UNO

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Tiempo. Necesitamos mucho tiempo.
Se lo dije en la última conversación de corazón que tuvimos, sentadas en una limusina, mirándonos a los ojos y sonriendo como tontas.

Pero esa no fue la última vez que la vi.
La última vez fue en plató, en la gala final. Cuando ya había acabado todo, se acercó a mí y me abrazó. Lo único que pude escuchar de su boca fue un "Discúlpame por todo lo que..." y nada más.
Nada más porque gente de la producción me agarró del brazo y me pidió que fuera con ellos para hablar de no sé qué movidas del programa. Ella me dijo que me fuera tranquila y que ya hablaríamos.

Y sí, esa fue la última imagen que tuve suya.
La imagen de una Elettra que con palabras me decía que me marchara, pero que con los ojos me suplicaba que no la volviera a dejar sola.

Y os preguntaréis, ¿hablásteis? Pues no. ¿Por qué? Es una buena pregunta para la cual, a día de hoy, 1 año después, sigo sin tener respuesta.
Ella al día siguiente se marchó para Italia y yo me fui a Barcelona.

Los primeros días la información me llegaba a golpe de bofetada, una tras otra y, a cada cual, más dura. Y no porque no me lo esperaba, porque al fin y al cabo había acertado con casi todo. Sino porque lo que creía que tenía claro era, precisamente, de lo que no tenía ni puta idea. Y porque me daba una rabia increíble haber leído perfectamente a todo el mundo, menos a ella.

"¿Cómo podías estar tan ciega, Alexandra García?"
Me lo repetía a mí misma cada noche cuando me pasaba horas y horas en Twitter viendo y leyendo cosas de las Blumettras.
Me lo repetía cuando hablaba con mi familia, con mis amigos y con Aless y me decían que, desde fuera, se veía clarísimo.
Me lo repetía cuando no podía evitar llorar acordándome de ella.
Y sobre todo, cuando más me lo repetía, era cuando follaba con Andrés y en quien pensaba era en ella.

¿Seguiste acostándote y viendo al nene? Pues sí.
¿Por qué? Si se largó a Marruecos y te dejó tirada en la final después de 3 meses nombrándolo.
Él no tenía ningún compromiso conmigo, siempre ha sido libre de hacer lo que quisiera. Si no quiso estar el día que más lo necesitaba, por algo sería. Guardar rencor no va conmigo, ya lo sabéis. Lo que das, es lo que recibes. Yo a él no le iba a dar más que cariño y respeto.

Andrés se volvió antes de Marruecos y, antes de ir a Madrid, pasó una noche en Barcelona conmigo.
Vaya noche.

Vaya noche porque fue la noche en la que me di cuenta de lo verdaderamente jodida que estaba.

Había estado 2 meses y medio echándolo de menos y preguntándome si él también me echaba de menos a mí. Meses en los que soñaba con sus manos tocándome, su respiración contra la mía y sus ojos mirándome haciéndome el amor. Meses en los que podría haber asegurado que era el hombre de mi vida.

Pero todo eso se desvaneció cuando lo tuve en frente y nos miramos a los ojos.
Ya no quedaba nada.
El brillo del que me enamoré no estaba, ni por su parte ni por la mía.
Y dolió, mucho.

Aun así, habían sido 3 meses extrañando un roce, una caricia, la pasión, el sexo...
3 meses en los que lo más sexual que había vivido era tener a Elettra encima de mí en el jacuzzi ejerciendo de microondas.

Ni si quiera hablamos.
Lo besé y en cuestión de segundos estábamos desnudos, follando en cada rincón de la habitación de aquel frío hotel de Barcelona. En otra cosa no, pero sexualmente nos entendíamos muy bien.
Lo tumbé en la cama y sentada encima suya, me empecé a mover como nunca en mi vida.
Más que hacer el amor, estábamos haciendo la guerra.
Estaba expresando con mi cuerpo la rabia, impotencia, odio, pasión y excitación que sentía. Sí, todo eso junto, son compatibles.

Y entonces llegó.
Un vacío total que me inundó de pies a cabeza.
Desde arriba lo miré intentando buscar algo en sus ojos. Él me miraba preocupado.
Por mi cabeza empezaron a pasar miles de imágenes por segundo. Como en las películas.
Pero no.
No estaba buscando algo en sus ojos, estaba buscando a alguien.
Y esa persona estaba a miles de kilómetros de esa habitación.
Esa persona se llamaba Elettra Miura Lamborghini.
Y era una cobarde que había huido como huye un niño de su peor pesadilla.

βlumettrα | TiemροDonde viven las historias. Descúbrelo ahora