Capítulo 1

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   Odiaba su nombre, su apellido, su cabello, sus ojos, su nariz, su boca, su cuello, su acné, sus flacos y debiluchos brazos, sus piernas, sus pies, su cuerpo en general. Odiaba su voz, odiaba su su manera de ser, odiaba su vida, todo odiaba, hasta el mundo odiaba.

   No había cosa que a Joaquín no le gustara. Todo odiaba, todo le disgustaba, y todo el mundo lo evitaba por su cara de "Te voy a matar si me dices un simple hola".

   Joaquín se sabe autodestruir, como ahora, que se encuentra esperando el autobús mientras se fuma un cigarrillo que le robó a su madre antes de salir. El frío le penetraba el cuerpo sin piedad, y lleva encima la camiseta del colegio, una sudadera, unos jeans y unos tenis desgastados. Estaba en pleno Otoño y salía con poca ropa. Quería enfermarse.

   Se levanta todos los días a las 5:30 de la mañana, muy temprano para un adolescente de 17 años, que está en su plena Primavera esperando con ansias su maldito Invierno y dar el fin a su "miserable vida"

   Le rujía el estómago de hambre ya que no había desayunado, se sentía mareado por fumar y detestaba el sabor que le quedaba en la boca después de fumar, pero ¿A quién le importaba eso si nunca hablaba con nadie? Capas que a él porque lo detestaba. Detestaba oler el olor a cigarrillo pero fumaba igual para autodestruirse, odiaba sentir hambre pero lo hacía para autodestruirse, y otra cosa más: odiaba sentir el frío de la mañana apoderarse de su cuerpo y entumecer sus partes más expuestas, pero lo hacía para autodestruirse, quería enfermar y morir.

   Llegó su autobús, lo paró extendiendo su brazo, subió, pagó su boleto, se fue hasta el fondo y se sentó en la parte de la izquierda al lado de una ventana. A su derecha, como siempre se encontraban esos dos chicos dos años menores que él hablando de cosas estúpidas, y eran de colegio privado, lo que Joaquín más odiaba. Al frente suyo estaba el hombre cuya cabeza carecía de pelo, siempre leía el mismo libro y se bajaba antes que él. Más adelante, en los primeros asientos estaba esa mujer rubia, flaca, alta, de cara siempre deprimida, con ojeras muy grandes que siempre se quejaba con su compañera, una mujer de baja estatura, castaña, rechoncha, de mirada cansada, que también se quejaba por el salario mínimo que cobraba y por las horas de más que tenían en su "Miserable trabajo".

   Había más gente en el autobús que no era la misma gente de todos los días. Era gente que Joaquín la veía una vez en la vida y nunca más se la cruzaba, pero a estos los veía los cinco malditos días de la semana que iba a la escuela. Era siempre lo mismo todos los días.

   Cuando ya no quedaba nadie en el autobús llegó el turno de Joaquín bajarse. Se bajó y caminó cinco cuadras en linea recta hasta su pequeño, horrible y descuidado colegio. Ya había pasado dos semanas desde que se había cambiado de colegio. Extrañaba a su otro colegio y a sus dos amigas. Le hacía falta ya que en el nuevo colegio nadie notaba su presencia. A veces le daba ganas de gritarle a esas personas que se sentaban delante de él para que le hablaran, pero lo ignoraban. Se sentía mal por eso y eso lo llevaba al arrepentimiento de haberse cambiado de colegio.

   Se cambió de colegio porque ya no aguantaba a las personas de ahí, no le gustaba la orientación y no quería cumplir los caprichos de su madre, ya que ella no había terminado en esa secundaria y no había estudiado lo que ella quería. "Iba a usarme", dijo Joaquín dentro de su cabeza, "Quería vivir su sueño en mí", volvió a decir dentro de su cabeza. Tuvo que elegir ese colegio porque era su única opción, pero su prioridad era el colegio de "Artes y Música", pero su madre se resistió.

   Joaquín, de odiar cosas también se atrepiente de muchas, como sus desiciones mal tomadas, de cosas que hizo antes que lo llevaron a esto, a esta vida de mierda. Se arrepente de muchas cosas. Hay muy pocas cosas por las que de siente orgulloso de hacerlas.

Déjate Amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora