II

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- ¡Emily! ¡Tienes que despertar! ¡Ahora! -mi hermano me zarandeaba en un vano intento de sacarme de mi aturdimiento, después de desmayarme a los minutos logré recuperar la conciencia pero no podía moverme.

Todo fue culpa de una granada que cayó a unos metros de nosotros por suerte fue a una distancia apropiada, pero al caer en una roca, ésta explotó en muchos pedacitos cayendo uno de ellos en mi cabeza.

Desde lo lejos lograba oir a personas gritando con terror, y los vidrios cediendo por la presión de las ondas de los explosivos. En el cielo pasaron múltiples aviones de combate disparando fusiles a la ciudad. Las personas no tenían escapatoria a su cruel muerte.

Mientras mi hermano y yo estábamos a la orilla del río, yo me encontraba tirada sin movilidad de mi cuerpo y con una herida en mi cabeza. Alonso intentó levantarme en su espalda, pero le era imposible, porque la granada le afectó también, aunque no tenía ningún daño igualmente se encontraba aturdido.

Cuando los soldados y algunos carros tanques se empezaban a acercar hasta el río, mi hermano me arrastró hasta una gran roca, que se encontraba a unos metros de nosotros, por suerte nos tapaba a ambos lo suficiente para pasar desapercibidos de los agresivos intrusos.

-No te muevas de aquí y no hagas ningún ruido, iré a ver que está pasando y ver por dónde podemos irnos. -susurró mi hermano dándome la espalda, y luego de unos segundos se fue con suma cautela desapareciendo de mi vista. Quise pedirle que no me dejara sola, creo que nunca le he pedido algo así, pero en ése momento me econtraba muy asustada y tenía mucho miedo que le pasara algo.

Escuché a unos metros el golpeteo de los bototos de los soldados, no los podía ver porque en el piso todas las rocas tapaban mi visión, pero tenía claro que eran muchos, y todos estaban rodeando la ciudad. Comencé a respirar con dificultad cuando pasaron los minutos y Alonso no daba señales de vida. De un momento a otro la tierra se movió, como si se estuviese partiendo por la mitad, los soldados que estaban atacando la ciudad empezaron a correr a no sé dónde, luego escuché en un idioma extraño para mí como algunos gritaban y les daban órdenes a otros. Supe que llegaron los soldados aliados, o tal vez a los que entrenan en mi ciudad. Enrealidad, no me importaba de dónde venían, solo quería que esto acabara luego, y poderme ir a mi casa con mi familia. Deseo más que mi vida que ellos estén bien, no sé que haría sin ellos.

Con mucho esfuerzo tuve otra vez la movilidad de mis manos, moví solo un poco mis dedos, porque todas mis articulaciones me dolían como los mil demonios. Intenté pararme o por lo menos sentarme, pero me fue imposible, mi cuerpo aún no reaccionaba del todo. Palpe el piso con mis manos buscando dónde apoyarme. Pero mis manos solo tocaron agua, y fue cuando realmente me asusté.

Por las grandes explosiones la tierra húmeda se empezó a partir, inclinándose hacia el río, lo que daba paso a que toda el agua comience a aumentar subiendo hasta dónde me encontraba yo, y si seguía sin tener movilidad de mi cuerpo en unos minutos me hundiría junto con toda la tierra y el agua.

- ¡Alonso! ¡Alonso! - la verdad no me importaba si me escuchaba algún soldado, solo quería que Alonso viniera por mi.

Sentía más de la mitad de mi cuerpo ya bajo el agua, sería solo cuestión de segundos cuando el agua me sobrepase.
Desesperada empecé a buscar algo con qué arrastrarme, o una roca donde pudiese subir, pero era imposible no podía ya hacer nada.

-¡¡Auxilio!! ¡¡Auxilio!! ¡¡Qué alguien me ayude!! -lloré como nunca antes, mis lágrimas se mezclaban con el agua y no podía estar más desesperada. - Por favor, que alguien me ayude, por favor. -susurre.

No tenía esperanza de que alguien fuese a socorrer. Tomé una última bocanda de aire cuando el agua me cubrió por completo, aunque sería inútil en algún momento ya de nada serviría luchar.

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