y aunque a veces pienso de nuevo en sus ojos, y en las canciones que me dedicaba sé que estoy mejor por mi cuenta.

Si no puedes amarte a ti mismo, cómo demonios puedes amar a alguien más.

Aprendí a amarme y a respetarme. Aprendí a ignorarte.

Me enseñaste muchas cosas Tristeza. Gracias, te quiero.

Hola Tristeza, te escribí una carta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora