DOS

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—¡Achooo!

El repentino estornudo de su abuela provocó que Jae Yeol apartara la mirada de su móvil y centrará su atencion en la anciana mujer. Sentada junto a la calefacción y cubierta de los pies a la cabeza con una gruesa manta, Sirley se sonó la nariz con fuerza.

—¿No me digas que ya te has resfriado de nuevo, vieja? Estás sentada al lado de la estufa, joder.

—Mmmm... —fue la vaga respuesta que le dedicó a su nieto Sirley, acomodando la manta sobre su cuerpo.

—Bueno, haz el favor de asegurarte de que tu abogado tiene tu testamento en regla antes de palmarla. No me haría mucha gracia acabar sin nada teniendo en cuenta lo mucho que te he cuidado —bromeo sin humor Jae Yeol, repentinamnte preocupado ante la falta de entusiasmo de su abuela.

Sirley Walker, desde que Jae Yeol la conocía, nunca había sido una mujer débil. Su fuerte carácter, su rápido ingenio y su mordaz lengua era algo que fascinaron al chico cuando paso a estar a su cuidado a la temprana edad de cuatro años. Después de que su madre se casara y el marido de esta decidiera que ya iba siendo hora de que aquel perro mestizo se marchara a donde pertenecía.

Shirley no lo recibió con los brazos abiertos cuando su madre lo dejó frente a la puerta de su apartamento con una bolsa de plastico llena de veinte mil dolares, incluso cuando reparó en el cierto parecido que Jae Yeol tenía con su difunto hijo y del dinero que traía por las ''molestias''. Le dejó claro desde el primer día que se tenía que ganar su lugar en la casa o de lo contrario le mandaría en un abrir y cerrar de ojo a manos de los del servicio social.

Reto que no le pareció demasiado complicado a Jae Yeol, teniendo en cuenta que había logrado sobrevivir en la casa familiar a base de devolver las maldades que le hacían con cuidado de no inculparse a si mismo. En unas pocas semanas le demostró a la mujer que a pesar de sus marcados rasgos asiaticos y su nombre coreano, el era un Walker en todos los aspectos. Y Shirley, manteniendo a un lado el odio que profesaba hacia la familia materna de su nieto, opto por darle su confianza y ofrecerle su amor.

Siendo la primera muestra de afecto y aceptación el cambio de apellido que realizó a los cinco meses de llevar viviendo juntos. El día de su cumpleaños, un dos de diciembre, Shirley lo despertó temprano y se lo llevó al juzgado a realizar los papeleos necesarios para que Park Jae Yeol pasara a ser Walker Jae Yeol. Aquel fue el primer regalo de muchos que recibiría más tarde de aquella mal hablada mujer que se encargó de quererle y apoyarlo, aún cuando había ocasiones donde no se lo merecía.

—Voy a hacerte una sopa caliente de pollo —le hizo saber Jae Yeol, levantándose del sofá.

—No quiero —replico Shirley, en un murmullo—. Eres un inútil en la cocina... No voy a beber mierda.

Un tanto animado ante la grosera contestacion de su abuela, Jae Yeol la provoco revolviendo la cima de su cabeza cubierta de encanecidos y espesos rulos de peluquería con insolencia.

—¿Desde cuando me importa lo que tu quieras, vieja? Mi sopa sabra a mierda pero te calentara lo suficiente para alejar durante un par de años más a la muerte. Deberías estarme agredecido, ¿no crees?

—Para ahora mismo, Jojo —gruño Shirley.

—¿O qué? ¿Me calentaras el culo? —continuo provocandola Jae Yeol.

—No quieras probarme.

—Vieja pervertida —ronroneo Jae Yeol, ganandose un manotazo en el brazo.

—¡Te he dicho que... —Un violento acceso de estornudos interrumpió lo que fuera que Shirley fuese a decir y volvió a preocupar a Jae Yeol, al que se le borro la sonrisa de la cara.

—Voy a hacerte la sopa y tú te la vas a beber toda como una buena chica.

Su abuela no pudo replicarle a causa de los continuados estornudos.


Jae YeolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora