Me guía la intuición.

222 22 11
                                    

El sol se iba ocultando y pronto la luna ocuparía su lugar. Gustavo continúo pensando en esa palabra que parecía tener relación con su vida pasada, sin embargo no tenía ninguna respuesta.

Cuando cayó la noche todo se volvió oscuro, habían pocas personas, las tiendas se iban cerrando y las luces se encendieron por todas partes.

"Las luces en la costa, son faros del pasado"

Colocó las manos en el bolsillo y empezó a caminar por las calles de la ciudad. No sabía qué hacer, no podía comunicarse con nadie, estaba solo en un sitio desconocido.

.....

Al día siguiente Gustavo decidió que ya no estaría más deprimido, ni triste. Decidió investigar todo acerca de su vida, recordar y tratar de hacer algo para no estar atrapado en esa cápsula, que le dejaba que los efectos adversos lo afecten.

Debía recordar su nombre, eso era lo primordial. Lo único que tenía como pista era la palabra Soda Stereo, que podría significar algo.

También numerosas melodías llegaban a su mente, letras de canciones dispersas en su pensamiento.

Ingresó a un centro comercial, no sabía por qué fue a ese sitio, solo lo hizo, tal vez por instinto. Se sentía bastante extraño, no lograba explicarse a sí mismo como es que él era un alma vagando por el mundo.

Sin definición.

Las personas caminaban felices, con sus familiares y amigos, recorriendo y comprando cosas. Mientras él intentaba con todas sus fuerzas, recordar el pasado.

Quedó parado frente a una tienda de música, sentía en su interior que le gustaba eso; la música y las melodías.

Era un lugar rústico pero con un toque moderno, sin perder la esencia. Había todo tipo de instrumentos y varios pósters de bandas aparentemente conocidas. Un clima y música agradable rodeaba el ambiente. Gente interesada en lo relacionado con la música llegaba allí, incluyéndolo.

Observaba los numerosos objetos que ocupaban el vidriero. No estaban ausentes las remeras y los accesorios para fanáticos. La tienda era espaciosa y brillante, sin dudas llamaba la atención de todos, en especial por el nombre del lugar; "Leyendas" que estaba por fuera y resaltaba por las luces titubeantes que a su alrededor se encontraban.

Los precios eran diversos, algunos accesibles mientras que otros no tanto, excepto para algunas personas. Sin embargo, él tenía la impresión de que ya había estado en ese lugar antes.

Pero ¿cómo? No lo sabía.

Suspiró y tomó asiento en una silla acolchonada que quedaba a un costado, en donde unas pulseras de rock y punk lucían, las personas caminaban de un lado a otro. Compraban cd's de varios artistas, carteles y algunos accesorios. Él sólo observaba rogando a Dios que pudiera reconocer algo de él o las personas que habían estado en su vida.

Un resplandeciente brillo llegó a sus ojos casi cegándolo, trató de visualizar cuando se dió cuenta de que era el reflejo del sol que ingresaba por la ventana, chocando por una espléndida guitarra eléctrica azul.

"Las cosas brillantes siempre salen de repente"

—¡Increíble!— musitó esbozando una sonrisa, la cual no había aparecido durante las últimas horas.

No bastaban las palabras para describir lo magnífico de ese instrumento de gloria. Gustavo lo contemplaba maravillado, daría todo para poder tenerlo en sus brazos y rasgarlo aún sin saberlo, sin embargo, podía sentir que esa guitarra ya la había visto antes.

Sólo eran unas pocas guitarras las que estaban en el mostrador, pero a él le atrajo la de color azul.

"Tal vez parece que me pierdo en el camino, pero me guía la intuición."

Melodías parecían escaparse de esa guitarra. El zafiro lo atraía más y más, idéntico a sus ojos de cristal. Sus manos traspasaban el vidrio, mientras que la eléctricidad lo dominaba.

Experimentaba algo fuera de lo común (además de ser un alma andando por el mundo)

—Eléctrica sensación—sonrió plácidamente.

Sentía que su hogar había llegado hasta él, que no estaba sólo. Su tristeza e impotencia se habían esfumado, y la paz y la armonía lo habían reemplazado.

Estuvo con ese instrumento por largo tiempo, hasta que cerraron la tienda. Él decidió ir a otro lugar a recorrer. A recordar.

Esta vez, nada estaba a su favor. Y cuando él estaba sólo nuevamente se sentía decaído. Las calles estaban repletas, los coches con sus bocinas al aire y el gélido clima los alcanzaba. Las tiendas se iban cerrando y él perdió la noción del tiempo.

El atardecer se hacía presente lentamente y unas canciones sonaban.

Gustavo caminaba con las manos en los bolsillos imaginando la guitarra que lo dejó boquiabierto. Era una conexión, sin dudas.

—Y ahora ¿me alcanzará la locura?— dijo retóricamente.

Y los minutos se hacían días y las horas eran años. ¿Pero acaso no sabía lo que podía hacer? Muchas cosas que no ha realizado anteriormente (pero no del todo), podía ir en donde quisiera. Lugares los cuales nunca había estado antes y ahora podría estar. Descubrir el mundo y lo más importante; descubrirse a sí mismo.

Pero él no lo veía de esa forma, no podía soportar la idea de estar en esas circunstancias. ¿Pero quién podría soportar ser un alma vagando? Por el momento, debía sobrellevar la situación, buscar a alguien igual a él o comunicarse de verdad.

Era irreal pero real a la vez, algo científicamente no comprobado, pero por él sí. Se acomodó la chaqueta e inició su búsqueda, de reconocerse en realidad y ser fuerte ante las adversidades que se puedan presentar ante él.

Claroscuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora