Eran las 6 de la mañana cuando sonó mi despertador. Con más pereza en mi cuerpo de la que creía posible que existiera, me levanté, tome un baño, me coloqué el uniforme y salí de la habitación. Valentina y Carolina me esperaban en la sala común—siempre era la que más tardaba en arreglarse en las mañanas—para que fuéramos a desayunar.
Desayunamos y después fuimos a nuestra primera clase. Para mi tortura no tomábamos esta clase juntas. Yo veía ingles mientras que ellas dos verían juntas historia. Esto no era justo.
Caminé hasta el salón de inglés y busque rápidamente un rostro familiar. No me tomó mucho tiempo encontrar a Kimberley Fischer. Nos conocíamos desde mi primer año aquí. Algunas clases las tomábamos juntas y éramos amigas. Me acerqué a ella y senté en la silla a su lado.
-Hola, Kim—le dije ofreciéndole una gran sonrisa.
-Hola, Daya. ¿Qué tal todo?—dijo devolviéndome la sonrisa.
-Aburrido. Sabes lo que pienso de los primeros días.
-Sí. Todos pensamos lo mismo.
En ese momento unas manos masculinas se posaron sobre sus hombros. Mis ojos subieron lentamente por esos brazos hasta encontrarme nuevamente con esos ojos grises que me habían encantado desde ayer. Un suave y cálido Hola salió de los perfectos labios del chico.
-Hola, amor—respondió Kimberley.
¿AMOR? ¿Kimberley era la novia del apuesto chico de los ojos grises? ¡No! No podía ser cierto. Ahora el guapo chico era novio de una de mis amigas. ¡Excelente!
-Josh ¿ya conoces a Dayana?—continuó Kimberley.
-Creo que aún no tengo el placer—respondió Josh.
-Mucho gusto. Dayana—dije ofreciéndole mi mano.
-Josh—dijo él tomando mi mano.
Sus manos eran increíblemente suaves. Algo que me cautivaba en un chico. ¡Calla, Dayana! Me ordene a mi misma. Era el novio de Kimberly y no debía meterme ahí. Además yo no era así, nunca me metería con un hombre comprometido.
En ese momento llegó el señor Millan y la clase comenzó.
Las dos horas se fueron velozmente. En realidad no presté mucha atención a las palabras del señor Millan, mis pensamientos estaban con unos ojos grises. Aún no me creía que Josh—el chico de los bellos ojos grises—fuera el novio de Kim. Nunca había tenido un novio aquí adentro pero eso no quería decir que no hubiera ligado con alguno. Josh era de los pocos chicos que tenía un físico lo suficientemente lindo como para que sin hablar yo ya quisiera que pasará algo. Pero no siempre conseguimos lo que queremos, así que tendría que alejar esos pensamientos de mi cabeza.
Para el almuerzo nos sentamos en una mesa Carolina, Taylor, Leo, Valentina, Ian—mi mejor amigo—y yo. Habían pasado unos 15 minutos cuando Kimberly y Josh aparecieron frente a nosotros.
-¿Nos podemos sentar?—preguntó Kim.
-Claro—respondió Valentina mostrando sus perfectos dientes en una gran sonrisa.
La conversación, las risas y todo siguió como venía, pero debo admitir que me resultaba algo incómodo tener al chico que me gustaba frente a mí tomando la mano de una de mis amigas.
-¿Entonces formas parte del equipo de Lacrosse?—preguntó Ian a Josh.
-Sí. En mi antigua escuela también pertenecía al equipo, así que me alegró que aquí también tuvieran uno.
-¿Y por qué decidiste venir aquí?—le preguntó Carolina.
-Pues… con Kim aquí y yo en mi antiguo colegio no nos lográbamos ver mucho así que no fue problema decirle a mis padres que consiguieran un cupo para mí aquí. El dinero no fue un problema.
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El amor NO se elige ©
Teen Fiction¿Y si el chico que te gusta tiene todo lo que odias? ¿Y si ese chico tiene novia? Pero peor aun ¿qué pasa cuando ese chico también siente cosas por ti? ¿Se puede elegir a quién amas? Esta es la historia de Dayana y Josh. Una historia de amor que se...