Capitulo 1 ''El príncipe no encantador''

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<<No sé por qué diablos me vine a meter acá>> pensé. Caminaba por las calles más peligrosas de Los Angeles. Se podía percibir un olor a alcantarilla y droga en el aire. << Estos no son mis lugares, mis padres jamás se imaginarían que estoy aquí>> me repetía en mi mente una y otra vez. Era de noche y hacía un frío invernal a pesar de que aún era verano, iba con una pequeña caja envuelta en cinta de embalaje en mis manos y no sabía lo que contenía, esta caja no era para mi, era para mi mejor amiga Julie, era un encargo que había hecho ella, y cuando me pidió que lo fuera a buscar yo, no supe decirle que no, le debía mucho. Pero jamás pensé que me iba a mandar a lugares tan peligrosos. <<Mala elección de ropa, en que estaba pensando?>> ¿A quien se le ocurriría ir a uno de los barrios mas peligrosos de Los Ángeles a media noche con una mini falda floreada? No es que pareciera una prostituta, jamás en mi armario se encontraría alguna prenda que pudiese parecer de prostituta, pero mientras caminaba me sentía demasiado observada y no en una buena manera. Caminaba rápido con la caja pegada mí para que me diera calor en esta noche tan fría y además porque por nada del mundo podía permitir que me la quitaran, o eso había dicho Julie. Estaba totalmente intrigada por saber que contenía esa caja pero no podía abrirla, no sin Julie presente.

Caminaba rápido, mas rápido de lo que jamás había caminado en mi vida, la gente me observaba, sabía que no era de ahí, era la única chica de ahí que vestía ropa de marca y tenía ojos de color, no era por descalificar pero hasta una persona con los ojos cerrados reconocería que no soy de ahí. Las imágenes que presenciaba eran impactantes, pasaba al lado de bares con olor a orina, veía a personas con armas, gritos, balaceras, tráfico de drogas, callejones oscuros a los cuales jamás entraría, tiendas ya cerradas que prácticamente parecían bunkers para que no las asaltaran, carteles de neón en mal estado colgando de los techos de ciertos clubs y de vez en cuanto un grupo de pandilleros que me observaban mas de la cuenta.

Ya estaba a solo tres cuadras de donde había estacionado mi auto, mientras mas rápido caminara mas rápido llegaría, estaba en el punto donde ya parecía que estaba corriendo, sentía que estaba escapando, necesitaba escapar, necesitaba salir de ese lugar. Faltaban dos cuadras, nada mas y ya estaría a salvo al interior de mi auto, estaba pasando por al lado de un callejón cuando de la nada siento que algo me tira muy fuerte del brazo lo que hizo que mi paquete saliera volando por los cielos. Me sostuvieron por los brazos mientras intenté gritar y me cubrieron la boca. <<Son mas de uno>> pensé. Estaba asustada, tenía miedo. <<Me van a violar, me van a violar y luego me matarán>> era lo único que podía pensar en esos momentos. Forcejeé, golpeé, rasguñé, todo eso en vano, pero no me daría por vencida. Logré ver la cara de uno de los hombres que me tenían, era un hombre alto, moreno, musculoso en exceso, a tal punto que a nadie le resultaría atractivo sino repugnante, rubio y de ojos celestes con una cicatriz en todo el lado derecho de la cara lo cual lo hacía mas horrible. Como ultima opción mordí la mano que me cubría la boca con todas mis fuerzas hasta que me descubrieron la boca.

-Maldita perra! – me gritó el hombre que me cubría la boca.

Me lanzaron al suelo y ahí pude ver que eran tres, el hombre de la cicatriz, otro hombre igual de alto e igual de musculoso pero de pelo y ojos negros y sin cicatriz pero con muchos tatuajes y el otro era de pelo negro también, tenía unos ojos celeste gélidos, era mas bajo que el resto y tenía una nariz aguileña. Supongo que fue a el al que le mordí la mano porque me miraba con mas odio que ninguno. 

-Escucha maldita zorra – siseó el hombre mas bajo y me mostró su mano que tenía marcas de dientes y sangre – por esto te vamos a violar y luego a matar, me oíste?

Yo estaba petrificada, realmente no podía asimilar la amenaza que acababa de oír, y cuando por fin mi cerebro entendió las palabras lo único que pude hacer fue gritar. Grité con todas mis fuerzas hasta que entre los tres se abalanzaron sobre mi y el hombre lleno de tatuajes me golpeó en la cara, por un momento sentí que mi visión se tornaba borrosa en los bordes pero eso no impidió que siguiera gritando, si tenía que morir sería luchando. El hombre de la cicatriz me sostuvo los brazos atrás de la cabeza y el hombre lleno de tatuajes me sostuvo las piernas mientras yo lanzaba patadas al aire desesperada.

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