Capítulo 3

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Leer escuchando Me duele todo, Aliados.

-Mentira. Papá murió cuando yo tenía un año…

-Tomaron esta foto cuando apenas tenías unos meses. Lo siento, Lizzie, pero ya tienes edad suficiente para saber la verdad. Ese hijo de puta nos abandonó cuando cumpliste un año.

-¡Mentira, él no nos abandonó, lo asesinaron!

Lizzie salió corriendo de la habitación con Olly siguiéndola. Sabía lo que su hermana haría y no era bueno.

Llegaron al living donde su madre bebía café con una mujer. Ambas iban vestidas formalmente y sobre la mesa ratona había papeles y carpetas.

-¡Mamá, Oliver está diciendo mentiras! ¡Dice que papá no está muerto, que en realidad nos abandonó! ¡Dile que eso no es cierto! –gritó Lizzie, irrumpiendo en la sala.

Olly apareció detrás de ella, le tapó la boca, la alzó y la sacó de la habitación bajo la mirada de su madre, que era una mezcla entre vergüenza, furia y desaprobación.

Lizzie, retorciéndose, le mordió la mano y Olly la soltó en cuanto llegaron al living.

-¡Sabes que a mamá no le gusta que la interrumpan en su trabajo! –la regañó en un susurro.

-¡Papá no nos abandonó, él está muerto y lo sabes! –gritó Lizzie sin importarle nada.

-¡Baja la voz, Lizzie! Escúchame, ya tienes doce años. No puedes hacer un berrinche así. Tienes que saber la verdad de una vez por todas. Sígueme –dijo, a punto de salir.

-¡Pero…!

-Si no me sigues en silencio le diré a Adam Beckham que eres una beba llorona.

-No te atreverías –le dijo su hermano, desafiándolo con la mirada.

-¿Quieres apostar?

Lizzie lo fulminó con los ojos, bufó y lo siguió hasta su cuarto.

Al entrar al cuarto de Olly, este cerró la puerta para que su madre no escuchara la conversación. Ambos se sentaron en la cama y Olly le contó:

-Cuando cumpliste un año, te hicieron un pequeño festejo familiar dado que eran tiempos difíciles y no alcanzaba el dinero para hacer una gran fiesta. Papá y mamá te dieron hermosos regalos y yo te regalé mi cebra de peluche. Después, mucho después de haber comido el pastel, en la noche, papá supuestamente había ido a comprar helado. Pero tardaba mucho. Llegó la medianoche y él no volvía. Tú y yo ya estábamos en nuestra habitación (compartíamos una sola habitación) y mamá intentaba calmarnos diciéndonos que papá llegaría pronto, pero a ella también se la veía nerviosa. Cuando me levanté para ir al baño, a eso de las 5 de la mañana, escuché a mamá rezando en su habitación con la luz encendida. Me quedé mirando por el ojo de la cerradura y vi cómo, al terminar de rezar, se estaba acostando. Se dio vuelta y metió la mano debajo de la almohada. Entonces sacó algo de allí abajo. Era una carta. Ella, confundida, la leyó y poco a poco empezó a llorar. Entré ay la abracé muy fuerte, y ella me abrazó a mí. Después de un rato se quedó dormida y yo agarré la carta y me fui a dormir.

>>Al día siguiente, le pedí a mi maestra que me la leyera ya que yo apenas sabía leer algunas palabras. Ella me la leyó muy triste ya que en la carta decía que papá se había ido porque su jefe lo despidió y se llevó con él todos los ahorros de la familia. Nos dejó en bancarrota. Por meses mamá estuvo buscando empleo hasta que por fin la contrataron en una editorial y ahora se la pasa trabajando. Ese hijo de puta que lamentablemente es nuestro padre nos abandonó cuando las cosas se pusieron mal en vez de quedarse y luchar por resolverlo; nos dejó en bancarrota y ahora por eso mamá ya no tiene tiempo para nosotros.

Lizzie estaba llorando. Miraba por la ventana, negando con la cabeza mientras se mordía los labios para evitar gritar.

-Sí, Lizzie. Lamento tener que ser yo quien te lo diga pero era hora de que lo supieras. No podías vivir con una venda en los ojos.

Se acercó a ella y la abrazó. Era la primera vez que lo hacía. Pensó que su hermana se alejaría, pero lo dejó acercarse. Olly la cubrió con sus brazos mientras que ella sollozaba en su pecho.

La puerta se abrió y Olly apenas dio vuelta la cabeza, sin soltar a Lizzie. Vio, aterrado, cómo su madre lo miraba hecha una furia. Sin embargo, siguió allí, consolando a su hermana.

-¡¿Qué demonios fue eso?! ¡Esa mujer es la jefa de una importantísima editorial! ¡Vino aquí para firmar los papeles de asociación y ustedes aparecen gritando como locos! ¡¿No podían elegir otro día para pelear?! ¡¿Cuántas veces debo decirles que deben quedarse en sus cuartos cuando estoy trabajando?!

-Lizzie lo sabe.

-¡¿De qué hablas?! ¡No intentes evadir el tema, Oliver Williams! –dijo apuntándolo con el dedo índice.

-Mamá, Lizzie LO SABE.

Su madre comprendió al instante ya que se quedó callada y su mirada se mostró nerviosa.

-Entiendo –dijo.

Se sentó al otro lado de Lizzie y le acarició la espalda.

-Tranquila, hija, algún día debías de enterarte.

-¿Y por qué no me lo dijeron antes? –dijo la niña entre sollozos.

-Si con doce años reaccionas así, ¿cómo ibas a reaccionar siendo más pequeña? –dijo Olly.

-Él en la carta dijo que los quería mucho a ambos.

-Si nos quisiera no se hubiera ido –dijo Lizzie.

Olly y su madre cruzaron una miradas, ambas llenas de pena.

Mientras tanto con 1D…

Estaban saliendo de un ensayo y el hambre los invadió.

-Chicos, ¿vamos a comer algo? –preguntó Niall.

-Me encantaría pero no puedo. Mamá invitó a comer a algunas amigas y debo estar allí. Bueno, nos vemos chicos –se despidió Harry y se fue corriendo hasta desaparecer de la vista de los demás.

-Yo invité a almorzar a Eleanor. Otro día será. Adiós –y Louis también se fue.

-¿Y ustedes qué dicen? –preguntó Niall.

-Perrie irá a comer con mi familia –miró su reloj –. ¡Mierda! ¡Ya debería estar allí! ¡Adiós, muchachos! –a toda prisa, Zayn se alejó.

-Creo que sólo seremos tú y yo, Liam.

-Lo lamento, Niall. Le prometí a Sophia que almorzaría con ella. Ya casi no pasamos tiempo juntos y debo recompensarla. Lo siento, nos vemos –se despidió Liam.

Niall se acomodó el abrigo y pensó <<Parece que seré sólo yo>> y empezó el recorrido hacia Nando’s.

El día era demasiado frío, aunque era de esperarse dado que estaban en invierno. Comenzó a nevar y Niall apretó el paso. Estaba a pocas calles del restaurante cuando entonces pasó: una potente ráfaga de viento sopló. El viento fue más fuerte que él y lo empujó contra un árbol cercano. El impacto fue tan intenso que, antes de que pudiera retomar el camino, la nieve acumulada en una de las ramas se desprendió y cayó sobre él, enterrándolo bajo una fría montaña nevada, dejándolo completamente inconsciente.

Casualidad, hermosa casualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora