Está nevando. Bueno, la verdad que no sé ni lo que hace en la calle, porque solo se ve la ventana blanca, por lo que supongo que estará nevando. Estamos a 13 de Diciembre de 2016, ya llevo casi un año sabiendo que me voy a morir en un año y dos meses.
Todavía recuerdo el día 21 de Enero de 2015, levantándome en la cama de hospital y ver a mi madre sin parar de llorar a mi lado.
-Mamá ¿qué pasa? ¿qué hago aquí? ¿por qué lloras?- la pregunté confundida y quedándome sin aliento.
-Ay Sarah, mi hija. Mi única hija.- es lo único que dijo antes de echarse a llorar otra vez. Me asustó muchísimo, con lo que pulsé el botón que te dejan al lado de las camillas de hospital para que viniese el médico.
Esperé unos minutos y...
-¿No estás preparada todavía? Aitor va a llegar en seguida, no hagas esperar a todo el mundo venga.
-Joder mamá, no sé qué necesidad hay de celebrar Noche Buena hoy, faltan 11 días. No os podéis esperar ¿o qué?
-No, no nos podemos esperar. Venga, levántate ya y vete a la ducha.
-Que si que si, ya voy.-Cuando cerró la puerta de la habitación, me dispuse a desvestirme y calentar el agua.
La ducha, es una de las cosas que más me gustan en la vida. Yo creo que es el único momento que nos olvidamos de todo lo que hay a nuestro alrededor, y nos centramos en nosotros mismos. Y, a no ser que te duches con alguien, es un momento en el que estás tú solo con tus pensamientos y el sonido del agua cayendo. Nada más. Es muy curioso que una de las cosas más íntimas y solitarias mucha gente lo estropee con música de fondo. Me encanta la música, no me malinterpretéis, pero yo creo que es un momento que necesitas estar solo y sin pensar/recordar/intentar olvidar momentos y cosas de nuestra vida. Ni cuando vamos a dormir dejamos de pensar, sino, no existirían los sueños.
**
Justo, cuando me estoy colocando el último mechón de pelo en su sitio, llaman al timbre y voy corriendo a asomarme a la ventana que da a la puerta principal desde un segundo piso, pero me doy cuenta de que la nieve la ha tapado entera. Nota mental: quitar la nieve de la ventana.
-¡Sarah! Ya estamos todos, baja, que te estamos esperando.- grita mi padrastro. Me miro una última vez en el espejo, viendo como el vestido negro con purpurina de manga larga se ciñe a mi cuerpo. No me lo pongo desde hace dos navidades, y la verdad que es uno de mis vestidos favoritos.
Cuando me doy cuenta, estoy bajando las escaleras para llegar al salón y veo a toda mi familia, mirándome con sonrisas de oreja a oreja y ojos nostálgicos. Odio que me miren así.
-Hola a todos. Pensaba que íbamos a ser menos gente pero ¡está toda la familia!
-¡SARAAH!- Oigo gritar a mi pequeño primo de 2 años y al segundo le veo corriendo hacia mi y abrazándome las piernas.
-Hola pequeñajo, ¿qué tal estás?
-Bien Sarah, ¿qué tal estás?
-Yo muy bien.- Mi primo, es de lo mejor que me ha podido pasar. Nació un mes y poco antes de mi cumpleaños, y desde ahí somos inseparables. Le quiero como si fuera mi propio hijo. Me pone muy triste que ni si quiera vaya a poder verle hacer todo un hombre, o ver como trae a sus novias a casa, o ver cómo siquiera se gradúa. También me pone muy triste que él va a tener pocos recuerdos de mí... Es normal, es muy pequeño, pero aún así me molesta.
