CAPITULO 9

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CAPITULO 9

Me desperté por la mañana con un dolor de cabeza punzante. Mi teléfono móvil estaba sonando en

algún lugar cercano. Extendí mi mano para conseguirlo, pero no lo podía alcanzar. Me estiré un

poco más y logré golpearlo sobre la cama para que lo pudiera responder.

— ¿Hola? —bostecé.

— ¡Amber! ¿Dónde diablos estás? Se supone que debemos estar practicando —una voz de hombre

gritó enojada. Hice una mueca lejos del sonido y traté de levantarme, pero James estaba lo suficientemente cerca encima de mí. Me estaba fijando en mi estómago, el brazo y la pierna echada sobre mí, él estaba usando mi espalda como una almohada. En realidad, era sorprendentemente cómodo.

— ¿Diego? —dije con voz ronca, mirando mi reloj de alarma, pero los números eran borrosos, no los

pude distinguir. Cerré los ojos luego los abrí para ver que eran las 8:42 am. ¡Mierda!

—Sí, ¿quién demonios crees que iba a ser? Se supone que estarías aquí a las ocho treinta, Amber.

¿Vas a venir o qué? —sonaba claramente enojado

—Oh, sí, estoy en camino.

James gruñó.

—Dile que es sábado Ángel y estoy cansado —se quejó en mi espalda haciéndome dar risitas.

—Escucha, Amber, patea a ese pedazo de mierda fuera de tú cama y ¡vente para acá! Tenemos una

nueva rutina y necesitas aprenderla —dijo Diego, sonando divertido ahora, él obviamente había

escuchado a James.

Diego era la única persona que sabía que James se estaba quedando conmigo, él no sabía la historia

completa así como porque, pero sabía que lo hacía.

James me llevaba a mis prácticas de baile todos los sábados, con resaca o no. Sus dos condiciones

eran que yo comprara su almuerzo, y no le dijera mi hermano. Las cuales estaban muy bien conmigo. Carlos sabía que yo bailaba, pero nunca me había visto hacerlo, tenía la sensación de que no le gustaría mucho si lo hacía. James y Diego se

llevaban muy bien, lo que en realidad me sorprendió al principio, porque yo no hubiera pensado que un machista jugador de hockey sobre hielo podría ser amigo de un hombre abiertamente gay que le gusta llevar algo rosa cada día. Muestra de lo mucho que sé.

—Voy a estar allí en un momento y voy a comprar donas para disculparme, ¿de acuerdo? —le ofrecí

dulcemente. No quería que se molestara conmigo toda la mañana, ya que me haría trabajar dos veces más duro. Suspiró.

—Bien, apúrate.

Me revolví un poco y empuje mi teléfono de vuelta.

—James, Diego dijo que tengo que patear tu culo caliente fuera de mi cama y llegar rápido. —Me reí

entre dientes. Él gimió y enterró su cara en mi espalda.

—Maldición, los sábados son un dolor en el cabeza

—murmuró, rodando sobre su espalda. Volví la cabeza para mirarlo, él me estaba dando su

sonrisa marca registrada.

—Tu camiseta está levantada un poco allí. ¿Quieres que baje eso por ti? — preguntó, mirando a mi

trasero.

"El Chico Que Se Metía Por Mi Ventana" {James Maslow & Tú} -Adaptada-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora