Hola Tristeza.
Bueno, aprendí a lidiar contigo.
Te puse en tu lugar, ¿no? Y si, acepto el hecho de que andas rondando a mi alrededor. Pero quédate en aquel rincón de mi corazón que te puse.
Estás bien allá. Lejos de mis sentimientos y mis pensamientos. Querida Tristeza, aprendí a ser feliz sin importar los problemas que me causas.
No necesito nada, sólo me necesito a mi, me quiero a mi. Y tú quieres que te siga queriendo, pero tienes que saber que no puedo volver a ti. No puedo y no quiero.
Estoy mejor así, locamente enamorada de la vida y de todas las cosas malas y buenas que me ha mandado.
Y aunque a veces pienso de nuevo en sus ojos, y en las canciones que me dedicaba sé que estoy mejor por mi cuenta.
Si no puedes amarte a ti mismo, cómo demonios puedes amar a alguien más.
Aprendí a amarme y a respetarme. Aprendí a ignorarte.
Me enseñaste muchas cosas Tristeza. Gracias, te quiero.
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Hola Tristeza, te escribí una carta.
Ficción GeneralHace mucho tiempo, me hice íntima de una amiga muy peculiar. Nunca me dejó sola, me acompañaba a cualquier lugar por más lejano que fuera, compartí experiencias y cosas que nadie más sabe de mí. Hoy, después de mucho, volví a encontrarla, y fue tan...