Capítulo 6. Libre en condición.

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"La sombra se acercaba cada vez más, y en su garganta sentía las garras entrar".

El hombre relaja sus manos. Suelta mi traquea, y empiezo a respirar un poco. Mi corazón vuelve a hacerse presente con un brinco fuerte. Abro los ojos de golpe. Él me mira sonriendo.

-Lo que viene es peor- escupe las palabras cerca de mi cara.

Inesperadamente, me suelta por completo y se pone de pie. Voltea a los lados y después empieza a correr a la dirección contraria.

Respiro más profundo. No puedo levantarme; mis piernas ya no quieren y mis brazos están completamente dormidos. Mis ojos no enfocan bien todavía, solo alcanzo a ver puntos amarillos bailando frente a mí.

Empiezo a toser. Puedo sentir la sangre en mi boca. Estoy jadeando. Me apoyo lo suficiente como para poder sentarme en la acera.

¿Qué carajos acaba de pasar? ¿Él no quería matarme? ¿Por qué no lo hizo, si ya tenía la oportunidad?

Los puntos amarillos se pronuncian más. Cierro los ojos. Desde que mi corazón volvió a latir, va a mil por hora.

Me tranquilizo un poco. Respiro más lento y profundo. Abro los ojos. La calle está completamente vacía, nadie que pueda ayudarme.

Siento toda la sangre guardándose en mis mejillas. Escupo.

Intento ponerme de pie. Estoy tan confundida que ni siquiera tengo tiempo de tener miedo. Me levanto completamente y empiezo a caminar.

¿Debería contar esto? Si lo cuento, ¿me ayudarían? Y si no lo hago, ¿cometería un error?

Ya estaba cerca de casa. No tengo fuerzas para correr, así que no lo intento.

Al llegar, mamá no está. Se ha llevado a Alexia con ella. No sé a dónde han ido. La casa está callada y quieta. Lo cual me atormenta.

Camino hasta mi habitación arrastrando los pies. Me siento en la cama y trato de recordar la imagen del tipo. Mágicamente la he olvidado. No recuerdo nada de él. Absolutamente nada. Solo recuerdo la presión que ponía en mi garganta. Eso es todo.

Me echo a llorar. Solo han pasado tres días desde el incendio y mis días se volvieron infiernos diferentes. No tengo ayuda. Los policías no nos ayudaron entonces, no nos ayudarán después. Me siento totalmente insegura.  Parece que cada vez que salgo de mi casa, alguien va a matarme. Y no sé por qué. No entiendo nada.
¿Qué les he hecho yo?

Mi llanto se vuelve cada vez más desesperado. No puedo controlarme. No puedo respirar. Entonces, empiezo a gritar. Gritar, gritar y sollozar hasta que la garganta se desgarre. Aprieto mis muslos con las uñas, estampo mis pies fuertemente contra el suelo. Estoy confundida y en un estado de ansiedad inimaginable. No quiero estar sola de nuevo. Pero ya no sé qué hacer, pues ni siquiera tengo las respuestas de lo que pasa.

Quiero a mi papá conmigo. Quiero verlo, abrazarlo y no separarme. Quiero oír su voz protegiéndome. Ojalá él me protegiera de todos esos hombres, como lo hacía cuando yo era pequeña, y me defendía de mis compañeros.

Si le cuento a mamá, le daría algo. Un infarto o algo parecido. Mi hermana no debe enterarse de nada. No quiero meter a Julia en esto. Los policías no ayudarán.

Estoy completamente sola.

LimerenciaWhere stories live. Discover now