Escuchó en silencio, casi sin respirar, a un lado de la puerta abierta de la pequeña casa cómo el muchacho se movía de un lado a otro sin emitir ni una sola palabra. Le había visto robar otra vez, esta vez a un hombre que ni siquiera notó cuándo su dinero había sido arrebatado de sus ropas, luego lo siguió tratando de no ser visto y lo vio entrar una vez más a esa casa. Tragó saliva y apretó entre sus manos el saco de arpillera, sintiendo el material áspero contra sus dedos temblorosos. Sacudió su cabeza entonces, pensando cómo no había nada más que pudiese hacer por ese muchacho y sin decir nada ni llamar su atención dejó el saquito con frutas y pan en el suelo, tiró una pequeña piedrita hacia adentro para hacer ruido y corrió para esconderse cerca. Pudo ver de lejos al muchacho asomarse rápidamente, buscando con la mirada quién había sido; miró entonces hacia abajo y sorprendido tomó el pequeño saco, confundido, abriéndolo y reaccionando ante el contenido de este. Entonces pudo verlo mirar a ambos lados otra vez y regresar adentro de su casa con la comida en sus brazos y un leve brillo que alcanzó a divisar en sus ojos.
Jeonghan rascó su nuca, se le había hecho costumbre ir a ver a ese chiquillo y dejarle comida desde que le había robado el dinero esa tarde. No sabía qué era, quizás le dolía ver a un muchacho tan pequeño robando para comprar medicina que le daría a esa mujer, quizás le dolía verlo tan delgado y débil, quizás... le recordaba a su pequeña hermana, tan joven y sonriente, ayudando a su madre y a él siempre que podía, yendo al mercado a comprar fruta con el dinero que ella y su madre ganaban arreglando la ropa de los vecinos.
Apretó sus ojos con fuerza, sintiendo el corazón arder. Cada día, cada segundo rezaba para que su pequeña hermana pudiese perdonarlo... por haber sido débil, por no haber sido capaz de protegerla. Por haber dejado que muriera frente a sus ojos. La extrañaba.
Mantuvo sus ojos cerrados largo rato dejando de oír cualquier ruido que lo rodeara, tan sumido en sus pensamientos se encontró que ni siquiera fue capaz de oír los pasos al lado suyo, acercándosele a paso desconfiado hasta detenerse frente a él. No fue hasta que alguien aclaró su garganta que Jeonghan dio un salto por el susto, cayendo sobre su trasero y mirando avergonzado al chiquillo ahora de pie frente a él, con brazos cruzados y el saco de arpillera con frutas, mermelada y pan a sus pies.
Se miraron largo rato en silencio antes de que alguien se atreviera a dirigir la primera palabra. Fue el muchacho quien habló.
- ¿Qué haces aquí? – preguntó con voz molesta, aun cuando sonaba simplemente como un chiquillo que todavía no había alcanzado la pubertad. Jeonghan tragó saliva, miró hacia los lados como si hubiese alguien más ahí - Te estoy hablando a ti - lo apuntó sin pudor y Jeonghan se levantó, sacudiendo el polvo de su trasero.
- Uh, nada... - respondió mirándolo a los ojos. El chiquillo frunció el ceño algo sonrojado, sin mirarlo a los ojos directamente.
- ¿P-por qué una mujer como tú me sigue todos los días? Solo soy un chico - preguntó confundido por completo, realmente no entendía. Jeonghan rió bajito, el chiquillo creía que era mujer.
- El otro día robaste mi dinero - dijo y el chiquillo abrió la boca, avergonzado. Pronto bajó la mirada, Jeonghan sintió la culpa proveniente de su cuerpo adolescente.
- ¿Quieres que te lo devuelva? ¿Cuánto era? - respondió, probablemente para mantener su orgullo. Jeonghan rió y negó con la cabeza, se levantó con delicadeza limpiando con sus palmas su ropa azul cubierta de polvo y ante la mirada confundida del más pequeño acarició su cabeza como si estuviese acariciando la cabeza de su propia hermana. El chiquillo de sonrojó más.
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Lapislázuli [JiCheol/JiHan]
FanfictionEl lapislázuli es una piedra que ayuda a clarificar los pensamientos al sentirse rodeados del caos, quien la usa será guiado a la toma correcta de decisiones y organizar ideas. Una piedra brillante, sabia, reluciente como el nuevo Rey al que Jeongha...