37. Un esperado encuentro. ¡Melodía en los mares helados!

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Estás escuchando Dial 94. Tu dosis de actualidad, entre horas de música sin cortes.

¡DESPIERTA! Por la mañana... las Noticias del 94, con Inma Cruz y Óscar Solano.

— ¡Bueno, mañaneros y mañaneras! Sólo deciros que mucha fuerza para los que tengan algo de dificultades este final de octubre... ¡y a afrontarlo con alegría! Que ya mismo está aquí Halloween. ¿En tu casa lo celebráis, Óscar?

— Buf, quita quita, bastante tenemos ya con los espantos de la vida real... mucho monstruo hay por ahí suelto como para que encima nos disfracemos de ellos, je je.

— Es que en España no se celebra mucho, ¿no?

— No, no. Pero vamos, como sigamos copiando a los americanos, ¡en unos años estaremos todos celebrando el Black Friday!

Óscar pensaba en cómo reconducir la conversación para acabar el programa, cuando reconoció entre los pasillos en la distancia, a través de una pequeña ventana en la puerta de aquella sala, a una mujer que hacía mucho tiempo que no veía. Por ella no pasaban los años, y por mucho que entrara en los cuarenta, su pelo corto y descaradamente rojo seguía llamando su atención igual que antes.

— Oye, pues no vendrí-

— Yyyy os dejamos con La bola loca, el nuevo y frenético espacio de Felitrón. ¡No os lo perdáis!

— Esto, Óscar...

El locutor salió a toda prisa de allí, por lo que Inma tuvo que dar la señal de cortar el audio. No era común que él la cortara en mitad de una frase, y había tiempo de sobra para acabar bien el programa.

— ¡Celia, espera! Tengo que hablar contigo — el hombre siguió a la pelirroja hasta el final de aquellos pasillos, con los demás mirándoles.

— ¿Cuántas veces tengo que decirte que tú y yo no tenemos nada de qué hablar? — Celia suspiró, cansada, mientras bajaba por unas escaleras, evitando el ascensor —. Si hubiera sabido que estabas trabajando a esta hora no habría venido...

— ¡Espera, por favor! — Óscar se abría paso entre los trabajadores —. Ha pasado mucho tiempo...

— Sí, bastante, pero estoy segura de que no has cambiado nada.

— Hay un problema grave. Necesito... ¡necesito ayuda!

— No — Celia se detuvo de repente y le apuntó con un dedo —. Lo que "necesitas" es que yo te saque de un lío en el que te has metido tú solo por encargarte de lo que no te concierne.

— Celia, eres la única que puede ayudarme. Sabes que no soy mala persona, ¡lo sabes!

— ¿En serio? No estoy tan segura... si fueras una persona en condiciones, tu "problema" se habría acabado hace mucho tiempo. A ver... ¿qué es lo que pasa?

Arrepintiéndose inmediatamente de sus palabras, siguió a Óscar a un lugar menos concurrido, donde pudieran hablar con tranquilidad. Él le contó su situación y la de Iván, así como los peligros que corría al visitar el mundo digital y seguir con los experimentos del ESI. Ella se llevaba las manos a la cabeza, resoplando. Él se fijó en el anillo que llevaba.

— Así que te casaste. No tenía ni idea.

El ordenador del despacho en el que se encontraban se encendió silenciosamente.

— ¿Eh? Sí. — Celia miró hacia su mano derecha —. Hace tres años. Qué, ¿creías que iba a esperar a que cambiaras? Me hiciste... me hiciste mucho daño.

— Pero Celia, entiéndelo. Tenía que encargarme de Iván, no podía dejarlo solo. Y menos en esas condiciones en las que estaba. Necesitaba a su padre.

Digimon Extend II: La amenaza de los infectadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora