❆Segunda temporada de: Las Dos Partes De La Luna.
- A veces el destino es caprichoso... Pero esto es demasiado. -Se quejó el moreno mientras tiraba unos papeles sobre la mesa.
- Tyki, déjame decirte algo -Habló el albino mientras llevaba su mano ha...
Primero que nada, no sé como se va a subir esto porque en el celular me aparece algo y en la computadora otra cosa, así que... Disfruten de lo que se vaya a publicar.
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❆¡P*ta madre!❆
— Puta madre. —Paró en seco Lina.
— Exclamó la virginal princesa. —Habló su amigo por detrás.
Sus respiraciones se veían en el aire frío, de hecho todo el camino desde el hospital hasta la casa de Lina, los dos muchachos habían estado jugando con el aire frío como si fuera humo de un cigarrillo.
El bolso de la morena cayó de su hombro a su brazo por el fastidio de ver el auto del oficial Tilsit fuera de su casa. Sabía que seguramente estaría hablando con su hermana o... Algo más.
— ¿Quieres ir a mi casa? —Le preguntó serio Jack.
Lo había negado desde un principio, diciendo que lo de aquel hombre sólo fue un enamoramiento adolescente y nada más, pero su amigo estaba preocupado por ella. Una mezcla de preocupación y miedo se concentraba en el pecho del moreno, miedo a que su Livna en algún momento comenzara a sentir algo más por su jefe, aunque por ahora eso no había sucedido... Nada es seguro en este mundo. Lina nunca lo dijo en voz alta pero Jack tenía la leve sospecha que aún le gustaba aquel hombre.
— Es mi casa, ¿Por qué no entraría? —Se hizo la desentendida y su amigo puso los ojos en blanco —Ya vete, vete. —Con sus manos lo alejó para que doblara en esa misma esquina, el camino que lo llevaría a su casa.
— ¿Segura? —Le pregunto poco convencido mientras daba unos pasos hacia atrás.
— Si vete.
Sabía perfectamente que si no lo obligaba no se iría de allí, él la seguía observando por lo que comenzó a caminar en dirección a su casa, cuando notó que la mirada de Jack ya no estaba sobre ella miró por dónde iba. Efectivamente ya no la miraba, sólo miraba su camino, en ese momento dobló en una esquina, no iría a su casa por unas horas, no quería escuchar ruidos raros de él y su hermana, aunque ni supiera que estaban haciendo en ese momento... Se daba una idea.
Hacía bastante frío, demasiado pero prefería estar en la banca de la plaza a unas dos calles de su casa. Aunque frotara sus manos no conseguía calentarlas, estaba demasiado concentrada bucando calidez como para darse cuenta de que tenía a otra persona parada frente de ella, sólo lo notó cuando vio como unas manos, más grandes que las de ella, envolvían las suyas con una bufanda de lana roja.
Alzó su rostro y se encontró con la leve sonrisa del pelirrojo, el hijo del director del hospital.
— No te voy hacer una reverencia —se quejó —, no estamos en el trabajo.