Capítulo VI

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Once años, no hay mucho que decir, Camille fue arrestada por maltrato físico y psicológico a un menor, qué bien, ¿no? Pero todo lo bueno de la ida de Camilles se fue de golpe. Mamá murió, estaba enferma. Nunca dijo nada. Nunca expresó alguna molestia. Nunca nos quiso preocupar.

Duele, duele mucho, ella y Adrien — y recientemente Sabrina —; eran lo único que me mantenía bien, no dejaba de llorar por las noches y caer en una depresión que no paso por desapercibida a los ojos de mi padre. Él me mando al psicológico, sí, sin hablar, sin ver que me pasaba primero, me mando directo a ver a un profesional. ¿Y saben qué? Al parecer estaba 'peor' de lo que pensé. Tenía depresión, sí, eso no me hubiera resultado tan extraño, pero al parecer también tenía ansiedad  y trastorno bipolar leve.

¿El resultado? Pastillas.

Sinceramente, agradezco que mi padre no se haya querido deshacer de mí y mandarme al loquero. Para fastidiarlo fingia hablar con personas que no estaban ahí, ¿Jugarle a la suerte? Quizá, pero luego de pensarlo, ir al loquero no parecia tan mala idea, por lo menos ahí me prestaran atención.

(***)

El fin de semana ya acabó, tenía que volver a la escuela. Una cosa con la que contaba era que tendría a Sabrina de mi lado apoyandome. Había llegado tarde a la escuela, y los pasillos estaban solos, trote hasta llegar a mi salón, abri la la puerta.

— Profesora, ¿puedo pasar? — pregunte. Todo el mundo se me quedó mirando y se formo un silencio.

— Buenos días, señorita Burgeois.

— Buenos días, profesora, ¿puedo pasar?

La profesora asintió, yo pasé y vi como Sabrina agitaba estrepitosamente el brazo, yo sonrei y acerque para sentarme al lado suyo, como siempre. Estando a nada de llegar escuche un "Cuidado, se acerca la loca", yo pare, me di media vuelta y le proporcione una sonrisa torcida.

— ¿Perdón? No te escuche bien.

— ¡Cuidado Katie! No te vaya a pegar la loquera — dijo Axel, un chico que se sentaba enfrente de la susodicha.

Todo el salón — excepto Sabrina, la cual estaba preocupada por lo que yo vaya a hacer — empezó a reír. Arruge la nariz con disgusto, ¿qué tenía de gracioso?

— ¡Cuidado Sabrina! No te acerques a Katie porque se te puede pegar lo perra, ¡y ni digas a Axel! Tu padre te puede abandonar y tu madre puede ser una drogadicta.

— Eso no es...

— ¿No es verdad? ¡Vamos Axel! Todo el salón sabe la verdad de tu familia. Eso me recuerda.

— ¡Chloé! — grito la maestra.

— ¿Y qué pasó con tu hermano? Ya sabes, el que está en el hospital por enfermarse de SIDA.

— ¡Te has pasado! — Axel se lanzó contra mí.

— ¿Pegandole a una niña? Eso es de gallinas.

— Perra — me miró enojado, yo sonreí. Vi como levantaba la mano, yo cerre los ojos como si eso fuera a aminorar el dolor.

— ¡Ya vasta! ¡Vosotros tres van a la dirección! ¡Ahora mismo!

— ¡¿Yo por qué?! — chillo Katie —. ¡Ella comenzó!

(***)

— ¿Me has hecho perder mi tiempo sólo por una estúpida pelea? Te dije que no te metieras en problemas, ¿y qué haces tú? ¡Te metes en problemas! —. Mi padre siguió reclamandome, yo volví a arrugar la nariz, y deje de prestar atención, ¿Tan malo fue lo que había hecho? Vale, tal vez me pase con lo de su hermano, pero vamos, ¡él inició! —. ¿Chloé? ¿Me estás prestando atención?

— No.

— ¿Qué?

— No te estoy prestando atención.

— (Cállate).

— No me interesa cuánto me regañes.

— (Te vas a arrepentir).

— Nunca podrás cambiar lo que soy, una "enferma".

— (Joder, cállate estúpida).

— ¿Nunca podrás aceptarme? Vaya padre.

— (¡Maldición calla!).

— No sé como mamá pudo fijarse en un sujeto como tú.

Mi padre me miró con furia y levantó su mano. El impacto de su palma contra mi mejilla izquierda me hizo terminar acostada en el piso.

— Te odio —. Exprese con veneno.

— (Te lo adverti).

Mi padre sin decir nada salió de mi habitación. Me levante y fui a sentarme en mi cama. Mire la cómoda, ahí habían algunos frascos de pastillas. ¿Y si veo cuántas me puedo tomar a la vez?  Sin darme cuenta me levante y tome un frasco de antidepresivos. Los contemple un rato, y luego lo abri.

— (Si deseas hacer esto con todas tus fuerzas, pues hazlo, no te voy a detener. Sólo espero que no te arrepientas luego).

Por alguna razón mi respiración empezó a agitarse. Me mordi el labio inferior con fuerza.

— ¡¿Qué estás haciendo?! —. Grito Ava, mi reciente nana. Ella fue contratada cuando Camille fue arrestada.

Ava me giró, y me vio. Y me veía desastrosa. Mi labio sangrando, y mis ojos llenos de lágrimas. Ella me abrazo y yo deje caer el frasco; dejando que las pastillas se desparramaran sobre el suelo.

— (Qué oportuno).

Capítulo dedicado BobbyAcosta por su cumpleaños atrasado por poco más de dos meses <3

No me juzguen por el cap(?) v':

ChloéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora