10 Septiembre 2014

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Me llamo Sarah Ryder, tengo 20 años y mañana me muero.

-Hija, ten mucho cuidado, espero que te lo pases bien y ¡llámame cuando llegues a casa de Paola! te quiero mucho.

-Sí mamá, te llamo, tranquila que van a ser unas horas, no es que me vaya para siempre. Voy a estar bien, lo prometo. Te quiero también.- y salí por la puerta lanzando un beso sonoro a mi madre, que estaba sentada en el sofá leyendo una de esas revistas cotillas del mundo. En cuando salí, vi a Paola abrazada de su novio. Paola es mi prima, y nos llevamos menos de 1 año, pero siempre hemos sido más que primas... Hace tres días cumplí 16 años y Paola quería celebrarlo a lo grande, aunque mi madre no la parece muy buena idea... es bastante sobre protectora con estas cosas. Tengo 3 personas a las que daría la vida por ellas: Paola, Aitor y Rita. Han estado siempre conmigo y son los que han organizado este cumpleaños... Vamos a ir a una discoteca, la han reservado solo por mi cumple hoy.

-Venga, que me hago vieja aquí, sube al coche.

-Si 'mamá'- dije bromeando a mi prima.- Hola Sergio.

-Hola Sarah, felicidades atrasadas.

-Gracias guapo- dije guiñándole un ojo. Soy una chica muy simpática y con ganas de vivir la vida, no soy alta ni baja, y tengo todo mi cuerpo puesto en su sitio. Nunca me he obsesionado con el peso y siempre he estado orgullosa de como soy esté gorda o no, que tampoco me importa. Tengo el pelo negro y largo, largo hasta la cadera (lo que siempre soñaba de pequeña) y los ojos marrones verdosos.

Como era el día de mi celebrar mi cumpleaños, ayer viernes fuimos a buscar (Paola, Rita y mi madre) algo para ponerme hoy, y terminamos encontrando un vestido azul eléctrico pegado y largo con una raja desde un poco más arriba de mi muslo derecho hasta casi el suelo con solo una manga. Mi madre me hizo un recogido con un mechón suelto a cada lado de la cara e iba demasiado bien para que solo fuera mi cumpleaños.

-Pero qué bien te queda ese vestido, hoy ligas.

-No quiero ligar, solo quiero pasármelo bien y ya está.

-Pero los chicos siempre animan Sarah.

-Pero yo no quiero ningún chico que me anime.

-Sabes que Aitor quiere y yo sé que tú también quieres; solo déjate llevar.

-No quiero tener nada con Aitor y ya sabes por qué- Aitor se me declaró el día de mi cumpleaños. Me puso un mensaje diciendo:

'Felicidades a la pequeña que me ha alegrado la vida desde la guardería.

Felicidades a la persona que más quiero en mi vida (a parte de mi madre claro)

Felicidades a la chica más guapa que puede existir en el mundo.

Felicidades a la chica con la que quiero pasar el resto de mi vida.

Felicidades a la persona que me ha demostrado que existe el amor y la amistad.

Felicidades a la chica que me ha enseñado a amar.

Felicidades a la chica que me ha enseñado a ser yo mismo.

Felicidades a la persona que ha estado siempre conmigo.

Felicidades a la persona que sé que pase lo que pase no me va a dejar solo.

Felicidades a la chica que quiero que sea mi novia, mi mejor amiga y mi enemiga a la misma veces.

Sí.

Te quiero, te quiero más que a una amiga.

Te quiero tanto que me duele el alma.

Te quiero porque me haces feliz con solo sonreís.

Te quiero porque eres especial.

Te quiero porque me has aportado demasiado en esta poca vida que llevamos viviendo juntos.

Felicidades otra vez.

Y gracias por estos 16 años juntos.

Te quiero, Aitor.'

Cuando lo leí por primera vez, me quedé totalmente muda, sin saber qué hacer, o decir. Lo leí y leí tantas veces que me lo sé de memoria.