Intento quitar estos pensamientos de mi mente, y miro a todos los invitados que hay en mi casa esta noche. Están todos y cada uno de mis tíos vivientes, mis abuelos, mi madre, mi padrastro, y Aitor. En cuánto le veo, mi corazón palpita más rápido de lo normal. ¿Eso es lo que dicen en las películas cuando ves a la persona de la que estás enamorada? Cojo a Hugo (mi primo pequeño) y voy a abrazar a Aitor. Nos fundimos en un abrazo, los tres, que me hace sentir bien y olvidarme de todos los males que hay en mi vida, y que va a haber. Al separarnos, le doy un beso en la mejilla y me giro para ver a mi familia. La mayoría está llorando. Siempre están igual. Vale que me vaya a morir pero ¿no podemos tener ni un momento en paz para olvidarlo todo?
-No quiero más lloros. Joder ¿no veis que nos afecta a todos? Si, lo que me va a pasar es una puta mierda pero ¿qué queréis que haga? Mejor disfrutar de lo que queda, que llorar mientras se pueden disfrutar las cosas. Enserio, parad. Estoy un poco harta de que cada vez que haya una reunión familiar, se centre en mi. No quiero que penséis en mi las 24 horas del día. Os lo pido por favor, si no sois lo bastante fuertes para estar en esta sala, salid. Por lo menos, fuera de mi vista podéis haced lo que queráis, pero delante mía no. Por un día, quiero celebrar algo felizmente y sin lloros tristes.- Por fin, lo he soltado todo. Llevo preparándome un discurso como este, meses. No se puede tener ni una cena en paz. Ni una comida. Ni un paseo. Nada.
-Sarah tiene razón. No podemos seguir así. Venga, acompañadme a la cocina.- dijo mi madre llevándose a todos los adultos de la sala, quedando Hugo, Aitor y yo.
-Yo me voy con mamá.- dijo Hugo, yéndose corriendo.
-Pues quedamos tú y yo.- dijo Aitor, acercándose a mi.
-Eso parece.- le dije y seguidamente le besé. Sus labios eran otro placer en esta vida, como la ducha. Aunque prefiero no hacer comparaciones.
-Tengo * una * sorpresa * para * ti- dijo entre beso y beso.
-¿Así?
-Sí.- dijo, apartándose un poco de mi.
-¿Y eso?
-Regalo de Navidad.
-¿Tan pronto?
-Es que, si te lo doy en su día, sería un poco raro y complicado.
-Hmmm, ¿cuándo me lo vas a dar?
-Antes de cenar, no puedo esperar.
-Pues creo que vamos a cenar ya.
-Pues voy a llamar a los demás.
**
Una vez sentados todos, me pusieron en el centro y me hicieron cerrar los ojos. Yo, como siempre, fiel a cerrar los ojos. Cuando era pequeña, me molestaba mucho que los otros niños abrieran los ojos para ver todo, me parecía de entrometidos y cotillas; por lo que siempre soy fiel a cerrar los ojos sin tener que ponerme ningún pañuelo ni nada parecido.
-Vale Sarah, ahora te vamos a hacer preguntas, referidas al regalo, y con eso lo tienes que adivinar. Obviamente, tienes que contestarlas también.
-Entendido.
-Bien, empiezo yo- dijo mi tía Graciela- ¿Cuáles son tus colores favoritos?
-El blanco y el azul.
-¿Te gusta viajar?
-Sí.
-¿En qué sitios has estado?
-Portugal, Francia, Ucrania, Inglaterra, Argentina, Australia, Egipto y en las Islas Filipinas.
-En algunas de ellas se celebra San Patrick. Lo sabías ¿verdad?
-Si.
-¿Sabes donde más se celebra?
-Irlanda.
-¿Algún otro?
-Hmm...- me quedé pensando- ¿Nueva York?
-Abre los ojos.- y me encontré un cuadro gigante de Times Square con un plástico pegado donde pude ver billetes de avión para el 24 de Diciembre hasta el 3 de Enero.
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La vida de Sarah Ryder
Teen FictionEsta no es la típica historia que acaba bien y todos felices.