CAPITULO 5 :
Me desperté a las seis en punto como siempre para apagar mi alarma; la silencié e intenté, sin
éxito, moverme lejos de James. Tenía mi cabeza en su pecho y mi pierna encima de su entrepierna, la cual como siempre, ya estaba
llena de “gloria matutina” que les pasa a todos los chicos. Él tenía su mano en mi rodilla, fijando mi pierna ahí, y su otro brazo envuelto
tensamente alrededor de mi cintura. Cuando traté de moverlo, apretó su agarre, murmurando algo en sueño sobre yo no querer ir más a la universidad.
Moví mi brazo y toqué su estómago.
—Seis en punto —murmure tocándolo de nuevo cuando no abrió sus ojos. Gruñó y apretó su agarre, moviéndome así que quedé completamente encima de él. Podía sentir su erección presionando entre mis piernas. Jadeé con la sensación, era extraño pero en verdad se sintió bien. ¿Qué demonios está mal conmigo?
¡Este es James por el amor de Dios! Traté de librarme, pero eso sólo nos hizo rozarnos en lugares en los que preferiría no pensar. Mi
cuerpo comenzó a cosquillear y no pude evitar que un pequeño gemido se me escapara de los
labios. Oh Dios mío, ¡eso en verdad se siente bien!
—¿James? —le susurré/grité.
Él abrió los ojos de golpe y me miró, impactado.
Su expresión rápidamente cambió a su sonrisa de marca, la cual quería golpear fuera de su
rostro.
—Bueno, buenos días, Ángel. Wow, esto es una primera vez —ronroneó, alzando sus cejas, con
su sonrisa de asombro.
—¿Me soltarías por amor de Dios? —le susurré/grité. Alzó sus manos a modo de rendición y rápidamente rodé de encima de él.
—Son las seis —refunfuñe frunciendo el ceño.
Volteó de lado a mirarme.
—Está bien. No estés enojada conmigo todo el día de hoy, por favor. No sabía que había hecho
eso, lo siento, Ángel, ¿está bien? —susurró, besando mi frente antes de salir rápidamente de la cama para ponerse su ropa.
—Está bien, como sea —murmuré,
posicionándome en su lugar cálido de la cama donde había estado acostado.
—Te veré después. —Me dirigió un giño antes de salir por mi ventana.
Dándome la vuelta, enterré mi rostro en su almohada, todavía puedo olerlo y eso me hace
sentir segura y calmada. Me hundí en un sueño pacífico por otra hora.
Después de vestirme más pacíficamente que ayer, me concentré en mi iPod y estaba
bailando felizmente cuando lo vi comiendo mi
cereal de nuevo. ¡Cada maldito día! Suspiré y robé el cereal de sus manos.
—¡Demonios, James, hay como cuatro cereales en las alacenas y sólo comes el mío! ¿Por qué?
¿Lo haces sólo para hacerme enojar? —
pregunté, frunciendo el ceño cuando comencé a masticar mi desayuno.
—Buenos días para ti también, Ángel —dijo educadamente, con una sonrisa de diversión en su rostro.
—Claro, hola —Me dejé caer y comí mi cereal mientras Carlos entraba en la cocina.