donde hubo fuego cenizas quedan

14 3 0
                                    

Narra Akane.....

Ya han pasado varios días desde que salí del hospital, todos están al pendiente de mí, Alejandro, mí padrino, mis tíos, mis padres me llaman todo el tiempo, y mi prima es la peor de todos es muy exagerada. Si sigo a su cuidado más tiempo subiré mucho de peso.

Leonardo es el único que no ha venido, y no me atrevo a preguntar por el, total si no viene es porque no le interesó.

Pero aún así no puedo evitar sentirme triste por no verlo, me gustaría hablar con el, saber si fue por el beso de hace años por lo que no volvió a la hacienda, o si hice algo mal, quisiera decirle tantas cosas pero no se si buscarlo o no.

- Akane en que piensas.

- en nada, es sólo que aún no me creo que nuestros amigos de infancia hayan cambiado tanto.

- si bueno, recuerdo que siempre fueron atractivos, pero ahora están para comérselos.

- prima pero que cosas dices, jejejejeje. No cambias, por cierto todavía después de años te sigue gustado Alex verdad.

- QUE, claro que no, ya lo supere.

- si por supuesto finjamos que te creo.

- es la verdad, porque lo dices.

- bueno no soy ciega.

- habla claro Akane que no te entiendo nada.

- acaso eres o te haces, las miraditas que le das a Alex y el a ti es obvio que ahí pasa algo.

- y que me dices de ti y de Leonardo eee.

- no hay un nosotros. Nunca lo hubo.

Nicole no supo que más decir, un silencio incómodo inundó mí recámara, hace mucho creí que le gustaba en serio a Leonardo y como una tonta caí en sus encantos, incluso ahora aún dentro de mí, pensé que estaría interesado en mí o incluso atraído. Pero me equivoque, tal vez nunca sintió lo mismo que yo.

Narra Leonardo.....

- Leonardo me puedes decir porque no has ido a ver a Akane, en verdad no te importa.

- que dices, claro que me importa, es sólo que...

- es que...

- no lo sé hermano, me siento confundido.

- bueno si te sirve de algo, pienso que no eres el único.

- como así. No me digas que tu también.

- si, yo también, sabes que siempre me atrajo Nicole, y ahora que la tengo tan cerca,  es que quisiera arrancarle la ropa y hacerla mía en ese instante, pero también siento algo que nunca antes me había pasado con nadie, ni yo sé que es.

-  estas jodido hermano, eso se llama amor.

- ja ja ja no me jodas, yo enamorado, jamás. Y que me dices de ti y Akane, lo tuyo si que es amor, esa chiquilla destramada te atrapo desde niños.

- si, no, aaaaa no lo sé, no se que rayos me hizo.

- te lo digo, estas más que enamorado.

- tal vez tienes razón, pero no se que hacer, y si ella no siete lo mismo que yo, y si me rechaza.

- y si siente lo mismo, y por miedo vuelves a perderla.

A pesar de que se que Alejandro tiene razón no puedo comportarme como un maldito adolescente,  ya no somos unos niños, tenemos mucho más que perder, además ella no es de las mujeres para un rato y no se si pueda cambiar mí estilo de vida.

Si es verdad que la amo como un demente, que cada célula de mí cuerpo pide a gritos tenerla cerca, hacerla mía, pero mi vida esta bien como es, francamente no pretendo cambiar nada.


Narra Akane.....

- Nicole ya me siento bien, creo que mañana mismo me reintegro a mí trabajo, eso si don perfecto aún me da trabajo.

- no Akane, pienso que lo mejor es que descanses un tiempo más.

- eres una exagerada ya estoy completamente bien.

- como quieras pero prométeme que vas a cuidarte bien ok.

- si mami me voy a cuidar bien.

Mí prima me lanzó un cojín y como tengo reflejos de gato pude esquivarla, y así comenzó una guerra de almohadas.

Nos quedamos despiertas hasta tarde platicando, y recordando buenos momentos que tuvimos de niñas.

Sonó el maldito despertador, tenía unas ganas de seguir durmiendo, pero no hoy empiezo con mí empleo, no se como será tener a el amor de tu vida tan cerca y a la vez tan lejos, será una maldita tortura, pero yo jamás me rindo ante nada después de todo soy Akane Robinson.

Me levanté y fui directo al baño a asearme, me duche tan rápido como pude, opte por dejarme el cabello suelto sólo me hice unos rulos en las puntas, me puse una falda de tuvo negra que quedaba arriba de la rodilla, una blusa blanca con detalles en rojo y un escote no tan pronunciado y unas zapatillas de tacón bajo rojas, maquillaje ligero.

Cuando llegué a revista Lo Nuestro, saludé al Guardia de seguridad de la entrada, y note que todos me veían directamente, como si tuviera algo en la cara, odio llamar la atención, de que demonios hablaran dé mí si no tengo ni un día completo en este trabajo.

Decido ignorarlos y me dirijo a mí escritorio, esperando aún tener el empleo.

Me detengo dejo mis cosas, y me armó de valor para ver al jefe. Tocó la puerta y escucho un "pase", con voz tan varonil y sensual. Sólo espero no flaquear y portarme lo más profesional posible.

- buenos días señor, disculpe la interrupción pero me gustaría saber si usted está de acuerdo en que me reintegre a mis labores.

Oh mí Dios, pero que mal hice para recibir esta tortura, seguramente el ser supremo debe disfrutar mí sufrimiento, se ve tan guapo, con ese traje ajustado al cuerpo, pero este hombre acaso fue hecho por los mismísimos dioses o que.

- buenos días señorita Robinson, y si, si cree ya estar en óptimas condiciones para trabajar no tengo inconveniente.

- amm si, con... con permiso.

Si bien hecho Akane sonaste como una reverenda idiota tartamudeando.

Enseguida me di la vuelta para irme el hablo y me pidió que esperará un momento.

- necesita algo.

- dejémonos de tonterías Akane, necesitamos hablar.

- no entiendo de que SEÑOR.

- carajo Akane háblame de tu, no acaso nos conocemos desde siempre.

Leonardo se acercó a mí separados por sólo unos centímetros, por instinto retrocedí unos pasos.

- por que te alejas de mí.

- te recuerdo que no fui yo quien se alejó, que no fui yo quien se acobardó por un beso y que no fui yo quien se arrepintió.

- no, no fue así Akane jamás me arrepentiría de haberte besado, fue lo mejor que pudo pasarme.

- así, entonces porque nunca volviste al viñedo, porque en cada reunión inventabas cualquier pretexto para no asistir. Sabes con tu actitud lo único que hiciste fue hacer que pensara que no era suficiente para ti, que me odiabas y eso me lastimó por años.

- como pudiste siquiera pensar eso, pequeña tu fuiste y sigues siendo importante para mí.

- y si soy tan importante como dices porque no fuiste a verme en los días anteriores.

- por... porque, no lo sé. Tenía miedo.

- miedo de que.

- de que no quisieras verme, de que me rechazaras.

- y porque lo haría, eres mí amigo.

- amigo, claro amigo.




NUESTRO DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora