Leyendas

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Siempre he sido muy aficionado a las historias. Me da igual de que clase sean: de amor, de aventura, de misterio... No es muy importante para mí. Recuerdo que leí una vez que nunca no podrás aprender nada de una historia. Por mucho que leas, que escuches, siempre te encontrarás con algo nuevo. Algo mágico y maravilloso: una enseñanza, un escenario, un personaje... Algo que se queda en tu mente, grabado para siempre en lo más hondo de tu corazón. Algo que estará siempre presente aunque tú no lo notes.

Una sombra. Una sensación, Una reacción. El pensar ''¿Y qué haría él ahora?''. Una emoción. El recuerdo de alguien a quien admiras, de alguien a quien quieres ayudar. O pensar: ''Esto parece aquel lugar donde pasaba aquello''. Es un retazo, algo importante que nunca se suelta. Algo que pasa a formar parte de tu realidad. Que existe dentro de ti. La magia de las historias puede hacer que algo irreal exista.

Me parecía muy interesante lo que había dicho el profesor Olmo. ''Debéis aprender que todas las leyendas tienen la base en la verdad''. Yo pienso que la verdad no tiene por qué existir. El miedo no existe. El amor no existe. Nosotros hacemos que existan. Lo mismo pasa con las leyendas. Aparecen dentro de nosotros, y se quedan allí para siempre. Pero existen. Son tan reales como tú y como yo. Es magia.

La historia de la Cascada del Hada no tenía por qué ser real. No tenía por qué haber pasado. Pero eso para mí no era importante. Yo podía hacer que fuera real. Por eso, al contrario que algunos de mis compañeros, escuché al profesor Olmo.

—La Cascada del Hada no siempre se ha llamado así—comenzó. Hizo una pausa teatral, que aproveché para observar a mis compañeros. Ysabel parecía absorta en el vuelo de un águila a lo lejos, pero leí en sus ojos que estaba atenta al profesor. Torkil contaba algo a Sebastián entre susurros. Christie... Había desaparecido. Sus compañeras charlaban como si, en realidad, nadie hubiera estado allí. Fruncí el ceño, pero el desconcierto me duró poco. El profesor siguió hablando—. La cascada lleva existiendo mucho más tiempo que el elfo más longevo del planeta. Como ya sabréis, el desnivel en el curso del río la hizo aparecer, y con el tiempo, la erosión hizo que las piedras del fondo se alisaran y el cauce se estabilizara, formando nuestro querido manantial. Hasta aquí, todo normal. Es la única parte de la historia que puede demostrarse, dado que es lo esencial para que se forme una cascada. Sin embargo, como imaginaréis, la leyenda no trata sobre agua que cae y rocas que se alisan.

''La historia que le dio nombre a nuestra cascada es más fantástica y absurda que la erosión. Si estáis o no dispuestos a escucharla es decisión vuestra, dado que lo más fácil y lógico es no confiar en su veracidad—Acarició el agua de la cascada con los dedos, con la suavidad y el cuidado de quien trata con frágil cristal. Sus manos quedaron llenas de pequeñas gotitas que destellearon misteriosamente—. Sin embargo, merece la pena creerla—susurró. El agua refulgió en sus ojos oscuros, en los que leí su posición respecto al tema. Él creía en la leyenda—. Se cuenta que hace más de mil años, antes incluso de la firma del Pacto, esta zona estaba plagada de hadas. Hadas que quizá para vosotros no existan, dado que para mucha gente no han existido nunca. Las hadas eran más hermosas, cándidas y trabajadoras que nosotros. Trabajaban en equipo, se cuidaban y se esforzaban como en una colmena de abejas. Eran seres mágicos y maravillosos, del tamaño de la palma de mi mano. La historia comienza cuando tuvo lugar una exploración de humanos por los Pirineos, donde habitaban estas mágicas criaturas. Los humanos llegaron desde el norte, tras atravesar la barrera que se cerraba desde la desembocadura del río Po hasta la del río Elba, y que formaban los asentamientos de los temibles trolls. Cuando los humanos derrotaron por fin a un grupo de trolls, pudieron cruzar Francia, con las cabezas de los trolls asesinados empaladas en sus lanzas, que usaban para asustar a los campamentos con los que se encontraban. Aquel grupo de mortales estaba liderado por el poderoso Veteris, un guerrero del que se decía que poseía la sabiduría de los elfos y la valentía de los soldados humanos.

Trece DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora