Parte 2/3
No podía creer lo que veía a mi alrededor guerra en todo su esplendor, hombres de negro peleando con hombres de amarillo, yo veia quien eran los buenos, irónicamente los de negro, corrí dos cuadras desesperada esperando ver a mi padre o a mi madre, no los encontré estaba desesperada, que no me di cuenta de lo que estaba pasando, dos hombres de amarillo tenían acorralado a uno de negro (el bueno) el no se dió cuenta pero uno de amarillo estaba detrás de él a punto de dar su golpe de gracia....... sin pensarlo agarré un arco de un hombre de negro muerto, sus flechas y como me enseñó mi padre, apunté, balancé mi peso y le di en el hombro y en la caja toráxica, dos tiros, justo dondé pensé, el hombre de negro le disparó al otro y corrió hacia mí, por un momento pensé que me felicitaría o me diría que tenía valor o ¿cómo demonios había aprendido a hacer eso? en cambio el me dijo:
—¡¿POR QUÉ NO LO MATASTE?!
—¿Disculpe?
—¿Por qué no lo mataste?
—Bueno, yo no mato gente.
—Chica -suspiró- estamos pasando por un momento difícil, es un juego de matar o morir
—¿No puedo solo herir? ¿Por qué condenar mi alma?
—Si es en defensa, no se condenará, vaya chica, ¿quién te enseñó todo eso del alma?
—Mis padres
—¿Y sabes donde están?
—No
—Bueno yo si sé -sabía lo que él estaba a punto de decirme, pero aún así tenía algo de esperanza- están muertos todos.
—Bien
—Vámonos, somos los únicos que quedamos, me llamo Clint ¿y tú?
—Hannah, Hannah Torres.
—Bueno, Hannah es hora de irnos.
—¿A dónde iremos? -pregunté insistente, por alguna extraña razón no quería irme-
—A tu nuevo hogar.