Luego le dije que si quedábamos para hablarlo y le dejé todo claro... No quería que se hiciera ilusiones y menos perder nuestra amistad. Todo el mundo piensa que vamos a acabar juntos y que acabaremos casándonos y con hijitos y todo eso, pero yo no lo creía. Siempre había sido mi amigo, uno de los mejores amigos que he tenido y que tendré y pues, no le veo como otra cosa que como un muy buen amigo. Desde ese día, se ha distanciado un poco de mi. A mí se me rompió el corazón verle así, y sobre todo cuando llegó por la noche el cartero y me entregó una caja pequeña con un collar dentro en el que ponía mi nombre en plata.

-Paola, no voy a hablar de Aitor más. Hoy voy a arreglar todo y ya está. Ahora cállate y ¡baja del coche!

Al bajar, vimos a muchas personas fuera, pidiendo que abrieran la discoteca. Pobrecillos, esta noche es mía y de mi gente. Un capricho no viene mal nunca.

-Podéis pasar y, feliz cumpleaños guapa.- nos dijo el segurata de la puerta mientras quitaba la cinta que teníamos delante para poder pasar. Se oyeron unos cuantos quejidos de la gente que estaba esperando y la verdad, me daban un poco de pena... Pero me tenía que centrar que hoy era mi día y no debía de preocuparme de nadie más.

Al entrar, vi a toda la gente que me ha acompañado estos 16 años y 3 días. Estaban todos (menos mi familia, claro) super elegantes y guapos; algunos bailando, otros bebiendo y otros, simplemente, hablando unos con otros. Pero había alguien que destacaba entre todos, en medio de la discoteca con un ramo pequeño de Margaritas mirándome con una sonrisa de oreja a oreja. Aitor.

Pegué un pequeño chillido, me quité los tacones que llevaba, y fui corriendo a abrazarle. Estaba guapísimo esta noche (más de lo normal).

-Buenas noches Sarah. Estás... estás preciosa- dijo mientras me abrazaba y dábamos vueltas. Sentía los ojos de toda la discoteca en nosotros, pero en este mismo momento, me daba igual. Estar aquí, con él, era el mejor regalo que me habían hecho en mucho tiempo. Estos tres días habían sido una tortura. De hablar todos los días a todas horas, a que me llegara a ignorar en el instituto. Le había echado mucho de menos.

-Tú también estás guapísimo eeh- dije yo, a la vez que nos apartábamos del abrazo.

-Hmm, este era tu ramo pero... bueno, lo siento- y me tendió el ramo, roto y sin casi pétalos. Miré al suelo. Estaba lleno de pétalos blancos, al igual que mi vestido y su traje. Seguidamente solté una carcajada y me fui a saludar a la gente... Más tarde ya hablaría con él.

**

Ya eran las 2 am y estaba agotadísima. Había bailado con la mayoría de los invitados esta noche y mi cabeza, a causa del poco alcohol que había tomado, me iba a explotar. A las 3, era cuando me daban los regalos. Por lo menos, tenía que aguantar hasta esa hora.

-¿Cansada?- oí una voz masculina al lado de mi oreja, mientras un escalofrío me recorría todo el cuerpo.

-Pues bastante- dije dándome la vuelta y encontrándome a un Aitor con el pelo revuelto y camisa medio desabrochada.- ¿ya ha caído alguna sortuda en tus brazos?

-Que va, yo solo espero a una en concreto... Esto es de bailar, hace demasiado calor pero, ¿quieres bailar conmigo?

-Pues claro que sí- dije intentando olvidar su comentario, que sé perfectamente que iba para mi. Tenía que hablar con él antes de que me dieran los regalos. Tenía que hacerlo.

Me cogió de la mano, y fuimos hasta el centro de la pista, atravesando a toda la gente que se movía al ritmo de la música.

Cuando por fin llegamos, pusieron una canción lenta. A lo que, Aitor me cogió de la cintura, juntando nuestros cuerpos y yo entrelacé mis dedos alrededor de su cuello, y subía mi mirada para mirarle a sus ojos que ya estaban clavados en mi. 

La vida de Sarah RyderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora