Rey

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Escuchó detrás suyo cómo un par de escombros cayeron causando un ruido sordo y se giró de inmediato, encontrándose con los ojos abiertos y el rostro sonrojado del pequeño Chan, que con una roca en sus manos alternaba su mirada entre los ojos del eunuco y los escombros que acababa de hacer caer al haber quitado esa roca de soporte.

- L-lo siento – murmuró y Jihoon sonrió suave, restándole importancia y algo más relajado, pues el ruido lo había sacado de sus pensamientos una vez más.

- Solo procura no lastimarte – le dijo y le dio una palmada en la espalda, Chan asintió energético y continuó moviendo rocas y escombros.

Observó a la gente del palacio ayudando a buscar, intentando salvar todo lo que se hubiese salvado del incendio. Miró sus manos negras por el hollín, repletas de callos y heridas por levantar rocas pesadas una y otra vez, llevaban toda la tarde y habían logrado encontrar libros, joyas, ropas y cofres que habían salido algo ilesos del gran incendio que había acabado con el palacio de su Rey. Suspiró, la imagen le partía el corazón. Lentamente sus pensamientos oscuros como el hollín comenzaron a apoderarse de su mente y su corazón, pero una mano en su hombro le hizo dar un salto y volver a la realidad. Era Jeonghan.

- Todo estará bien, sabes que Joshuji dijo que podemos quedarnos cuando necesitemos en él en el palacio – le sonrió intentando calmarlo, aun cuando sabía que no era eso lo que lo tenía así. Jihoon asintió.

- ¿Crees que...- murmuró Jihoon, casi inaudible, pero Jeonghan captó su voz, siempre lo hacía -...crees que despierte?

Hubo un silencio no muy largo, Jihoon cerró sus ojos un momento, sintiendo la briza marina refrescar su rostro, un par de gaviotas graznaba a la distancia. Jeonghan acarició su hombro, lento pero atemorizado. Todos estaban aterrados.

- Yo... no lo sé Jihoon – admitió y Jihoon asintió, no había razón para mentir e inventar falsas ilusiones, ninguno sabía lo que pasaría – Quiero creer que lo hará, de verdad quiero mantener las esperanzas – dijo haciéndole un gesto a Joshua, indicándole que sí podía acercarse cuando le preguntó de lejos al verlos hablando seriamente. Jihoon suspiró.

Llevaban varios días yendo al palacio de lapislázuli, o lo que quedaba de él, buscando cosas que pudiesen salvar. Joyas, ropas, artefactos de valor, cualquier cosa servía para poder mantener vivo algo de lo que alguna vez fue el palacio del rey Seungcheol. Jihoon constantemente debía responder las dudas y los llantos de la gente desesperada del pueblo, preguntándole qué iban a hacer sin un rey que los cuidara, ahora que el pueblo estaba indefenso sin el palacio los campesinos se mantenían asustados y muchos amenazaban con irse. Y Jihoon no sabía cómo explicarles que su rey aun no despertaba, no tenía la fuerza para decírselos, solo les pedía esperar a que su rey se recuperara y que todo volvería a la normalidad, aun cuando ni él sabía si pasaría.

El príncipe Joshua lo estaba ayudando tanto que no sabía cómo pagarle, luego de haber descubierto que su padre era un traidor y haberlo asesinado tuvo que buscar la forma de fingir la desaparición del hombre sin haber dejado rastro para así Joshua poder acceder al trono. Joshua estaba aterrado, pues insistía en no ser capaz de llevar semejante título, que no era lo suficientemente bueno. Jeonghan lo ayudaba y Jihoon le insistía que sí era capaz, aun cuando él mismo se encontraba más roto que nunca.

Y cada noche volvía al palacio del príncipe Joshua, caminaba por esos pasillos cálidos, entraba a la habitación donde su rey dormía y le contaba su día como si fuera capaz de escucharlo, como si se tratara de una conversación y no un monólogo frente al hombre que amaba que, por más que rezara, no despertaba.

Lapislázuli [JiCheol/JiHan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora