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- Emm... no. - El color se me subió al rostro al haber sido descubierto en mi análisis visual de aquella maravilla que era su rostro.

Después de un silencio incómodo, en el acomodo de ideas, nuevas sensaciones y miles de cosas que hacían que mi estómago se moviera, una luz llegó a mi razón y pudo conectar con mi lengua y hacer salir mi voz.

- Amm... me decías que Jungkook había aceptado. ¿Cuándo sería? - Dije.

- Bueno, si quieres, mañana mismo. - Comentó, animado.

- Mañana... ¿Pero qué tal si le dan a Seulgi el trabajo?

- Buen punto, entonces sería quizá hasta el domingo.

- No falta mucho, de todas formas. - Dije, sabiendo que mañana era viernes.

El mozo llegó y colocó los platos delante de nosotros. El olor a queso fundido de la lasaña se adentró a mi nariz y mis tripas rugieron. La sonrisa de Jimin apareció fugaz en sus labios y el rubor tímido en mis mejillas.

Mientras comíamos saqué varias fotografías del lugar y justamente como la vez anterior, el rostro de él apareció furtivo entre algunas.

No sabía que pasaba, no sabía porque cada vez que Jimin hablaba me maravillaba tanto, no sabía tampoco porque cuando me miraba algo se removía en mi estómago, ni tampoco sabía porque cuando mencionaba mi nombre me sentía especial. Eso me obligó a pensar en Seulgi y sin saber tampoco porque, me sentí culpable de pronto.

Todos mis intentos por hacer que él no pagara mi comida fueron en vano.

- Soy un caballero. - Terminó por decir y antes de que yo le refutara que también lo era, tendió el dinero sobre la mesa.

Me llevó de regreso hasta el departamento de Seulgi, mientras que la fierecillla rogaba encontrar alguna manera de extender el tiempo y si era posible hacerlo parar. Aquello me daba miedo, porque yo también lo deseé.

Cuando llegamos, él subió conmigo, encaminando sus pasos junto con los míos.

- Espero que a Seulgi le hayan dado el trabajo. - Musité, mientras mis pies medio cansados, subían desganados los escalones del edificio.

- Yo también. Sueña con eso desde hace tiempo. - Concordó.

- Exacto, sé que le haría bastante feliz estar dedicando su tiempo a algo que le gusta bastante hacer. - Sonreí.

Abrí el departamento y oí el chasquido de la llave al quitar el seguro, entonces Jimin siguió mis pasos y se adentró también. Una rara combinación entre extrañeza y la emoción creció repentinamente en mi fuero interno. Me le quedé mirando cuando cerró la puerta.

- Son las tres treinta, seguro que le dieron el empleo. - Dijo, observando el reloj que colgaba de la pared.

- ¿Tú crees? - Pregunté, mientras sentía a la fierecilla celebraba de emoción y no precisamente por una buena razón.

- Sí, ¿te molesta si la espero? - Preguntó, jugando con la manzana que había tomado de algún lugar de la cocina.

- No, por supuesto que no, siéntate.

La fiera celebró aún más, el tiempo con Jimin se había expandido, al menos hasta que Seulgi llegara. Esa última idea no le agradó del todo a la fierecilla.

El día terminó, Seulgi había llegado pasada las cinco de la tarde anunciando jovialmente su nuevo empleo y Jimin, luego de tres horas se había marchado. Ahora yo me encontraba recostado en la cama, mirando el techo de nuevo, como en la noche anterior; haciendo un análisis del día trascurrido y trayendo a mi mente aquel perfecto rostro, maravillándome al recordarlo.


~~~~~~


Rebusqué entre las amarillas hojas de aquel grueso libro de anuncios un buen laboratorio para imprimir las fotos que había tomado ayer. Seulgi había partido temprano a su empleo y llegaría tarde, así que tenía que buscar alguna manera de pasar el rato.

Refunfuñe para mis adentros por no entender nada de lo que mostraba el libro y me pregunté entonces cómo podría encontrar el laboratorio si no sabía siquiera leer el anuncio. Definitivamente tenía que aprender italiano. Aquella idea me hizo pensar en Jimin y reí como tonto al recordarle. Pero eso abrió paso a una pregunta que me hizo fruncir el ceño... ¿Por qué?

Sin embargo, no era tan tonto como para no entender absolutamente nada de ese anuncio, me ubiqué un poco al distinguir las imágenes y garabateé la dirección en un papel de aquel lugar que parecía ser lo que buscaba.

Salí del departamento con la dirección en mente que afortunadamente había encontrado en la guía mientras trataba de acomodar mi cámara fotográfica en el estuche. Mis pies siguieron caminando entre tanto que intentaba introducir toda la cámara y de pronto mi andar se vio interrumpido al chocar con otro cuerpo.

- ¡Lo siento! - Dijimos ambos al unisón.

Levanté la mirada y me topé con un bello rostro meramente inmaculado. Su piel llana y algo bronceada resaltaba sus oscuros ojos, las pestañas se expandían con firmeza hacía arriba.  El cabello en su cabeza perfectamente intacto se encontraba acomodado y peinado, haciendo que algunos cabellos tomaran incluso un tono más brillante que el negro que los pintaba. Sus labios rellenos y rosados se estiraron y un par de arriguitas se formaron a los lados mientras se dibujaba una bonita sonrisa.

- Hola. - Pronunció.

- Hola. - Dije, medio atontado por el bello rostro que tenía justo enfrente.

MANUAL DE LO PROHIBIDO [JIMSU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora