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Era sábado por la mañana y yo buscaba de todo para matar el tiempo libre sin Seulgi; así que le acepté el café a Hoseok, supuse que era un buen pretexto para burlar las horas.

Hoseok me llevó a un café cerca del departamento en donde me acordé inmediatamente del día que pasé con Jimin, sin embargo, la emoción no era la misma.

- ¿Puedo preguntar por qué viniste a Venecia? - Me dijo cuando la chica nos estaba acomodando nuestras tazas sobre la mesa.

- Bueno, vine primeramente para visitar a Seulgi y tomar un descanso en mi vida cotidiana. - Expliqué, dándole un sorbo a mi café.

El sabor a capuchino vagó por mi boca hasta mi garganta.

- Oh, ¿entonces vives con tus padres? - Inquirió.

- No. - Dije, y salió mucho más seco de lo que esperaba. - Mis padres murieron en un accidente.

- Oh, perdóname, no debí preguntar. - Su bello rostro de ángel se tornó comprensivo.

- No, no te preocupes. - Musité.

- ¿Sabes? Mis padres también murieron. - Comenzó a jugar con la taza mientras su mirada se fue profundizando en el líquido oscuro que contenía. Esperé hasta que él decidiera continuar, pendiente de las siguientes palabras que dijera.

- Bueno, en realidad sólo mi madre murió cuando me dio a luz. Mi padre, bueno, el hombre que embarazó a mamá; se fue. - Explicó, su voz tomó un tono agrio.

- Oh. - Musité. No sabía que más decir, pero lo entendía muy bien al menos ambos teníamos algo en común ahora. No teníamos padres. - ¿Desde entonces has vivido con tu tía? - Pregunté.

- Sí. Mi tía me ha cuidado bastante bien, ha hecho un excelente trabajo por diecinueve años y no podría estarle más agradecido.

- Qué linda tu tía. - Dije, y recordé cuando dije, o más bien pensé, que era toda una vieja amargada.

Él me sonrió y me recordó a la sonrisa de Jimin. Si tuviera que comparar, sería bastante difícil darle el puesto número uno a alguien. Pero había una voz en mi cabeza que susurró fugaz el nombre de Jimin.

La tarde con Hoseok fue excelente, su forma de ser tan natural fue por lo que resulté admirado, además de su bello rostro delicado, por supuesto. Cuando me di cuenta de la hora, fue cuando llegamos al departamento de nuevo. Eran las siete pasadas con quince minutos.

- La pasé muy bien, Hoseok, muchísimas gracias. - Dije apenas puse un pie fuera del ascensor, cuando me di cuenta entonces de que la puerta del departamento de Seulgi era adornada por un bello ángel. Que mantuvo su mirada sobre nosotros y sus brazos cruzados con indiferencia; siempre tan elegante.

Me sorprendí de ver allí al dueño de la mayor parte de mis pensamientos. Aunque enseguida me retracté de esa idea; Jimin no tenía por qué convertirse en dueño de mi materia gris.

- Cuando quieras repetirlo, estoy más que dispuesto. - Me dijo, con esa sonrisa bonita sobre su rostro.

Dirigió luego la mirada a Jimin y con un movimiento de cabeza lo saludó. Éste respondió de la misma manera.

- Hasta pronto. - Hoseok se acercó y me besó la mejilla.

Pude sentir el cálido y suave contacto de sus labios contra ella, pero mi cabeza seguía funcionando tan perfectamente como antes. Ningún pensamiento interrumpido, ningún atontamiento intenso, simplemente nada. Sin embargo, sí la mirada de Jimin sobre el acto.

- Hasta pronto, Hoseok . - Dije. Cuando lo vi introducirse a su departamento, me giré a mirar a Jimin, quien seguía parado allí, de brazos cruzados y mirándome.

- ¿Decidiste hacerle caso a Seulgi? - Bromeó.

- ¿Qué? - Inquirí, confundido.

Se separó de la puerta cuando yo me dirigí para abrirla.

- Eso de buscarte pareja. - Musitó, pero la broma ya no le salió como tal.

Exploté en estruendosas carcajadas.

- Sólo salí a tomar un café con Hoseok para conocerlo mejor. - Expliqué. - Eso no tiene nada que ver con los planes macabros de Seulgi.

Él río.

- ¿Con que son macabros? Se lo voy a decir, te acusaré. - Bromeó, divertido.

- No hace falta, ella lo sabe. - Abrí la puerta y Jimin se introdujo detrás de mí. - ¿Si sabes que Seulgi llega hasta las ocho verdad? - Dije, sarcástico.

- Lo sé, pero es que no tengo mucho que hacer y es mejor pasar el rato aquí mientras que la espero.

- Bueno, es agradable tenerte aquí. - Pensé... esperen, esperen, no lo pensé, ¿lo dije?

- Gracias, qué lindo. - Musitó y en ese momento di gracias de encontrarme de espaldas puesto que todo el color se me subió al rostro.

- Mañana saldremos todos, así podrás conocer a mi hermano, Jungkook, ¿lo recuerdas? - Dijo, totalmente ajeno al caos que estaba habitando en mi interior debido a sus palabras.

- Emm... sí, estoy emocionado. - Farfullé.

- Jungkook también.

Así, planeamos lo que sería el día de la mañana y estar a su lado lo encontraba cada vez más cómodo y magnífico. El tenía ese raro poder para maravillarme, dejarme sin el habla o adivinarme los pensamientos a veces; era simplemente sensacional y la fierecilla se regocijaba llena de felicidad; pero sólo hasta que llegaba Seulgi, porque luego, al verlos reírse el uno con el otro y llamarse "amor" ésta empezaba a incomodarse y me hacía salir de la escena cursi que no queríamos ver ni ella ni yo. Porque empezaba a resultarme drásticamente incómodo.

MANUAL DE LO PROHIBIDO [JIMSU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora