...

21 3 1
                                    

Pasé todo el viaje durmiendo, era un sueño profundo en el que me veía sola frente al mar, al parecer, meditando algo...

-Jess, Jess, hemos llegado- Oigo la voz de Maggi y al abrir los ojos la veo muy cerca de mi, tanto que salto y para nuestra mala suerte, chocamos nuestras frentes.- ¡Ouch! Linda forma de despertarte.

Cuando llegué a casa ví una nota pegada a la nevera: "Jessi, he ido a comprar cosas para la cena, no tardo, ¡Muchas felicidades, te quiero hija!". Su nota hizo que m corazón diera un vuelco, nosotros nunca fuimos mucho de demostrar lo que sentimos muy efusivamente, y que me dijera eso, aunque sea por medio de una nota, es lo mejor que me pudo pasar en ese día.

Mientras lo esperaba, aproveché para hacer una lista de que es lo que llevaría en mi maleta para Noruega y ver ciertos lugares para visitar. Al terminar, dejé el ordenador en mi escritorio y ví el libro que mamá me regalo cuando tenía 8, Los miserables de Víctor Hugo, según ella, era el mejor libro que se pudo haber escrito, obviamente junto a Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, nunca lo leí y el viaje a Noruega era largo, así que lo incluí en la lista.

Después de dar una rápida ojeada al libro y, como es mi costumbre, oler las hojas con ese aroma tan peculiar a viejo, mi padre llegó gritando:

- ¡¿Quién tiene hambre? Porque yo podría comerme una vaca ahora mismo!

A lo que yo respondí con una sonora carcajada y corrí a abrazarlo, él me recibió alzándome y haciendo que diera un vuelta, al depositare en el suelo, besó tiernamente mi frente y me recordó lo mucho que me quería, que me cuidara porque no soportaría el perder a otra persona.

Se preguntarán ¿Otra persona? Sí, mi madre murió de Cáncer cuando tenía 10, los dos; mi padre y yo, nos mudamos después de aquello.

Nuestra plática emotiva se vio interrumpida por el timbre, al abrir, Jimena, Maggi y Lili estaban ahí con refrescos, pizza y una enorme sonrisa en el rostro.

La noche se vio resumida en comer, contarle a mi padre todo acerca del concurso y recordar anécdotas graciosos.

La mañana del viernes; que fue cuando partía de viaje, mi padre me dio un regalo, advirtiéndome que no lo abriera hasta estar en el submarino, yo lo atesoré entre mis brazo y se lo agradecí, tomé mis maletas y seguí al juez, quien había ido personalmente por mi. Subimos a un auto que estaba estacionado a unas cuadras de mi casa yendo a un lugar que no conocía, al bajar caminamos un poco y casi me voy de espaldas al ver un majestuoso y bien lustrado helicóptero frente a mi.

-El viaje a la costa es algo largo por medios terrestres-Dijo una persona que parecía ser de la Marina- Así que los medios aéreos son lo mejor.

Subí y me la pasé todo el camino viendo hacía abajo, como todo se veía tan pequeño siendo tan grande, no pude evitar acordarme de el Charlie Tango de 50 Sombras de Grey  y rezar porque no le pasará nada mientras nosotros estábamos ahí.

Al bajar, estábamos en la costa, en el estado de Veracruz. Pasados uno treinta minutos, nos llamaron para abordar el submarino, yo rogaba que fuese amarillo, pero mis deseos se vieron frustrados al ver que era azul marino.

El primer día fue excelente, antes de  subir me dieron un rápido curso de primeros auxilios y qué hacer si algo malo pasaba. Al sumergirnos en el mar, la emoción no me dejaba ni parpadear, todo era tan perfecto, mejor de lo que muchas veces soñé. En la tripulación estaba un joven de nombre Javier, era el más joven de todos siendo dos años más grande que yo, intenté platicar con él ese día pero estaba tan ocupada que solo alcancé a decirle mi nombre y escuchar el suyo.

El segundo día recorrí todo el submarino, o al menos todos los lugares que me fueron permitidos, había varias cabinas, en una se almacenaba comida y agua, también mis maletas, en otra había trajes de buceo, tanques de oxigeno y otras cosas que no supe que era, había una que se asemejaba a una sala de primeros auxilios, otra era el centro de comando de la nave , en las que no pude ni siquiera acercarme, supe después que eran el motor, cosas de emergencia y algo más; sin lugar a dudas era hermoso pero, lo que me dejó más que impresionada era la última, una sala con paredes de cristal que daba directamente al mar, contaba con luces externas para poder ver todo lo que nos rodeaba, estaba en shock, tanta hermosura frente a mis ojos no podía ser cierto, inmediatamente después de descubrir aquel lugar, corrí a la que era mi habitación y saqué mi cámara fotográfica, una que la tía Lisa me había regalado de cumpleaños atrás y saqué tantas fotos que creí haber saturado el rollo. Ese día tuve oportunidad de conocer mejor a Javier, al parecer sus padres habían muerto en un accidente de avión, iban regresando de su luna de miel, todo eso fue en extremo triste, pero él con una sonrisa nostálgica me dijo

-Por lo menos concretaron su amor y se fueron juntos, siempre creyeron en Dios, así que supongo que ahora deben estar con él.

Mi corazón se oprimió al escuchar eso y como acto reflejo lo abracé tratando de darle un poco de apoyo moral, aceptó gustoso el abrazo y al separarnos continuamos hablando, hacerlo con él era tan fácil, podía sacar un tema hasta de la mosca que pasaba y era misteriosamente interesante. A él, al igual que a mi le gustaba al rock, sus bandas favoritas eran Panic! At the disco y Issues, mientras que las mías eran Paramore y Evanescence. Su comida favorita eran las alitas de pollo a la BBQ. Pasamos toda la tarde escuchando música en el MP3 que llevé conmigo para el viaje, cantamos Time is running out de Muse hasta quedar casi afónicos, fue realmente divertido ver las cara que hacía al cantar y su mala imitación de tocar la guitarra. Entre risa y risa se hizo de noche, o al menos eso nos habían informado, ya que estando tan abajo en el mar, apenas y se veía cuando era de día y cuando era de noche.

Llegamos a Noruego en la madrugada pero los hombres de la marina nos obligaron a permanecer en el submarino hasta que amaneciera. No podía esperar más para salir y hacer todo lo que tenía planeado.

Javier me dijo que estaría conmigo todo el tiempo, como una especie de Guarda espaldas personal, eso me tranquilizó, me caía muy bien y al menos tendría con quien charlar en esa semana.

Al amanecer nos registramos en un hotel y fuimos a la playa. Jugar con Javi era realmente divertido, estaba lleno de energía y su felicidad se contagiaba, era realmente grato estar a su lado.

Historias.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora