Capítulo 3 ''Que comience la fiesta''

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Si al escuchar su voz mi corazón se había detenido, al verlo mi corazón latía mil veces por segundo, sentía como si se me fuera a salir del pecho. Era una sensación desagradablemente agradable. Odio esto de tener confusión de sentimientos. Para mí las cosas son o blanco o negro, nada de sentimientos intermedios.

-  ¿Cómo me encontraste? – le pregunto con apenas un susurro. Tenía mucho aire contenido, se me había olvidado como respirar. Tantos años respirando para que justo se me olvide ahora, bien pulmones, gracias.

- Si digo que haré algo, lo cumplo. Regla número 1. – me dijo mientras se acercaba lenta y sensualmente hacia mí. ¡¿Por qué todo lo que hace tiene que hacer tan jodidamente sexy?! Iba vestido con unos jeans oscuros que le caían muy bien por las caderas, lentes de sol y una camisa blanca con las mangas arremangadas hasta los codos.

- ¿Desde cuándo que tenemos reglas? – pregunto.

- Desde que yo lo digo. – me dijo. De verdad, ¡de verdad! Jamás había conocido a un chico tan antipático. – Espera, no me digas que esta es tu ropa de fiesta, vistes horrible.

- Tengo la ropa en el auto y sabes, deberías intentar ser más amable, no sé, te llevarías mejor con las personas.  – le dije. Por su expresión lo que le dije no le gusto para nada pero también lo tomo por sorpresa, la verdad no me interesa. Me di vuelta para dirigirme a mi auto a buscar mi ropa cuando mágicamente y en el peor momento el señor Martínez aparece.
-Camille, Camille espera, acá está el CD que grabamos – me dice, y por cómo iba parece que estaba preocupado por no poder alcanzarme.
Realmente no podía llegar en peor momento, digamos que yo jamás le hubiese contado a Dan que grabé un CD.
El señor Martínez me lo entrega y se va pero no antes sin darle una mirada extraña a Dan que él no percibe. Vuelvo a dirigirme al auto para dejar el CD en la guantera cuando siento que de la nada ya no está en mi mano, me lo arrebataron, Dan me lo quitó.
-¡¿Pero qué demonios te pasa?! – le grito furiosa – ¡devuélvemelo! – Que se cree ese idiota para quitarme mi CD.
- Déjame pensarlo – posa sus dedos en su barbilla lo que hace que inevitablemente mire su dura y firme mandíbula donde tiene una incipiente barba de un par de días. <<¡No te distraigas!>> me grito a mi misma  - hmm, no. No te lo devolveré, no ahora. Y será mejor que te apresures, tenemos una fiesta a la que ir y tu todo un look que cambiar.  – me dice y me señala de arriba para abajo cuando dice ‘un look que cambiar’.
Con todo el autocontrol del mundo y una paz interior que intento canalizar con todas mis fuerzas no le respondo y me voy al restaurante de Sam para cambiarme en su  baño, Sam me ve y nota que estoy furiosa así que no me dice nada, cuando estoy furiosa no es difícil de notar, mis ojos azules como mar se convierten en témpanos de hielo y la gente que me conoce sabe que cuando estoy molesta no hay que hablarme, solo hay que dejarme ser o si no exploto y eso es algo que Dan no sabe y si no lo averigua pronto le va a ir muy mal. Si él quiere gritar yo puedo hacerlo diez veces peor.
Entro al baño de un portazo y gruño, no se otra forma de desahogarme sin romper nada, intento calmarme porque sé que Sam no merece esto, ella es una muy buena amiga y debe estar muy preocupada por lo que me pasa en este momento, así que me miro al espejo y me prometo salir del baño totalmente calmada y darle una explicación a Sam.
Sam es tan pequeñita y tiene solo un par de años mas que yo, yo tengo 18 y ella 24 así que nos entendemos muy bien. Es pequeña, delgadita, de pelo rojizo y ojos café claro,  temo que si la asusto mucho con mis cambios de humor se haga tan pequeña hasta hacerse bolita. Mi intención no es asustar a nadie con mis enfados pero es que de verdad estoy fuera de sí pero ya estoy mas calmada, solo tengo que respirar.
En el baño me cambio de ropa, por suerte todo me queda bien, saco el maquillaje de mi cartera y me maquillo lo justo y necesario para que sea maquillaje de noche y que no se vea vulgar. Me hago el efecto ahumado en los ojos lo que los hace ver mas azules y me pongo un brillo transparente en los labios. El problema es mi cabello, esta con unas ondas tan incontrolables que por nada del mundo se podría arreglar excepto por una peluquería y no creo poder ir a una peluquería ahora.
Decido dejarlo en un tomate como estaba en la mañana y listo, estoy lista y me veo bien.
Salgo y veo a Sam preocupada mirándome, le pido disculpas por entrar así como así, le explico que estaba enfadada y le agradezco por dejarme usar su baño.
Salgo y veo a Dan apoyado en mi auto fumando como si el auto fuese suyo. Si hay un rastro de colilla de cigarro en mi auto juro que lo mataré con su mismo cigarro.

Estoy a 500 metros de él y él aún no nota mi presencia, creo que está muy perdido en sus pensamientos y en el humo de cigarro que sale por su boca.
Tengo que mas o menos toser para que sepa que ya estoy frente a él.
 -Hola, disculpa, ¿nos vamos?- le digo con mis brazos puestos en jarras. Él me mira de abajo hacia arriba evaluándome y lo único que deja escapar es un ‘Wow’ liberando todo el aire que creo que tenía retenido. Si mi estado de ánimo era como un témpano de hielo en ese segundo el témpano se derritió para llevar un fuerte color rojo a mis mejillas.
-Casi perfecto – me dice y lanza el cigarrillo al suelo para pisarlo.

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