Eren Jaeger x Lectora (1)
En la Primaria Fritz, durante el recreo, se había creado un gran alboroto en el salón de cuarto grado. Los niños habían juntado sus mesas, formando un enorme cuadrado, para luego llenarla de golosinas y comida chatarra, además de las infaltables gaseosas. ¿La razón? Estaban festejando los cumpleaños de aquellos que cumplieron sus nueve años durante el mes de marzo. Estaban a treinta, exactamente el cumpleaños de uno de esos niños: Eren Jaeger.
– Voy a invitarlos a todos a casa éste sábado –Decía a los niños que se amontonaban a su alrededor–. Mamá hará muchas cosas deliciosas y papá contrató a un payaso, aunque a Armin le dan miedo.
– ¡Eren! –el niño a su lado se sonrojó–. Era... un secreto.
Alejada del resto, sentada junto a la maestra y comiendo animadamente de un gran bol con chizitos, se encontraba (T/n). Ella había llegado a la escuela no mucho tiempo atrás y apenas comenzaba a familiarizarse con sus compañeros, pero aun así desde un principio sintió cierto interés por quien ahora se llevaba la atención de todo el curso. Aunque Eren Jaeger apenas recordara su nombre, el simple hecho de haber sido invitada a su fiesta de cumpleaños le resultó maravilloso.
– Deberías ir a hablarle –dijo una niña a su lado llamada Sasha Braus, una tragona, que se había estado comiendo las papas fritas que llevó Armin a escondidas– y dejarme ese bol a mí. Quiero decir, si es que quieres.
(T/n) la miró de reojo. Ya estaba llena y solo estaba comiendo para disimular estar divirtiéndose, así que no valía la pena seguir desperdiciando comida que luego le daría un terrible dolor de estómago. Arrastró el bol por la mesa hasta colocarlo frente a Sasha.
– ¡Gracias!
La maestra llegó con el pastel un rato después. Cantaron a los gritos la canción del feliz cumpleaños a Eren, que se veía muy contento y se sentía más popular que Jean Kirschtein, su enemigo. Luego de unas cuantas fotos, todos se sentaron para devorar el delicioso pastel lleno de chocolate y rocklets que la madre de Eren había hecho para compartir con sus compañeros. Entonces, Eren sacó una bolsita azul de su mochila y comenzó a repartir las invitaciones. (T/n) esperaba en su lugar, ansiosa.
– Toma, Annie, espero verte allá. –Dijo él, sonrojado, entregando la pequeña tarjeta a una niña rubia y de semblante serio.
Ella solo asintió, desganada.
Continuó así hasta que llegó hasta (T/n). La niña jugueteaba con sus dedos y tenía el rostro muy rojo. Eren metió la mano en la bolsa, pero ya no quedaban tarjetas. La decepción se reflejó en los ojos (C/d/o) de la niña, que agachó la cabeza con pena. Eren lo notó y enseguida sacó lápiz y papel, anotando su dirección y todo lo que estaba escrito en las invitaciones originales. Aunque algo cutre, (T/n) la aceptó.
– No es mejor que la de Annie, pero al menos me invitó. –Murmuró para sí, sonriendo y mirando a Eren alejarse entre sus compañeros.
Llegó el viernes, faltando un día para el cumpleaños de Eren, y (T/n) aún no decidía qué le regalaría. Le costaría mucho decidirse por uno en particular. ¿Qué sería mejor, un videojuego, un suéter o simplemente algo de comer? Había consultado a su hermano menor qué le gustaría de cumpleaños y éste respondió que algún cartucho para su Nintendo 64; pero Eren no era tan anticuado como lo eran su padre y hermano, además de que, según había oído, Eren tenía una PlayStation y esos videojuegos salían muy caros. Su presupuesto era reducido, más teniendo en cuenta que sus padres cruzaban por una crisis económica.
– ¿Por qué no una bufanda? –Dijo su madre, mientras juntas ayudaban a (T/h) con su tarea.
– Pero estamos en primavera. –Replicó la niña, recortando revistas.
– ¿Y eso qué? Eres muy buena tejiendo, seguro quedará impresionado –Y luego agregó:– Podrías hacerla roja. Ya sabes, porque el hilo rojo une a los enamorados.
(T/n) se sonrojó ante la mirada picarona de su madre. Tal vez lo que más la avergonzó fue el hecho de que su hermano, que era bastante bocón, estaba presente. Luego de que juntaran todo el material escolar esparcido por la mesa, (T/n) llegó con su madre al acuerdo de ir al día siguiente a la ciudad para comprar lo que fuera a necesitar.
– Lo principal es el material con el que haré la bufanda... ¡y papel, también papel!
– ¿Papel? –Se extrañó la mujer–. ¿Para qué papel?
La niña agachó la cabeza, nuevamente con el rostro ardiendo, y murmuró:
– Para una carta...
Todos estaban en el interior de la casa de los Jaeger. La fiesta estaba tranquila, pero a la vez animada.
(T/n) estaba en la sala, junto con unas compañeras de clase, charlando. Cuando llegó, su regalo fue recibido felizmente por Eren, quien le dio un fuerte abrazo y le agradeció por tan lindo detalle. Por supuesto, aún continuaba sonrojada.
– ¿Qué le has regalado, (T/n)? –preguntó una de ellas, la cual había estado comiendo pastelitos de chocolate desde que llegó.
– Algo hecho con su corazón. –respondió la otra poéticamente y entre risitas.
Callaron al oír el timbre sonar. Alguien más acababa de llegar. ¿Y quién podía ser? Las chicas que (T/n) consideraba sus peores enemigas: Mikasa Ackerman y Annie Leonhardt. Sabía perfectamente que una de ellas (Mikasa) tenía fuertes sentimientos hacia Eren, mas él no le correspondió jamás por el hecho de ser su hermano adoptivo y ser demasiado ingenuo. Y luego Annie, de la cual Eren estaba completamente enamorado, pero ella nunca le prestó atención.
– Feliz cumpleaños. –dijo Annie, dejando bruscamente un regalo en las manos de Eren.
– G... gracias, Annie –Eren se sonrojó y enseguida comenzó a abrir el obsequio de Annie–. ¡Vaya, una bufanda, justo lo que necesitaba! Y es de color azul. Está genial, Annie. En verdad, gracias.
(T/n) suspiró con tristeza. ¿Así de injusto debía ser el mundo con ella, que se había tomado todo el tiempo y esfuerzo para hacer un regalo digno de Eren para que después llegara Annie con casi lo mismo, aunque comprado?
– No te preocupes –la animaron, sonriendo reconfortante–, ya verás que a Eren le encantará tu regalo.
– Sí, además, en el regalo de Annie se nota perfectamente la etiqueta con el precio.
Pero eso no era lo que preocupaba a (T/n), sino el hecho de que su regalo no solo contenía una bufanda roja tejida a mano, también una carta en la que expresaba sus sentimientos al niño. Sabía que Eren no sería el primer y último hombre en su vida, pero se trataba de su primera confesión y no sabía qué pasaría después.
Pero... nada se supo de la carta. Ni al finalizar el cumpleaños ni siete años más tarde. El pequeño sobre quedó guardado entre las cosas de Eren, olvidado y jamás abierto. Los sentimientos de la niña quedaron ocultos en un cajón rebosante de calcetines y calzoncillos, entre otras cosas.
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Shingeki no Kyojin One-shots | Personaje x Lectora.
FanfictionFanfic de Shingeki no Kyojin. Personaje x Lectora.