Capítulo 18. Obsequio de inminencia

4 0 0
                                    


Tet iba siguiendo al Cabo por un largo pasillo, con muchas ventanas y puertas. Durante el trayecto hubo algunas sacudidas que hacían a Tet sostenerse de un metal en la pared, mismo que recorría todo el pasillo. El cabo caminaba como si nada, y sólo se detenía para esperar a que él se recuperara pues las sacudidas aunque no eran del todo violentas, si lo suficientemente repentinas como para sacarle un buen susto.

— Llegamos —el Cabo detuvo la marcha e indico un puerta, igual a las anteriores—. Por seguridad deberá esperar en esta habitación. Se divide en dos partes; la primera es una estancia como las demás que conecta con los servicios de la Nave, sin embargo debo hacer de su conocimiento que si la segunda puerta de la habitación llegara a abrirse, deberá entrar inmediatamente. Es una cámara autónoma que cuenta con el equipo completo para salvaguardar su seguridad hasta que toquemos tierra o bien deba ser dirigido por el sistema de piloto automático a cualquiera de las 400 ubicaciones de resguardo en toda Mizu...

La explicaba el joven soldado tenía a Tet con la boca abierta, hablaba en el tono monótono de alguien que se ha aprendido todo el manual de memoria, pero sin volverse fastidioso. El Cabo debió notar la incredulidad en el rostro del menor, pues carraspeo incomodo cortando su discurso al darse cuenta que esas explicaciones eran innecesarias.

— Son... son órdenes del Coronel —dijo apeno, pero sin perder su porte de militar—. De no ocurrir lo que ya le he mencionado, simplemente espera aquí hasta que vengan a buscarlo, por favor.

Asintiendo Tet atravesó la puerta que no tenía perilla y que se abrió con un sonido extraño. Entro encontrándose con una pequeña habitación toda de un color metálico, con unos asientos en las paredes y la otra puerta que menciono el soldado al fondo, mucho más grande. Pero antes de poder decir algo al Cabo, se cerró la puerta con el mismo pesado sonido metálico.

Suspiro y se sentó en uno de los asientos disponibles, sin prestarle mucha importancia al lugar. Como no le daban miedo las alturas, con explicaciones sobrando, que una turbina fallara no le atemorizaba en lo más mínimo, pero de sobra sabía que si eso pasaba y estaban volando como le habían dicho, las cosas iban a terminar muy mal.

Quizá el Udewa si lo había maldecido porque esto era el colmo, pensaba mientras ubicaba la mancha blanca en el costado e su mano que debía ser la cicatriz que le dejo el brazalete de Nox.

Frustrado revolvió su cabello, tenía que ser una broma, otra sacudida lo tomó desprevenido y lo tiro al suelo. Apenas se levantó y otro movimiento sacudió el lugar, haciendo que un objeto callera apenas a unos centímetros de él, sacándole otro susto que por poco pega un grito, más por el ruido estrepitoso que hizo al colisionar con el piso que por ver una inmenso pedazo de pared precipitándose a su costado.

Ya con el suelo quieto recogió del suelo lo que estruendosamente había caído; no era pesado, y por el tacto reconoció que se trataba de una rejilla de ventilación. Busco el lugar de donde cayó y se encontró con un agujero en una pared, sin duda era la ventilación. Se acercó con intenciones de poner la rejilla en su lugar, pensando con fastidio que definitivamente todo lo que le rodeaba se estaba desmoronando. En ese espacio en partículas, no encontraba la ventaja a estar en ese lugar supuestamente «seguro» si la misma habitación terminaría sepultándolo vivo.

Se subió en uno de los incomodos asientos de base metálica con el fin de alcanzar lo que identifico como la ventilación y que ahora estaba falta de una pieza.

Al inicio le resulto complicado mantener el equilibrio, la distancia con el suelo, que incrementó considerablemente a su entender le no le facilitaba la tarea. Optó por cerrar los ojos para darle un descanso a su cerebro y que así este se acostumbrara a la postura correcta que le permitiera colocar el objeto metálico sin sufrir vértigo.

TENEBRAE La Catástrofe de TonalliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora