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  —Mi-mihua, ¿tú me quieres?

La voz de Dooly rompió el silencio entre las paredes y pude escucharla a través de mis sueños, provocando que tanto el pelirrojo como yo, nos despertásemos. El trillizo tatuado dejó salir un gruñido molesto; su rostro estaba aplastado contra la almohada para impedir que la luz del amanecer lo cegara, puesto que su cama estaba junto a la ventana. 

Pero a pesar de estar agotado por la noche anterior, se molestó en contestar.

  —Sí.—murmuró por lo bajo, con la voz ronca y arrastrando las sílabas.

 —¿Cuánto?

  —Mucho.

 —¿Hasta do-dónde?

  —Hasta mañana. Joder, vuelve a dormirte, Dooly.  

Al final, había terminado durmiendo en aquella habitación aprovechando que Jimin no estaba, y que posiblemente no llegaría hasta el amanecer. Ambos hermanos me ayudaron a tumbarme en la cama vacía, Mihua me ofreció una de sus camisetas anchas he incluso se giró para darme intimidad al cambiarme, aunque Dooly fue más extremo y tuvo que encerrarse en el baño. Después de aquello, no logré aguantar más de dos minutos despierta. 

El sonido de la puerta terminó por despertarme. Abrí los párpados con lentitud y pesadez, encontrándome tumbada boca abajo sobre el lecho de Jimin, abrazada a su almohada y con las sábanas cubriéndome hasta la cintura.
Fuera como fuese, no iba a negar lo cierto: olía jodidamente bien. Esa noche me dí el lujo de dormir con la nariz enterrada en la almohada y de poder aspirar aquél perfume, deseando poder quedarme así todas las horas posibles. Añadiendo que la ventana estaba abierta, la suave brisa me hacía cosquillas en el rostro y acariciaba mi cabello, aumentando aún más el placer de estar ahí. 

Qué a gusto estaba. 

Mi mirada adormilada se encontró con la de Mihua -tenía su cama frente a la mía- en la misma postura que yo, con su cabello despeinado moviéndose gracias al viento. Sus labios se curvaron en una sonrisa agotada y ladeó levemente la cabeza, como si estuviese señalando algo detrás de mí. 

Y justo en ese momento, el colchón se hundió a un lado de mi. Giré la cabeza tan rápido que creí que iba a romperme el cuello, encontrando un cuerpo sin camiseta a escasos centímetros del mío. Jimin había caído dormido sin siquiera darle importancia al porqué había una tía en su cama, lo único que hizo fue pasar un brazo alrededor de mi cintura y atraerme contra su pecho. 

¿Pero qué mierda estaba haciendo? 

Mi rostro había quedado completamente aplastado contra sus pectorales a tal punto que mis mejillas se apretaron y mis labios quedaron en forma de pico, impidiendo cualquier movilidad. Estuve estática durante unos minutos, tratando de asimilar qué estaba pasando.
¿De verdad tenía que joderme el sueño de esta manera? ¿Qué mierda había hecho yo para merecer eso? 

Deslicé los ojos por alrededor en busca de alguna salida, pero me detuve en cuanto centré la mirada en su piel a milímetros.
Parte de su pecho y cuello eran adornados con pequeñas manchas rojizas y moradas, de diferentes tamaños y algunas más oscuras que otras. Incluso habían marcas rodeando su pezón. 

¡Qué puto asco!

A saber cuántas mujeres diferentes habían sido las autoras de eso.

Con una mueca de asco, me revolví entre sus brazos hasta que me dejó libre sin siquiera despertar, logrando que pudiera ponerme en pie fuera de la cama. La risa de Mihua -quién había presenciado todo- resonaba burlonamente a mis espaldas, así que no tardé mucho en voltearme hacia él. 

Trillizos Park. - btsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora