1: Notificación inesperada

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Venezuela
2105

Tengo media hora aguantándome un peo y ya siento que me está apuñalando el colon.

Me lo tiraría sin miedo; al final de cuentas, un sabio verde dijo una vez hace siglo y medio: mejor afuera que adentro. Pero, coño, no se puede ser tan desconsiderado en esta vida. El tranvía aéreo está tan herméticamente cerrado que, de soltar esta bomba aquí, podrían acusarme de terrorismo.

Por suerte, la próxima parada está cerca. El tranvía recorre 80 kilómetros en 8 minutos, así que estaré en breve en la Capital.

Al menos eso espero, pues podría perder la dignidad múltiples veces, pero jamás una apuesta. Tengo que llegar antes que Gabo a esa maldita bandera.

¿La señora a mi lado sabrá que quiero tirarme un peo? Porque me mira como si oliera a mierda, y estoy seguro de que me bañé ayer.

Aunque tal vez me mira así porque sabe que soy raro.

En un mundo donde la medicina es cibernética, la diversión es virtual, y la clase media duerme en una cama con emisiones de sonido y calor adaptadas a las preferencias de sueño de cada quien; las personas como yo, fanáticos de Fast&Furious, que hemos oído hablar de Los padrinos mágicos y preferimos los autos con rueda a los que levitan, somos un bicho raro.

Soy un lujurioso amante del pasado, sí. Ese del que leí por error. Un pasado con Angelina Jolie como Tomb Raider, el que construyó Mark Zuckerberg, el que imaginó cada autor de cada libro que ahora no existe. Un pasado con CD's, con libros, con pantallas corpóreas y pesadas, con reyes del pop y bandas de rock inmortales que de alguna forma han logrado borrar.

Mientras muchos mueren por entrenarse como pilotos o exploradores interespaciales, yo quisiera haber conocido los trenes con rieles, vapor, ruido, emisión de humo y todas esas vastedades.

No me malentiendan, me gusta este tranvía. Solo hay que fijarse un minuto en el techo, donde la fibra de vidrio deja ver los delfines acróbatas, los corales de color intenso, los tiburones pacíficos y peces luminosos que conviven en un mismo acuario al alcance de nuestros ojos. Lo ves tres minutos y PAM, te enamoraste.

O los ventanales ininterrumpidos sobre nuestros asientos que dejen apenas vislumbrar el celaje borroso de...

No seas redundante, todos los celajes son borrosos.

Me volteo a mirar a Sah, mi asistente holograma. Lo he intentado cambiar muchas veces pero no hay caso, me persigue a cualquier red y regresa a molestarme. Su identidad está almacenada en una esfera de vidrio que levita como un dron junto a mi hombro. De toda su circunferencia se emite una imagen que da la impresión de que es un pulpo fantasmagórico de cuerpo lila y puntos de un púrpura intenso en cada tentáculo. Es como mi no-amigo cyborg-extraterrestres pixelado personal.

AMVAD: Realidad no tan virtual [2022]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora