Capítulo 10. Reflejo en su piel.

19 1 0
                                    

"La miraba fijamente, enloqueciéndole la mente".

La noche pasó volando. Julia se fue antes de las diez, y yo no he podido dormir después.
Cada medio segundo levanto mi celular para ver la pantalla, pero no hay ni una sola notificación.

Mis manos sudan y mis piernas no paran de querer moverse.

¿Una cita con Blay? ¿Mañana? ¿Qué estoy haciendo? Es como si la noche en Aita's nunca hubiera pasado. Como si mi mente tratara de bloquear la imagen de un hombre encima de mí tratando de matarme, y a Blay, sosteniendo un arma, matarlo con un disparo en la espalda. Mi mente me juega un juego grande, me miente e ilusiona.
Pero no puedo evitarlo. Quiero ver que pasará.

Las horas pasan más rápido de lo que pensé. Cuando vuelvo a abrir los ojos, ya son las nueve de la mañana. Me siento sobre la cama, quitando las sábanas de mis piernas.
La luz gris se abre paso por entre las cortinas blancas, hasta llegar a la pared del otro lado de mi habitación. Alexia está dormida en su cama. Respirando roncamente. La casa está extrañamente quieta y en silencio. Hasta el aire que ocupa el espacio de mi habitación se ha hecho más espeso, más difícil de respirar.
Me bajo de la cama y camino hasta el baño. Me miro al espejo.
Algo ha cambiado en mí. No puedo decir qué es, pero no reconozco los ojos pesados y cansados que me observan desde el otro lado del reflejo. Las mejillas pálidas y resecas. El cabello descuidado y casi quebrado.
¿Será verdad? ¿Este es mi reflejo? ¿Soy la misma de hace poco menos de un mes? ¿Qué ha pasado conmigo? ¿Qué está pasando, en realidad?
Todo lo que ha pasado en el último medio mes me ha revuelto la cabeza. No sé qué es de mi vida ahora. No sé por qué hay gente conspirando a mi alrededor para hacerme pedazos, o no sé si eso es solo una cruel coincidencia.
Sea lo que sea, tengo que tener los ojos abiertos y mi cuerpo alerta.

Giro la llave de la regadera. Oír las gotas pesadas caer al azulejo me tranquiliza y me hace pensar con más claridad. Meto poco a poco mi cuerpo al agua caliente, hasta dejar de sentir mi corazón latir con fuerza en mi pecho, y esconder el zumbido de mis oídos.
Después de lavarme completamente, cierro la llave y envuelvo una toalla en mi mojado cuerpo.

Me siento nueva y mejorada, aunque sé que, al mirarme al espejo otra vez, seguiré viendo ese aspecto derrotado. Así que me salto ese paso.

Salgo del baño y me encuentro con el rostro hinchado y apenas despertado de Alexia. Me sonríe misteriosamente.

-¿Con quién vas?- alza su fina ceja.

-Con... eh... Julia- la mirada profunda de mi hermana me pone nerviosa de nuevo, provocando que una risita torpe salga de mi garganta.

-Ya... Entonces... Supongo que puedo ir con ustedes.

-No- mi estómago se achica-. Seremos solo Julia y yo, pero te prometo que luego te llevaremos.

-Vale, hermana, no tienes que mentirme a mí. Escuché toda tu conversación con Julia ayer. Saldrás con un chico hoy por la tarde. ¿Mamá lo sabe?

Trago saliva.

-Ammm... No, no lo sabe. Pero no le puedes decir nada, sabes que me mataría.

Ella se acerca y me sonríe como la adolescente que es. Puedo ver las hormonas revolviéndose en su cuerpo.

-¿Es lindo?

-Si, Alexia, es bastante lindo- de pronto, puedo sentir mis mejillas ardiendo. Genial, ahora la adolescente soy yo.

-¿Cómo es?- la cara de inocente que pone delante de mí solo me dan ganas de abrazarla o pellizcarle las mejillas hasta dejarlas rosadas.

-Mmm- no es extraño hablar de esto con ella, pero en estos momentos, gracias al contexto (estoy desnuda y una simple toalla cubre mi cuerpo aún mojado), la platica se ha vuelto incómoda-. Es alto y tiene el cabello negro. Tiene ojos verdes con tonos azulados, y, emm... ¡Bueno! No debería hablarte de eso. Déjame vestirme o no me haré responsable de lo que viene.

LimerenciaWhere stories live. Discover now