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Hace un largo tiempo que no he logrado consegir una noche tranquila, sin tener que estar atenta a cada ruido que hay a mi alrededor. Hasta podría decir que pude agudizar el oído, incluso escuchar los pasos de un gato caminar entre los árboles, las ventanas golpeandose contra el viento, el rechinar de las escaleras por las maderas viejas y descuidadas, o cuando mi hermano se retuerce sin parar en su cama, y una vez que se resigna que ya no podrá dormir, se dirige al balcón para ver las estrellas, buscando la paz que en este mundo ya no se encuentra.

Ésta noche no hubo mucha diferencia entre las otras, y como ya sabía que no podría lograr dormir aunque quisiera, me levanté para ocupar el tiempo en algo útil. Abrí mi cajornera para sacar mis palillos y algo de lana, continúe con un suéter a medio hacer que había empezado hace dos días atrás.

Se acercaba el invierno y cada año las temperaturas sufrían un cambio drástico. La ropa es casi escasa y muy cara, todas las tiendas dejaron de fabricarlas, y para familias como la mía es imposible darse el lujo de comprarse un pantalón o una gorra. Por eso en mi familia yo soy la que se encarga de la ropa de todos, entre otras cosas más que también debo hacer.

Pero la ropa no es lo único inaccesible en estos tiempos, también lo es  la comida, artículos de aseo, medicinas, la electricidad y el agua. En mi familia somos todos muy trabajadores como lo son muchas familias, pero sólo trabajamos para sobrevivir. Aunque quisiéramos trabajar para ganar dinero es imposible. El dinero a perdido su valor, ó más bien para los que vivimos fuera de la gran capital ya no existe. Hemos sido olvidados a nuestra suerte, la familia es lo que tiene más valor hoy en día, y lo más aterrador es que se nos puede ser arrebatado de un segundo a otro.

Muchos han intentado ir a vivir a la gran capital, pero es imposible, a no ser que seas un soldado no hay lugar para ti. Y si es que lo consigues serías separado de tú familia.
A las mujeres las ponen a trabajar en la cocina o limpiando en la casa de algún superior de alto rango en la escuela militar, en la fuerza aérea o la marina. También puede ser un político pero el problema es que una vez que entras nunca sales, y serías una esclava de por vida, sin descanso y lujos, la comida es solo lo suficiente para sobrevivir y ni un poco más, el labor no termina ni de noche, porque si tu superior desea llevarte a su habitación debes obedecer. Si desobedeces alguna orden, puedes ser castigada encerrada una semana a un calabozo con sólo agua. Pero si haces algo muy malo se puede pagar incluso con la muerte, aunque tengas familia e hijos allá nada importa. Hay muy pocas mujeres que logran convertirse en una soldado, aunque seas joven y muy fuerte, de una muy buena condición física e intelectual, no cuaquiera lo logra y la que lo hace es separada de sus padres y hermanos, siendo obligada a olvidarlos.

Los niños no corren mejor suerte, al contrario, son obligados a una vida de entrenamientos, ejercicios y órdenes. Los reclutan hasta los diecisiete años, ya cuando tienen edad suficiente para ser soldados y esperar la órdenes de los superiores. Y para los hombres de avanzada edad, que no logran alcanzar a ser un soldado, son enviados a trabajar a fábricas donde están expuesto a la radiación y la contaminación, tal vez si se cuidan muy bien alcanzan a vivir diez o quince años trabajando, pero como no hay tiempo para cuidados muchos de ellos  mueren a los cinco o siete años.

Mis padres han decidido que nadie irá a la gran capital, porque saben que es una vida de sufrimiento y esclavitud, además de una muerte segura con sólo un poco más de comida de la poseemos nosotros, siempre nos han dejado claro que lo más importante en esta vida es el amor del hogar, nada lo supera y juntos podemos apoyarnos.

Una vez encontré un libro muy antiguo, era más bien un diario de algún desconocido. Lo que leí fue fascinante, uno de los mayores descubrimientos de mi vida. Lo que se relataba era la vida de un chico de unos siglos atrás, era el año dos mil si no me equivoco. En esos años todo era muy distinto a como está todo ahora, tenían libertad de expresión, podían trabajar donde quisieran, estudiar en unos centros que después de unos años se convertían en un profesionales, podía ser de matemáticas, ciencias, política ó psicología. Nunca imaginé que alguien podría trabajar en la psicología, por lo que entendí eran personas que escuchaban a otros, y les trataban de subir el ánimo, a superar traumas y problemas familiares. Debió de ser algo muy fantástico.

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